

El libro fue publicado por la editorial Planeta. En Colombia está a la venta en librería Lerner y en Ecuador estará en la librería Española.
Patrocinio Cortez, James Cuajiboy y Diego Tobón eran los ‘canjeables’. Se los llamó así porque Guacho los pidió a cambio de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra, el equipo periodístico de diario El Comercio. Ellos fueron detenidos en un operativo en la frontera cuatro meses antes del secuestro de los periodistas. Pero el intercambio nunca se dio y el desenlace fue fatal: el asesinato de los comunicadores se confirmó el 13 de abril de 2018. Los tres hombres estuvieron en la cárcel de Latacunga y durante los días del secuestro, Cortez y Cuajiboy tuvieron acceso a celulares e internet en sus celdas. Los aparatos les fueron incautados un día antes de la fatal noticia, el 12 de abril. Pero recién el 7 de julio, tres meses después del hallazgo, la Fiscalía extrajo la información de los aparatos. Los hombres de Guacho habían chateado por WhatsApp, Facebook y Messenger y participaban de dos grupos de WhatsApp llamados “Fugas” y “Hola”.
La escena está relatada en Viaje sin regreso, el libro del proyecto periodístico Frontera Cautiva. Esta fue una investigación realizada por 20 periodistas de Ecuador, Colombia y Francia sobre el secuestro y asesinato del equipo de El Comercio. El resultado fue publicado en más de 130 medios de todo el mundo, en octubre de 2018. La investigación fue actualizada y recreada por el ilustrador chileno-ecuatoriano Alberto Montt en Viaje sin regreso, publicado por Editorial Planeta. El libro fue presentado este lunes, 16 de septiembre, en Bogotá. En Ecuador su lanzamiento será la próxima semana: el 25 de septiembre, a las 19:00, en Quito, en el Centro Cultural Benjamín Carrión y el 27 en la Feria del Libro de Guayaquil. Estos eventos han coincido con la nominación de Frontera Cautiva, en la categoría Cobertura, a los prestigiosos Premios Gabo.
En Viaje sin regreso se resalta y se profundiza en algunos de los tantos huecos que ha dejado la investigación fiscal de ambos países. Se reconstruye toda la historia a partir de testimonios de los familiares y amigos de Javier, Paúl y Efraín, y del informe realizado por el Equipo de Seguimiento Especial (ESE), designado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para investigar lo ocurrido. El contenido de este informe permanece aún inédito, pero sus partes fundamentales se encuentran en el libro. Por ejemplo, sobre los chats de los ‘canjeables’, el ESE afirmó que “no halló constancia de que esta información derivada de labores operativas y técnicas fuera procesada y analizada”. “¿Los “muchachos” hablaron con Guacho y con gente del FOS (Frente Oliver Sinisterra)? ¿Dieron indicaciones sobre las negociaciones para su canje? ¿De quién eran los números anotados?”, son las preguntas que se plantea en el texto como uno de los tantos vacíos en las indagaciones.
En ese grupo están también las versiones contradictorias de oficiales militares y policiales. Por ejemplo, la declaración del subdirector de Inteligencia sobre cómo se enteró del secuestro y los diálogos que tuvo con el mayor Alejandro Zaldumbide -quien fue el primer uniformado que supo del secuestro a través de chats con Guacho- dejó dudas al ESE. Por eso el equipo investigador internacional se pregunta si hay más chats y mensajes que no han sido compartidos con la justicia ecuatoriana y con la opinión pública. “La propia Fiscalía ecuatoriana le preguntó a Zaldumbide por qué en su parte del 26 de marzo, el día del secuestro, se menciona un video, pero en los documentos que remitió no aparece ningún material audiovisual en esa fecha. El mayor contestó que ese día no había recibido ningún video”. Pero el video existió. Fue publicado publicado por el portal Código Vidrio y era la primera prueba de vida del equipo.
Una de las líneas más fuertes en Viaje sin regreso aborda la falta de coordinación entre autoridades y que para el Equipo de Seguimiento Especial fue fatal para los periodistas.
El ESE también cuestiona que aún o se hayan analizado las muestras dactilares y genéticas que estaban sobre el capó y los vidrios de la camioneta de Efraín. De hecho la última información que recibieron los familiares sobre diligencias por parte de la Fiscalía en el caso es del 10 de mayo pasado. Es decir, han pasado cuatro meses sin que existan nuevos avances en las investigaciones.
Una de las líneas más fuertes en Viaje sin regreso aborda la falta de coordinación entre autoridades y que para el ESE fue fatal para los periodistas. Por ejemplo en el mando único que se creó para coordinar las operaciones militares en la zona no compartió la información de que el policía Zaldumbide chateaba con Guacho. El contraalmirante Jonh Merlo, encabezaba toda la respuesta policial y militar en esa frontera, dijo que solo supo de los chats después del secuestro. “En medio de las versiones contradictorias, no es claro si Merlo, quien autorizó personalmente la entrada de Javier, Paúl y Efraín a Mataje, sabía o no de las directas amenazas de Guacho contra los civiles”. Pero lo que quedó claro es que Ecuador supo de forma temprana sobre la peligrosidad de Guacho, pero “no siguió protocolos específicos para propiciar la seguridad de los periodistas”, se lee en el libro.
