

Siete de cada diez muertos por la enfermedad por coronavirus eran hombres, la mayoría de ellos mayores de 50 años. Foto: EFE
El perfil de las víctimas de la enfermedad por el nuevo coronavirus (COVID) en el Ecuador ha sido realizado por un grupo de médicos de la Universidad de las Américas, y publicado en una página de divulgación científica en inglés.
El estudio, que aún no ha sido revisado por pares, como es la práctica científica mundial, define algunas de las principales características de las víctimas del coronavirus en nuestro país, así como los síntomas más encontrados entre los pacientes, que difieren, en algunos casos, significativamente de los que aparecieron en otros países del mundo.
El virus al que no le gusta la Sierra
La peste, que se extiende por casi todos los países de la región a ritmo sostenido, ha tenido algunas particularidades en Ecuador, en donde se ha producido un fenómeno que aún no tiene explicación: se disemina más rápidamente en los llanos tropicales de la Costa y con más lentitud en las tierras altas y templadas de la Sierra. Esto a pesar de que científicos, sobre todo de Europa y Estados Unidos, le han apostado a lo contrario: a que el calor y la humedad del verano iba a contener la infección como ocurre en esos países con ciertos virus gripales.
Sobre la altura como factor, los expertos creen que vivir a más de 2500 metros sobre el nivel del mar, como ocurre con la mayor parte de la población serrana, podría estar asociado a un menor riesgo de mortalidad, a juzgar por lo que ha pasado con los diferentes impactos que ha habido en la Sierra y la Costa del Ecuador.
La investigación, encabezada por Esteban Ortiz y en la que participaron otros 17 expertos, entre médicos, sicólogos, genetistas y profesionales del Ecuador y varios países del extranjero, analizó el comportamiento del virus de origen chino en la etapa temprana de la infección en nuestro país.
El estudio toma como referencia 9.468 positivos y la muerte de 474, en el periodo comprendido entre el 27 de febrero y el 18 de abril de 2020. Con esa muestra, establece que el 54% de los enfermos son hombres, frente al 46% de mujeres. Hasta el 94% de las muertes estudiadas se produjeron en los hospitales del sector público.
La gran mortalidad en la Costa se evidenció en las calles de Guayaquil en marzo. / Expreso
El estudio toma como referencia 9.468 positivos y la muerte de 474, en el periodo comprendido entre el 27 de febrero y el 18 de abril de 2020.
En los hombres de más de 65 años, que son las víctimas principales de la peste, la presencia de otras enfermedades (la comorbilidad) fue un factor determinante a la hora de complicaciones mortales, ya que el riesgo de morir aumentó de manera significativa.
En Ecuador se pierde el gusto y el olfato
Los expertos analizaron también los principales síntomas descritos en Ecuador y concluyeron que el más común es la fatiga, con el 53.2%, seguida de dolores de cabeza con 43%, tos seca con 41.7%, pérdida del gusto con 37.1% y pérdida del olfaro, con el 36.1%. La presencia de las pérdidas de los sentidos parece ser mucho mayor en Ecuador que en China o en Italia, según pudieron concluir los autores.
Una de las primeras conclusiones del estudio es que, al igual que en otros países como China e Italia, los hombres mayores tienen más riesgo de morir que las mujeres. También corren más riesgo quienes hacen trabajos manuales y de servicios y los desempleados. En Ecuador, dice el estudio, hasta el 55.4% de los enfermos son hombres, situación similar a la de China (58%) e Italia (59.8%).
Más casos entre los jóvenes, por pura demografía
El estudio admite que la mayoría de los casos se presentan en el Ecuador entre la población joven, a diferencia de Italia, sobre todo por razones demográficas. En el caso italiano, hasta 14 millones de personas tienen más de 65 años, lo que da una edad promedio de la población de ese país de 45.7 años, mientras que en Ecuador la edad promedio es de apenas 26 años.
La presencia de las pérdidas de los sentidos parece ser mucho mayor en Ecuador que en China o en Italia, según pudieron concluir los autores.
De la muestra examinada por los expertos, el 99.3% eran ecuatorianos. Al calcular la tasa de incidencia, los expertos concluyeron que en los hombres es de 60.5 por cada 100 mil habitantes, mientras que en las mujeres es de 47.2 por cada 100 mil. La tasa de ambos sexos alcanza el 51.1 por cada 100 mil habitantes. La tasa más alta está entre pacientes de entre 55 y 59 años. Hay también un impacto significativo para personas mayores de 90 años.
La edad media de los pacientes masculinos fue de 42 y la de las mujeres de 39. Los autores analizaron también la identificación étnica de los contagiados. En países como Estados Unidos, se ha encontrado que las tasas de contagio entre los latinos y los afroaméricanos son mayores que entre los caucásicos, a veces superando su presencia poblacional en determinadas comunidades.
En el caso ecuatoriano, señala el estudio, el 78% de los casos han ocurrido entre la población mestiza, el 0.79% entre los indígenas, el 0.84% entre los blancos y apenas el ~0.1% entre los afroecuatorianos, que serían la etnia menos golpeada por la pandemia hasta el momento. Sin embargo, la posibilidad de que indígenas y montubios se contagien parece ser mayor que en el caso de los mestizos, según explica el estudio, por su menor posibilidad de acceder al sistema de salud.
Samborondón con más pruebas que Islandia
La pobreza y la inequidad de la sociedad ecuatoriana también han sido un factor, según destacan los expertos. Aunque en general el Ecuador recibió al virus con una muy limitada capacidad de pruebas PCR, sin vigilancia epidemiológica y atención primaria, los habitantes de las ricas ciudadelas de Samborondón pudieron acceder a pruebas y atención oportuna que redujo su tasa de mortalidad, lo que no pasó en las barriadas pobres de Guayaquil ubicadas a poca distancia. Los testeos en Samborondón superaron inclusive a los de Islandia y a los de Estados Unidos, pero el fenómeno se circunscribió a los barrios acomodados, explica el estudio.
Los trabajadores manuales y los desempleados han tenido tasas de mortalidad más altas que los policías, militares o médicos, que cuentan con sistemas de salud más completos, dice el estudio.
Otro hallazgo fue que, en la muestra observada, los médicos representaban el 9.3% de los casos.
Los autores analizaron si los pacientes de COVID habían reportado algún tipo de vacunación reciente contra la influenza, y descubrieron que el 99% no la tenía. La gran mayoría de los fallecidos no tenía ninguna vacuna reciente. Las mujeres embarazas, en cambio, no parecen tener un riesgo significativo de morir, según las cifras analizadas.
Se estima también que por lo menos pasaron cuatro días entre que los pacientes desarrollaron los primeros síntomas y obtuvieron atención médica, y nueve días hasta que el caso fuera notificado. La capacidad de diagnosticar a los pacientes también fue pobre en los inicios de la crisis: de 29 pacientes analizados, apenas se logró diagnosticar a seis.
El estudio concluye que Ecuador es el país más afectado de América Latina, como se evidencia por las propias imágenes de cadáveres insepultos en las calles de Guayaquil.
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