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7 de Diciembre del 2021
Historias
Lectura: 32 minutos
7 de Diciembre del 2021
Manuel Novik
Incidentalmente extintos: el mercado de aletas de tiburón en Ecuador
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La pesca de tiburón ha incrementado sus niveles exponencialmente en Ecuador. En el país habitan más de 30 especies. Foto: Autor anónimo

Ecuador es uno de los principales exportadores de aletas de tiburón en el mundo, a pesar de que, en teoría, la actividad de pesca dirigida está prohibida. Pero hay mecanismos legales que contribuyen a un mercado boyante. El 2021 ha sido un año sin precedentes en los registros. Galápagos cuenta con una reserva mega diversa con más de 30 especies de tiburones. En el Litoral ecuatoriano hay toda una cultura que gira en torno a este animal.

La exportación de aletas  de tiburón desde el Ecuador, sobre todo a países del Asia pasando por Perú, creció un 34% con respecto al 2020. Pasó de generar por sobre los $600 mil a los $5.7 millones desde 2013 hasta 2021. El decreto 486 que permitió la comercialización de pesca declarada como incidental ha llevado al Ecuador a la sexta posición a nivel mundial de exportación de este producto. Este año la Asamblea rechazó una prohibición temporal a la comercialización de aletas, todavía no hay índices de incidentalidad que limiten las cuotas de especies no permitidas en cada embarcación.

Hoy en día, flotas de unos 18 países pescan cerca de los límites nacionales. En los años 80, los barcos chinos llegaban a los puertos galapagueños a hacerse con la carga pesquera. Esa era la realidad que veía un joven Yuri Revelo, oriundo de San Cristóbal. Antes de la creación del Parque Nacional Galápagos los pescadores, y la población, no tenían en mente la concepción de pesca sostenible o especies en extinción. 


San Cristóbal es una de las principales islas turísticas de Galápagos. Ahí solo está permitida la pesca artesanal. 

Galápagos, la historia ha cambiado

En  la isla San Cristóbal, donde se encuentra Puerto Baquerizo Moreno, la capital provincial, así como en las zonas costeras ecuatorianas, hay una cultura de décadas que gira en torno al consumo de tiburón. Es parte de su cultura gastronómica desde hace generaciones. Lo comen en ceviche o apanado, las vísceras las usan para hacer harina, el aceite lo usan para tratar problemas respiratorios, así fue que lo emplearon contra el Covid. 

Para Yuri la realidad ha cambiado. Hoy no es permitido pescar tiburones así que se dedica a la pesca de albacora y langosta. Mientras va en camino a una faena que durará 10 días, hablamos por teléfono. A más de 1300 km de distancia con Quito conversamos hasta que la señal se vaya, cuando Yuri entre a profundidad en el mar.   

Desde inicios de los 2000, con la creación del Parque, las restricciones pesqueras obligaron a Yuri a mudarse a Manta. En el principal puerto pesquero del Ecuador dedicó años de su vida a la pesca de albacora y tiburón. En lanchas artesanales sus jornadas duraban hasta 4 días de navegación y pesca. 

En la Costa ecuatoriana y las Islas Galápagos, el consumo del tiburón es parte de su cultura gastronómica desde hace generaciones. Lo comen en ceviche o apanado, las vísceras las usan para hacer harina, el aceite lo usan para tratar problemas respiratorios, así fue que lo emplearon contra el Covid.

En esos días, llegaban a cardúmenes con la ayuda de otros pescadores. Se avisaban por radio cuáles eran las zonas donde podían encontrar pesca. Llegadas las 5 de la tarde se regaban las líneas de pesca. El regado duraba dos horas. Más de 150 anzuelos desplegados toda la noche hasta las 5 de la mañana del siguiente día. Con 50 o 60 barcos en el área amanecía y era el momento de recoger la cosecha. Al medio día terminaban y se disponían a regresar. Yuri sabía que donde hubiera peces habría tiburones, así en jornadas de 30 días podían pescar hasta 500 tiburones cuando todavía se permitía la actividad.