Se revela además que las distintas autoridades ecuatorianas no tenían la misma información sobre el secuestro y la situación de los tres cautivos. Es el caso de Carlos Maldonado, quien fue designado como negociador durante el secuestro. Él dijo que su papel se limitó a hablar con uno de los ‘canjeables’, pero que nunca estuvo a cargo de los chats con Guacho, ni de los contenidos, ni de la estrategia. Esta tarea correspondió a un oficial de la Unase, quien hizo de funcionario multitareas durante un proceso tan delicado como es el secuestro. Ese oficial, además de estar a cargo de la negociación, “apoyó la investigación penal, elaboraba informes para el Comité de Crisis y apoyaba al Ministerio del Interior en sus contactos con los tres “muchachos” que Guacho quería a cambio de Javier, Paúl y Efraín”. Para el equipo de la CIDH eso pudo haber entorpecido su actuación.
El mismo cambio de negociador de Zaldumbide, que llevaba meses escribiéndose con Guacho, a Maldonado es otra decisión aún sin explicación, que no obedeció a ninguna estrategia, ni se evaluaron los riesgos, como lo señala el ESE.
“LA CENSURA SE COMBATE CON MÁS PERIODISMO. EL COMPROMISO ES PODEROSO”, Catalina Botero, exrelatora especial para la Libertad deExpresión de la CIDH.
La Fiscalía colombiana lleva su parte. Entre los principales conclusiones de esta investigación que está que esa entidad no siguió pistas diferentes que surgieron durante la investigación, ni verificó en terreno la viabilidad de la ruta que los tres empleados de El Comercio habrían seguido. Todos sus hallazgos están basados en testimonios de exguerrilleros desmovilizados que dieron la ubicación exacta de los cuerpos, pero sus versiones tienen contradicciones con los análisis de Medicina Legal de los cuerpos. Según ese informe, no hubo “evidencias concluyentes de que los tres de El Comercio hubieran sido ejecutados”.
También es el caso del testimonio de un líder comunitario de la región del Alto Mira y Frontera. Él dijo que en la vereda de Puerto Rico llegó una camioneta con tres bolsas negras, supuestamente con los cuerpos de los periodistas. Sin embargo, esas declaraciones no fueron verificadas.
Viaje sin regreso es un retrato doloroso de la vida a ambos lados de la frontera colombo-ecuatoriana, una de las regiones con más cultivos de coca en el mundo. Su geografía ha sido su desgracia. La selva al estar conectada con el Pacífico y la ausencia estatal en ambos lados la volvió en el mejor lugar para el auge del negocio ilícito. Sus poblaciones, en cambio, comparten la pobreza y la violencia. Allí la ley fue Guacho. En el libro se explora más sobre la vida del líder del FOS que se convirtió en el hombre más buscado de dos países. Le llegó la muerte el 21 de diciembre de 2018. Su cuerpo, sin embargo, estuvo abandonado por días en Medicina Legal de Bogotá.
Pero el texto arranca con la historia de los tres. Se reconstruyen los minutos previos a su viaje y las impresiones de su familia. Sus últimos planes y sus últimas frases. Es un homenaje a la vida de los comunicadores. El prólogo fue escrito por Catalina Botero, exrelatora especial para la Libertad deExpresión de la CIDH, quien deja un último aliento: “La censura se combate con más periodismo. El compromiso es poderoso”.
Otros pasajes del libro:
- Varias fuentes y documentos confirmaron que Ecuador preparó un operativo de liberación pocos días después del secuestro. En su momento, este hecho fue calificado como “noticia falsa” por el gobierno de Lenín Moreno.
- Documentos oficiales confirmaron que hubo operativos militares en el área, tanto en Colombia como en Ecuador, durante el secuestro. Estos movimientos fueron denunciados por Guacho como una de las razones que precipitaron el triple homicidio.
- Los investigadores del ESE piensan que no se comunicó la gravedad de la situación al Gobierno de Lenín Moreno. El presidente ecuatoriano no recibió toda la información sobre el secuestro, y le hicieron creer que todo estaba bajo control.
- Aunque las autoridades conocieron los chats entre Guacho y los negociadores, la Fiscalía ecuatoriana esperó siete meses después de los hechos para pedir esas pruebas. Hubo también una demora inexplicable para procesar la información en torno al canje propuesto por Guacho.
- Un año después de los hechos, el equipo periodístico volvió a los lugares donde todo ocurrió, tanto en Ecuador como en Colombia. Aunque abundan los operativos militares y Guacho fue eliminado, pocas cosas han cambiado en la zona de frontera.
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