

Lo que los expertos e investigadores de la salud pública, como el médico PhD, Marcelo Aguilar, pueden ver luego de doce años de vigencia del modelo de salud de la revolución ciudadana son los efectos de las políticas públicas en distintos aspectos del perfil epidemiológico en el Ecuador. Lo que él puede decir de estos casi 12 años es que hubo una inmensa inversión en salud, cuyas estimaciones hablan de USD 42.000 millones. Pero con toda esa millonaria inversión, se supondría que el perfil de la salud en el Ecuador habría cambiado completamente. Los índices debieran haber mejorado de manera sustantiva. Sin embargo, algunos temas sustanciales, como el agua potable, saneamiento, el alcantarillado, no cambiaron de forma radical; las condiciones de trabajo variaron, hubo una enorme inyección de dinero en la población ecuatoriana, los pobres que salieron de la pobreza se transformaron en consumidores y eso aceleró el consumo de los pobladores, que cambiaron sus hábitos de alimentación. Y ese es uno de los mayores impactos. El resultado de un proceso que desmontó el sistema de prevención, vigilancia epidemiológica y la gestión de salud pública en beneficio de un modelo que privilegió la atención de la enfermedad, es que los índices de enfermedades crónicas no transmisibles se han disparado, y la cobertura de vacunación ha caído más del 25% en promedio.
Marcelo Aguilar, médico epidemiólogo PhD. Catedrático e investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Central del Ecuador.
Tenemos ahora la prevalencia de diabetes, hipertensión arterial y cáncer ya a niveles de epidemia. Dentro de ese período, unas 3.5 millones de personas dejaron de ser pobres, pero eso repercutió en su salud. Entre el 2006 y el 2013, la tasa de diabetes mellitus creció 15 veces, en algo se estabilizó luego pero se mantuvo alta en un promedio de 10 veces más que en el 2006. Guayas, Manabí y Pichincha fueron las provincias más afectadas. Fue por los hábitos de consumo; es decir la gente, con el incremento del consumo, siguió comiendo mal pero en grandes cantidades. La gente aumentó su masa corporal y al cabo de cinco o seis años empezó a desarrollar enfermedades crónicas. Ese fenómeno se repitió en países donde hubo una aceleración del consumo.
Lo mismo pasó con la hipertensión arterial. El problema de las enfermedades crónicas es que duran toda la vida y tienen una enorme carga: servicios de salud, complicaciones inherentes a las enfermedades, accidentes...
Lo propio se puede hablar de las inmunizaciones. En la evaluación internacional de la estrategia nacional de inmunizaciones. Durante el anterior gobierno se implantó el MAIS-FC, que era el Modelo de Atención Integral de Salud Familiar y Comunitaria, que es una estrategia de salud familiar, probada mundialmente y que funciona bien como instrumento para la universalización de salud. Pero en Ecuador se aplicó desde la lógica de la atención médica a las personas pero las estructuras de salud pública que hacían control y prevención se pulverizaron y desarticularon.
25% en promedio cayó la covertura de vacunación en el ecuador entre el 2009 y el 2017. el país tuvo el peor desempeño de américa latina en el 2017
Antes el Ecuador tenía el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, que era una red que llegaba a los niveles locales de salud; había el Servicio de Control de Vectores, que tenía una estructura que permitía una organicidad, la logística, el cálculo de insecticidas en el campo. Pero esas funciones fueron transferidas a los distritos de salud, los sistemas locales de salud, donde pocos funcionarios hacían control de vectores, en la mayoría de los casos sin capacidad técnica ni logística para ello. Esta estrategia también fue pulverizada; practicamente se anularon todas las acciones para los controles.
Lo mismo pasó con la vigilancia empidemiológica. El sistema operaba en todos los niveles; cuando se establecieron las zonas administrativas cambió la lógica de programación. Antes se hacía en las llamadas áreas de salud, que tenían mucho personal operativo; pero cuando pasó a control de los distritos se privilegió a los administrativos. Llegaron a tener 70 a 90 administrativos pero no había gente que trabaje en territorio. Al ocurrir esto se quebraron algunos indicadores.
La Tasa de Mortalidad Materna (MM), desde al año 2000 tiene un descenso leve, y se habría esperado una reducción radical con tanto dinero gastado. Al quebrarse el sistema antiguo repuntó la muerte materna, porque se perdió la vigilancia epidemiológica y se perdió un factor muy importante en el sistema antiguo: las redes sociales que apoyaban, los clubes de madres, los trabajadores voluntarios de la salud, que ayudaban a detectar eventos en las zonas periféricas, con las organizaciones sociales. Repuntó la muerte materna, y solo en el 2012 se hizo un esfuerzo que no logró volver los indicadores anteriores. En el 2002 teníamos 42 muertes por cada 100.000 nacidos vivos, y el país llegó a duplicar en el 2011 a 70,44 y ahora, en el 2017 la tasa fue de 42. Es decir, pasaron 15 años para llegar a la misma tasa.
CON TODA LA MILLONARIA INVERSIÓN EN LA DÉCADA CORREÍSTA, SE SUPONDRÍA QUE EL PERFIL DE LA SALUD EN EL ECUADOR HABRÍA CAMBIADO COMPLETAMENTE. LOS ÍNDICES DEBIERAN HABER MEJORADO DE MANERA SUSTANTIVA. PERO NO OCURRIÓ ASÍ.