La albacora es uno de los recuros más importantes para los pescadores en Galápagos. La profesión se transmite de generación en generación. 

Hoy, Yuri y los pescadores artesanales galapagueños niegan que se pesque tiburón en las islas, pero no hay certezas de eso: cada año hay decomisos de aletas y tiburones enteros en la reserva marina de Galápagos. Aunque desde 2017 los registros de decomisos prácticamente cesaron. Esto puede ser por diversos factores. En una visita al reparto de la Armada del Ecuador en San Cristobal, se confirmó que las embarcaciones tienen un sistema de evasión. Apagan los sensores, entran por las noches o envían pequeñas embarcaciones difíciles de detectar por radar. Paralelamente, la Armada ha reforzado los controles así que los esfuerzos de pesca ilegal en la reserva podrían estar bajando. 

Los decomisos registrados en la Reserva Marina son una muestra de que la zona es permeable a embarcaciones irregulares. Casi la totalidad de las cifras se debe al Fu Yuan Yu Leng en 2017. Pero otras embarcaciones como Don Gerard o María Tatiana también fueron encontradas con especies vulnerables. 

 


La Armada ecuatoriana posee diversos medios para monitorear las islas, vía aerea han rescatado a varias embarcaciones a la deriva. 


Un guardacostas de última generación posee la Armada en San Cristobal.


En su centro de moniteoreo están constantemente vigilando la actividad marítima de la reserva y la zona económica exclusiva.

El pesquero Don Gerard y su flota fue encontrado dos millas adentro de la reserva, lo que prueba que las embarcaciones artesanales tienen la capacidad para llegar desde el continente, pues esta nave no fondea en Galápagos, sino que provenía justamente de Manta. Era una nave nodriza con ocho fibras de pesca. Estas flotas se caracterizan por tener un barco grande (nodriza) que lidera la faena acompañada de pequeños alimentadores (fibras). 

Según Mauricio Castrejón, especialista en conservación de ecosistemas marino-costeros, en 2019 cerca de 100 embarcaciones desembarcaron tiburones reportados como incidentales en Manta, Jaramijó y Anconcito. Más de 700 viajes de pesca habrían faenado 6379 toneladas métricas de tiburones de 13 especies distintas, de las cuales se exportaron 1037 toneladas a distintos países.

Según Mauricio Castrejón, especialista en conservación de ecosistemas marino-costeros, en 2019 cerca de 100 embarcaciones desembarcaron tiburones reportados como incidentales en Manta, Jaramijó y Anconcito.

La exportación de aletas, en auge a pesar de la prohibición

El mercado chino consume una sopa de aleta de tiburón que mueve una industria de comercio millonaria.  En 2021 China y su territorio autónomo Hong Kong han sido los mayores importadores de aletas en el mundo, para su consumo en esa sopa. Ecuador figura en esta lista como el sexto mayor exportador de este año, según el portal Abrams. Con la partida arancelaria de aletas, el portal entrega datos de mercado que revelan el panorama de la industria en el mundo. Aunque Ecuador solo tiene una cuota de mercado de 5%, su valor de exportación creció un 34% con respecto al 2020. El Banco Central del Ecuador informó que el valor de mercado este 2021 ascendió a los $5.7 millones. 

En Ecuador está prohibida la pesca dirigida a tiburón. Entonces, ¿cómo es que es uno de los mayores exportadores de aletas desde hace años? De acuerdo a las leyes ecuatorianas, la comercialización y exportación de los productos derivados del tiburón se podrá dar en el caso de que la pesca de éste se reporte como incidental. Es decir, embarcaciones que vayan en busca de especies permitidas y que dentro de su faena caigan tiburones podrán comercializar el recurso. A más de un año de aprobada la Ley de Pesca todavía no hay un reglamento que establezca las cuotas de incidentalidad por embarcación. Lo que implica que sin porcentajes límite las embarcaciones pueden ir directamente en búsqueda de tiburones y reportarlos como incidentales.