La cobertura de vacunación es la peor de América Latina
En el tema de inmunizaciones, el presupuesto para las vacunas aumentó sustancialmente en la revolución ciudadana, y el resultado se preveía que aumentara la cobertura, y se podía esperar siempre coberturas sobre el 90% en todas las vacunas. Al romperse la lógica local cayeron todos los indicadores de protección. La BCG, para proteger meningitis tuberculosa cayó al 83% en el 2016, luego de que en el 2011 la cobertura era del 98%. El sistema de salud antes del 2006 siempre superó las metas, a valores del 116%, 120%. Para el 2017 la cobertura de vacunas en el Ecuador fue la más baja de América Latina.
El resultado consta en el documento Evaluación de la Estrategia Nacional de Inmunizaciones Ecuador 2017. El equipo evaluador estuvo conformado por 20 evaluadores internacionales procedentes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Estados Unidos y Suiza y de la sede de OPS/OMS en Washington DC, con amplia experticia en temas vinculados a inmunizaciones. El equipo contó también con el apoyo de evaluadores nacionales del Ministerio de Salud Pública y Senplades.
Las conclusiones son dramáticas. En todas las vacunas, la cobertura cayó entre el 2013 y el 2017, en promedios de 120% de cobertura al 80%.
La misión de evaluación se realizó entre el 20 de enero y el 3 de febrero de 2017 y durante este período visitó siete provincias del país: Azuay, Chimborazo, Guayas, Manabí, Morona Santiago, Pichincha y Zamora Chinchipe. La selección de los sitios evaluados se hizo de acuerdo a una clasificación de alto, mediano y bajo riesgo basada en el comportamiento de indicadores programáticos, epidemiológicos, socioeconómicos y demográficos de Ecuador. En total, la misión visitó 15 distritos y 35 centros de salud.
Las conclusiones son dramáticas. En todas las vacunas, la cobertura cayó entre el 2013 y el 2017, en promedios de 120% de cobertura al 80%. Es decir, que dos de cada 10 niños en el Ecuador no han sido vacunados ni contra la polio, sarampión, difteria, tétanos, meningitis, tuberculosis... El esquema ecuatoriano incluye 19 vacunas y dos inmunoglobinas. Por ejemplo:
La BCG cayó el 120% de cobertura en el 2009 al 83% en el 2016.
La vacuna contra la polio tuvo una cobertura del 108% en el 2009. En el 2016 esta cobertura cayó al 78%.
La llamada Penta 3 (tres dosis de vacuna pentavalente contra difteria, tos convulsa, tétanos, influenza tipo b y hepatitis B) pasó del 108% en el 2009 al 82% en el 2016.
La vacuna SRP1 (sarampión, rubeola, paperas) pasó del 103% en el 2009 al 84% en el 2016.
El tema es grave, dice Aguilar, porque quedan poblaciones vulnerables. Son enfermedades muy graves. Caen las vacunaciones de polio, de pentavalente, y eso permite que se reintroduzcan las enfermedades, como el sarampión o las paperas. El último brote de paperas fue por las deficiencias de las vacunaciones del 2002, pero desde el 2010 las vacunas de SRP son muy bajas, y los efectos se verán más adelante. Así en el Ecuador se invirtió más dinero y se protegió menos. El énfasis desde el 2007 fue hacer más hospitales, atender gente y dar más consultas; no se hizo cálculos por indicadores sino por el número de consultas, las cuales aumentaron ciertamente.
El sistema de salud se centró en la atención médica, es decir en la atención de enfermos, lo cual no es salud pública sino enfermología pública, dice Aguilar. Y eso está ligado a los interéses de un complejo médico industrial, dice Aguilar, que domina decisiones políticas en América Latina y es una presión de la industria para vender más medicamentos, vender más equipos, construir más hospitales. Es la industria de la enfermedad. Un caso dramático es la hipertensión arterial y la diabetes. Si no hay prevención de estas dos enfermedades crónicas, con estilo de vida, alimentación adecuada, ejercicio, autocontrol de la salud, la gente desarrolla diabetes y luego, lo más común, cuando tiene diabetes incipiente se le da metformina o algún medicamento para evitar las complicaciones, ese paciente va a tener infarto, accidente cerebro vascular, va a hacer insuficiencia renal y esta lo llevará a las clínicas de diálisis, que son un negocio ennorme.
Mientras menos prevención más enfermedad, y es perverso porque es un mecanismo de la aceleración de la cuarta revolución industrial. Así vendieron un sistema de salud de un gobierno de izquierda y en todos los índices lo que vemos un proceso que ha beneficiado a los intereses del complejo industrial médico-farmacéutico que deterioró todo el sistema de prevención y control de enfermedades. Solo como una idea: en el Ecuador la industria de bebidas y alimentos gasta USD 12 millones al mes para la promoción de sus productos, mientras que el MSP tiene USD 500.000 anuales para hacer promoción de salud.
Verónica Espinosa fue viceministra de de gobernanza y vigilancia de la salud pública, luego ministra de Correa y después ministra de Lenín Moreno durante dos años y medio.
La ultima ministra de Salud de Correa (enero del 2017), Verónica Espinosa, fue ministra por dos años más de Lenín Moreno, pero durante varios años fue viceministra de Gobernanza y Vigilancia de la Salud Pública en el gobierno de Correa. El sistema continuó. Durante el gobierno de Moreno se consolidó lo que ya se proyectó en el gobierno de Correa. Por ejemplo la falta de control sanitario de alimentos y bebidas, la falta de vigilancia empidemiológica, la falta de personal comunitario para la prevención de salud...
En sistema de vigilancia, gestión y prevención fue desplomado en la administración de la ministra Carina Vance, dice Aguilar. De ahí en adelante se ha mantenido el modelo correísta, hasta ahora. Es un modelo medicalizado, que privilegia los servicios de atención médicos, con pobre gestión, prevención y control de la salud; sin una incidencia en los determinantes sociales de las enfermedades. Un sistema que privilegia atender la enfermedad y no protege la salud.
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