La exportación de aletas es una industria nacional que viene en auge. Hace años que las cifras van al alza. Según el Banco Central y la Federación Ecuatoriana de Exportaciones en 2013 se facturaron $646 mil, en lo que va de 2021 la cifra de exportación es de $5.7 millones, un récord histórico. Prácticamente, la totalidad de los envíos van a Perú y Hong Kong. Un 64% va al país vecino y un 29% al territorio que pertenece a China. 

En Ecuador está prohibida la pesca dirigida a tiburón. Entonces, ¿cómo es que es uno de los mayores exportadores de aletas desde hace años? De acuerdo a las leyes ecuatorianas, la comercialización y exportación de los productos derivados del tiburón se podrá dar en el caso de que la pesca de éste se reporte como incidental.

La playa de Tarqui, una ventana a lo desconocido

Para tratar de entender el fenómeno pesquero visitamos una de las playas que más actividad diaria tiene. Amanece y llegamos a la zona de descarga. Decenas de tiburones pescados llegan a la orilla de Manta. Las lanchas descargan distintas especies. En la orilla se despliegan láminas de plástico negro donde se colocan unos 20 cuerpos ya sin cabezas. Hay al menos cuatro láminas, algunas con tiburones, otras con atunes. 

Mi llegada junto a la de un colega no pasa desapercibida. Luego de que le tomara una foto a una aleta seca sobre el piso uno de los comerciantes la pisa e impide la foto. “¡Guarden esto! ¡Estos manes solo vienen a causar problemas!”. En cuestión de segundos estamos virtualmente cercados. Aunque no es implícito nos sentimos atrapados. Así que llamo al comerciante de aletas que me había ofrecido dar una vuelta por esta playa. 

Es el mismo comerciante que había pisado la extraviada aleta y nos había increpado. “Empezamos mal” me dice. Intento rehacer el vínculo amistoso cambiando de tema. El comerciante me empieza a explicar el proceso. La playa de Tarqui es un lugar donde los pescadores y los comerciantes se juntan. Dos mundos confluyen.


En la playa de Tarqui tomar fotos es un riesgo. Compradores llenan un camión de cuerpos enteros de tiburones listos para ser comercializados.

 Es tarea del comerciante lavar los cuerpos para presentarlos bien a los compradores. Se venden todas las partes del tiburón; las vísceras, el hígado, la piel, la carne, y las aletas. Inicia la negociación como en cualquier mercado: cuánto por esto, cuánto por lo otro. 

En Manta, los comerciantes, pescadores y locales se hacen llamar cholo cometoyo. Cholo se refiere a lo local, algo que tiene que ver con ser aguerrido. Toyo es el tiburón. También se autodenominan como pata salada, por andar a pies descalzos en la arena de la playa. 

Luego de que le tomara una foto a una aleta seca sobre el piso uno de los comerciantes la pisa e impide la foto. “¡Guarden esto! ¡Estos manes solo vienen a causar problemas!”. En cuestión de segundos estamos virtualmente cercados.

Distintos personajes destacan en la playa de Tarqui. Está el viscerador que es el experto en cortar las aletas, que se venden por separado. Tiene tal dominio del arte, que sabe por dónde cortar para que la acción sea perfecta y rápida. Hace los cortes con suavidad y fluidez. Por ahí pasa también quien pesa los pescados. Carga una inmensa balanza que reposa sobre sus hombros con la ayuda de un palo de escoba. 

Todo sucede muy rápido. En cuestión de horas la zona estará vacía. Hay que vender todo. Las personas se mueven como hormigas en esta reducida zona que concentra la llegada de los marinos. Ya nos han identificado como periodistas, así que tanto mi contacto como su par nos advierten, “tengan cuidado con lo que publican”. Los comerciantes se quejan de que la prensa “escandaliza” sobre su trabajo. 

En 2004 se prohibió la comercialización de aletas en Ecuador bajo cualquier modalidad, tampoco había cómo ejercer la actividad aun con reportes de incidentalidad. Pero la prohibición duró poco. En 2007 el decreto 486 permitió la comercialización y exportación de los productos del tiburón si se los declaraba como productos de pesca incidental. Bajo este mecanismo, operan diariamente en esta y las demás playas ecuatorianas diariamente miles de personas. Las empresas exportadoras tienen valores de mercado millonarios. 

También están en la zona al menos 15 personas con chalecos con logos del Gobierno. Intentamos entablar conversación con ellos, pero tampoco por acá hay una buena recepción. Reacios nos preguntan nuestros nombres, nuestro motivo de visita. Miran a los lados, al parecer no quieren que los vean junto a los nuevos visitantes. Ni ellos ni un grupo de estudiantes que realizaban mediciones a los cuerpos accedieron a darnos su contacto. No se sabe si es por miedo, complicidad o indiferencia.

Sigo recorriendo por los distintos puestos improvisados en la orilla de las olas. Me arrimo a uno, inmediatamente se me acerca su dueño, que me increpa. Tiene lista una carga de tiburón azul. Busca un comprador. Si no lo encuentra lo llevará a bodega. 

En cuanto a las aletas, el comerciante que nos guía nos explica que las puede vender ahí mismo en la playa. Pero si quiere obtener un precio más alto tiene que llevarlas a un lugar de secado. Según cuenta, la mayoría de las ventas se exportan al Perú vía terrestre. “Las mismas embarcaciones que antes se las llevaban directo a China ya no las quieren llevar, pero van a Perú y se las llevan desde allá a mayor precio”.


Las aletas se venden por paquetes separados. Dependiendo si se las vende frescas o secas tienen distintos valores. Foto: Bitácora Ambiental.


La cabeza del tiburón no es de los recursos más utilizados. Sin embargo, a nivel artesanal se intenta aprovechar todas las partes del cuerpo del animal. Foto: Bitácora Ambiental.

Lo que sucede en la playa de Tarqui es un pequeño universo de la cadena de producción pesquera. Aunque acá solo llegan faenas de embarcaciones artesanales, Manta tiene los movimientos portuarios pesqueros más influyentes del país. Según los comerciantes solo en Tarqui pueden llegar a trabajar entre 1200 y 1500 personas al día, entre toda la cadena de producción. 

La mano del narcotráfico

Solo un par de días antes de nuestra visita a la playa de Tarqui, un mega operativo de la Policía Nacional detuvo a 12 presuntos implicados en estructuras de crimen organizado. El comerciante de aletas, que no se despega de nuestra vista, nos comenta que uno de los miembros de la cadena productiva de esa playa fue parte de los detenidos. Según la Dirección de Investigación Antidrogas de la Policía Nacional la implicación de pescadores con actividades ilícitas se justifica siempre con la rentabilidad de colaborar con el narcotráfico: un pescador artesanal puede ganar sobre los $1200 por faena, mientras que por abastecer de combustible a organizaciones criminales pueden llegar a ganar $35.000. 

Luego de nuestra visita a la playa tomamos una taxi lancha y vamos en busca de los barcos que han sido detenidos en el operativo. Nos han dicho que están fuera de Manta, pero tras la búsqueda los encontramos parqueados a pocos metros del Yatch Club a las embarcaciones Pedalex e Isabela. El primero ya había sido detenido previamente en Galápagos con sustancias “sujetas a fiscalización” según dijo la Armada del Ecuador. 

 

Los barcos Pedalex e Isabela habrían sido detenidos en un operativo policial que los relacionaría con estructuras de crimen organizado. Ambas embarcaciones reposaban parqueadas a pocos metros del Yatch Club como parte del paisaje. 

Un país que depende en gran medida de la pesca no tiene muchas otras actividades a las que recurrir. Gran parte de su población está ligada de una forma u otra a ella, en especial en zonas costeras como Tarqui. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) un 55% del comercio de pesca viene de países en desarrollo. La convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) declaró que el comercio de aletas es la primera causa del declive en la población de tiburones. 

El biólogo marino Alex Hearn reafirmó estos datos y agregó que un 16% de las especies de tiburón están amenazadas, aunque es difícil conocer con exactitud el tamaño de su población. Lo que sí es cierto es que su condición de depredador lo convierte automáticamente en una especie menos abundante; un depredador solo lo es en tanto haya mayor número de presas. 

Los pescadores y comerciantes en Tarqui no son muy amigables con las cámaras. Se quejan de que los han demonizado. Turistas y medios de comunicación llegan para llevarse una foto de primera plana. Un cuerpo de tiburón ensangrentado produce polémica. Los pescadores artesanales sostienen que lo que hacen está dentro de lo legal. 

Con el decreto 486 aprobado en 2007, la comercialización de pesca incidental se regularizó. Pero existen algunas especies de tiburones que requieren un permiso de exportación CITES. El permiso es una forma de protección a las especies que funciona en el país bajo el Ministerio de Ambiente. El CITES se refiere a especies que no están necesariamente en peligro de extinción pero que deben ser controladas a fin de evitar una utilización incompatible con su supervivencia. 

Los permisos entregados en el país siguen creciendo cada año. Sin tomar en cuenta el 2020 que fue un año en medio de una pandemia, en 2021 los permisos fueron más del triple de los de 2019. Del total de 1.3 millones kilos exportados entre 2018 y 2021 bajo CITES, 911 mil son solo del 2021. 

 

Este septiembre de 2021, en medio de las reformas al Código de Ambiente la Asamblea Nacional rechazó la prohibición temporal a la comercialización de aletas. El argumento para las 95 abstenciones es que el Ejecutivo no ha entregado el reglamento, que fue ofrecido en septiembre por el viceministro de Acuacultura y Pesca Andrés Arens, y que dijo que estaría listo “en un par de semanas”. Hasta la fecha no hay noticias sobre el reglamento que, por ejemplo, pueda fijar cuánto realmente pueden declarar las embarcaciones como pesca incidental antes de que se la considere como pesca dirigida al tiburón. 

Más allá de aletas

Desde la playa de Tarqui se empieza a entender la conexión de los puertos continentales con Galápagos. Los pescadores son cada vez menos artesanales y más semi industriales, tienen cada vez mayor capacidad de pesca y penetración de distancia. El archipiélago ya no les queda tan lejos para ir de faena. Basta con ver la presencia de embarcaciones pesqueras en la zona marítima ecuatoriana.

La organización Global Fishing Watch (GFW) muestra los comportamientos de la pesca a nivel global. En Ecuador las señales que envían los radares en cada embarcación evidencian que Galápagos es una zona codiciada. A través de un sistema de monitoreo conocido como VMS se transmiten posiciones e intervalos en cuanto a tiempo o latitud. Recientemente el Estado ecuatoriano hizo pública la transmisión de los VMS de las embarcaciones registradas. A pesar de que la misma organización GFW reconoce que no se puede tener datos absolutos ya que hay embarcaciones no registradas, si es posible divisar patrones de los registros oficiales; giran en torno a las islas.

Mapa Global Fishing Watch

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Fuente: Global Fishing Warch

Según el biólogo e investigador Alex Hearn, en Galápagos habitan unas 33 especies de tiburones, algunas permanentemente y otras con características migratorias. De estas, 17 tienen un rango de distribución circuntropical, 9 son del Pacífico Este, 3 son del Indo Pacífico, 2 de Perú y Chile y 2 podrían ser endémicos de Galápagos o Cocos (Costa Rica). Van desde costeros hasta habitantes de aguas profundas. En la reserva marina hay 19 puntos de crianza registrados por el Parque Nacional Galápagos.

El Banco Central del Ecuador informó que, entre 2007 y 2012 se exportaron 864 mil toneladas por $16.651.600. De 2013 a 2021, 959 mil toneladas por $19.989.300. Este año, que aun no termina, ya es el más alto en exportaciones e ingresos desde los años en que se tienen registros. Dos empresas concentran la mayor cuota de mercado, entre ellas Fisch Choez & Villegas, investigada por el decomiso de 26 toneladas de aletas en Hong Kong, provenientes de Ecuador.

El Banco Central del Ecuador informó que, entre 2007 y 2012 se exportaron 864 mil toneladas por $16.651.600. De 2013 a 2021, 959 mil toneladas por $19.989.300. Este año, que aun no termina, ya es el más alto en exportaciones e ingresos desde los años en que se tienen registros.

 

 

 

Lo llamativo de esta tabla es que las dos mayores exportadoras están presentes en el mercado solo desde el 2017 (FischChoez) y desde el 2018 (Solozano). Las dos concentran casi la mitad de las exportaciones desde 2013 hasta la fecha. Repasando el incremento de exportaciones, en 2013 bordeaba los $660 mil, en 2021 que aún no se acaba está en $5.7 millones. 

¿A dónde van (y de dónde vienen) las aletas? 

Desde el 2013 Ecuador ha exportado directamente a los mayores importadores de aletas del mundo: Perú y Hong Kong. En menor cantidad, ha exportado a España y Vietnam. De las 960 toneladas exportadas de 2013 a 2021, más de 600 han ido a nuestro vecino del sur, casi todo vía terrestre. Otras 280 toneladas para Hong Kong, que este 2021 figuró como el mayor importador de aletas del mundo y generó $98.065.413, casi $30 millones más que en 2020. Lo que refleja el auge de la demanda de aletas no solo en el país sino en el mundo.

 

En un mercado de España se venden aletas de tintoreras, una especie con presencia en Ecuador. Foto: Doménika Herrera

 

Enero del 2022 está próximo a llegar. Mientras recibimos un nuevo año se dará probablemente la mayor exportación de aletas en el 2022. Enero es el mes en que mayor cantidad de exportaciones se registran históricamente. Los exportadores no esperan. O tal vez sí, acumulan toneladas de aletas durante meses y hacen envíos grandes. Cada vez más grandes, las cifras lo respaldan. ¿Podrá el 2022 superar el récord histórico de este año?

 

Se han hecho públicas ya las mayores empresas exportadoras. Pero ¿Quiénes están pescando tiburón en el Ecuador? Un informe de 2019 de la WWF reveló que “las flotas artesanales sobre las que se realizan controles en el desembarque de pesca incidental son principalmente las que se dedican a la pesquería de peces pelágicos grandes (entre ellas tiburones) que está compuesta por embarcaciones de fibras de vidrio, y algunos barcos nodriza artesanales”. 

 

La WWF obtuvo datos de desembarques que han reportado pesca incidental de tiburón para la flora artesanal. Cerca de un 80% de los desembarques que han reportado pesca incidental se dan en el puerto de Manta.  En el caso de las flotas industriales, también reportaron que la pesca incidental se compone principalmente de tiburones. 

Dos mundos

Puerto Ayora, Galápagos, recibe las faenas de la pesca artesanal en las islas. Es un lugar paradisíaco, en donde turistas de todo el mundo ya han vuelto a llenar sus esquinas. Restaurantes de primer nivel, boutiques con regalos costosos, agencias de tours a todo el archipiélago. En el bulevar cercano al muelle el ambiente es amigable con los que venimos de afuera. Hay buena música en cada cuadra y cada vez menos gente usa la mascarilla. El calor contribuye a un ambiente muy relajado. 

 

Uno de los recursos que mantiene viva esta fantasía es el tiburón. Su presencia en las islas atrae a miles de turistas cada año. Para llegar a conocer un tiburón se requiere tiempo, esfuerzo o recursos económicos. Son peces medianamente difíciles de acceder. Decido intentar conocerlos de primera mano. Los tours que lo ofrecen van desde los $100 para un recorrido de un día. Si no se quiere pagar habría que aprender a nadar con snorkel, a bucear o saber de la especie para tener conocimiento de donde encontrarlos, algo que es imposible aprender en los pocos días que visitamos el lugar. 

   

En las agencias, aseguran un 90%, 92% o 95% de posibilidades de verlos. Me pregunto a que se atribuye ese porcentaje restante. Pero no hay tiempo así que tras conversar con algunos locales me arriesgo por una de las ofertas, si falla no habrá posibilidad de hacer otro intento. Viajar desde Quito a las islas no es una actividad que se pueda repetir con frecuencia. Salgo en la María Angélica, la lancha con destino a Isla Pinzón, una pequeña isla que no está habitada pero que posee un gran atractivo natural. 

 

En la lancha turística María Angélica en busca de tiburones. En Isla Pinzón los encontraríamos. 

 

En Manta el panorama es otro. En la provincia de Manabí la inseguridad se ha vuelto un tema. Según cifras del Ministerio de Gobierno, esta provincia tuvo la quinta mayor tasa de homicidios de Ecuador en 2021. La tasa de 9 homicidios por cada 100 mil habitantes no era tan alta desde 2012 cuando llegó a 10,6. En nuestra visita a la playa de Tarqui se siente un ambiente cuando menos tenso. El otro lado de la historia. 

 

El amanecer en esta playa manteña vive a otro ritmo que el turismo de Galápagos. En las orillas y el mercado de Tarqui la gente viene por un sustento. Los cuerpos decapitados de tiburones no asombran a los locales. Es un negocio diario. Los pescadores se cargan dos o tres cuerpos al hombro y los bajan de sus lanchas a las láminas asentadas en la arena. Acá no hay espacio para el turismo, los comerciantes buscan compradores y regatean el precio de los tiburones que han llegado.

 

Tras solo unas horas la playa se vacía. Ya los recursos han sido vendidos o llevados a bodegas. Nos enteramos por redes sociales que Esperanza, un tiburón ballena que tenía un dispositivo de rastreo había sido encontrado hace pocas horas en Jaramijó, muy cerca a Tarqui. El tiburón había sido marcado en la Reserva Marina, luego se habría perdido y recientemente habría emitido una señal desde la costa continental. Pero consulto con colegas locales que no recomiendan ir a la zona porque “está muy caliente”. 

 

Pero vayamos de vuelta a la travesía en Galápagos: nuestra lancha María Angélica nos lleva a conocer en persona a tintoreras, una especie de tiburones que se encuentran en las islas. De vuelta a un ambiente distendido, un guía local nos entrega galletas y chocolate caliente a los 8 turistas que éramos tres rusos y cuatro polacos, que seguramente vienen a disfrutar de su jubilación en nuestro país. 

 

Paramos en un islote y nadamos con tortugas y leones marinos, algo surreal. Tras casi dos horas de viaje llegamos a Isla Pinzón, donde deben estar las tintoreras. Levamos anclas y nos colocamos los equipos de snorkel esperando que los tiburones estén en el lugar. Nadamos por unos metros y el guía nos advierte que los ha visto y que nos acerquemos con calma. Nadamos hasta un lugar rocoso y cercano a la orilla donde la temperatura del agua aumenta drásticamente.

 

 

 

De repente los vemos, unas 20 tintoreras disfrutando de la temperatura del agua en ese rincón y moviéndose casi como flotando en un área reducida. Ni se inmutan ante nuestra presencia. Su condición de depredadores se deja ver sola, se hacen respetar por todos los otros peces del lugar que se mueven con mucha más rapidez. Un animal imponente. La punta de sus aletas tiene un blanco reluciente que le ha dado el nombre de punta blanca o tintoreras de arrecife. Tras algunos minutos bajan mis pulsaciones y convivo por unos momentos con el tope de la cadena alimenticia marina. Mientras unos pasan por mi lado, otros por debajo, a poquísimos centímetros es inevitable preguntarse si seremos de las últimas generaciones en haberlos conocido tan de cerca. 

 

*Manuel Novik es periodista de este portal y estudiante de la Universidad San Francisco de Quito. 

 

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Incidentalmente extintos: el mercado de aletas de tiburón en Ecuador
 


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