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2 de Abril del 2015
Historias
Lectura: 12 minutos
2 de Abril del 2015
Redacción Plan V
Juan Montalvo, ese hombre extraordinario

El escritor, periodista y político ambateño nació el 13 de abril de 1832. Murió en París, Francia, el 17 de enero de 1889, a los 57 años de edad, a causa de una pleuresía que se le complicó.

 

Montalvo es el escritor, periodista y filósofo más nombrado de Ecuador y el más universalmente conocido. Sin embargo, por paradoja de la historia, se puede afirmar que es, al mismo tiempo, el gran desconocido de la cultura ecuatoriana. El Proyecto Montalvo, como emprendimiento cultural, busca solucionar ese vacío.

Las portadas de los dos libros iniciales del Proyecto Montalvo, editado por Paradiso Editores.

Se llama Proyecto Montalvo y tiene dos objetivos: el primero, actualizar el pensamiento de Juan Montalvo, lo cual significa hacer una lectura contemporánea de sus ideas, y por eso hemos reeditado algunas de sus obras. Si alguien va a una librería y pide las obras de Montalvo simplemente no están disponibles. Se hace preciso retomar algunas de sus ideas que tengan algo que decirnos hoy. Montalvo es un clásico, en el sentido que le atribuye Ítalo Calvino, es decir el autor que puede resistir varias lecturas a lo largo de muchas generaciones. Eso pasa con Montalvo: uno era el mensaje que leían sus contemporáneos, otros el que el leyó el liberalismo en 1900 y otra cosa nos dice hoy.

El segundo objetivo es masificar a Montalvo: poner el pensamiento y la obra de Montalvo al alcance de un público amplio. Montalvo nació como un proyecto multimedia, cuenta Xavier Michelena, presidente de Paradiso Editores, que podía ser replicado en la prensa escrita, en cabeceras, jingles radiales, o una faceta televisiva a través del concurso La Ruta de Montalvo, que es un concurso abierto al público para que sobre la base de los contenidos de la obra de Montalvo pueda participar y obtener un premio que consiste en rehacer la ruta montalvina: Baños, Ambato, Quito, Ipiales, Panamá, Madrid y París. Y en la parte gráfica hacer ediciones masivas y baratas. Hemos pensado que es importante hacerlo y mirar quién más se suma.

El periodista cubano, Alejandro Querejeta, define a su biografía montalvina en primera persona, como “un intento por obligar al Cosmopolita a sincerarse en todo sentido y a sus exégetas sinceros, críticos acérrimos y biógrafos a develar los secretos de sus lecturas entre líneas”.

El Proyecto Montalvo ha producido dos títulos: Yo, Juan Montalvo, del periodista y escritor cubano Alejandro Querejeta Barceló, y Juan Montalvo periodista, de Michelena. Querejeta define a su biografía montalvina en primera persona, como “un intento por obligar al Cosmopolita a sincerarse en todo sentido y a sus exégetas sinceros, críticos acérrimos y biógrafos a develar los secretos de sus lecturas entre líneas”. En 158 páginas, el periodista cubano, quien también es subdirector del diario La Hora, en Quito, señala en el postfacio de su obra las decenas de referencias que ha tomado los textos como un collage,  tanto de la misma mano de Montalvo como de quienes vivieron su tiempo y hablaron de él para “acercar al lector, cualquiera que sea, una suerte de retrato íntimo de ese hombre extraordinario”.

Plan V habló con Michelena sobre el Proyecto Montalvo:

¿Cuál es la propuesta central?

La propuesta es poner a Montalvo en la misma dimensión de significados como lo es José Martí para los cubanos. Alejandro Querejeta decía que el pueblo cubano conoce a Martí porque sus obras están al alcance de todo el mundo en todo tipo de formato. En el caso de Ecuador, todos los autores ecuatorianos son olvidados y solamente se los recuerda en las grandes fechas. El 13 de abril para Montalvo, el patrón de los maestros, el prohombre, la libertad y bla, bla. Pero el momento de la verdad Montalvo no existe, la gente no lo ha leído y no lo conoce.

¿Y qué se lo que desean que ahora se conozca?

Estamos convencidos que el pensamiento de Montalvo es una respuesta para este momento, basados en tres conceptos que Montalvo define como centrales para su pensamiento: la libertad, la democracia y el republicanismo. Montalvo era un convencido, y esa era la polémica con García Moreno y sus contemporáneos, que lo más importante para la defensa de la democracia era la separación de poderes, y por eso su insistencia en ese tema. Y otro es el predominio de la razón. Él decía que las cosas debían resolverse de manera razonable, usando la razón y no la fuerza. Esas son las tres líneas centrales el pensamiento montalvino. Y cuando hablamos de libertad Montalvo es muy explícito: habla de libertad de expresión, de libertad de pensamiento, de libertad económica, libertad de circulación.

¿Montalvo fue un exiliado?

Tuvo que salir del Ecuador porque lo perseguían, y en su caso tanto García Moreno cuanto Vintimilla.  Eso porque quería mantenerse en la batalla por el pensamiento y para ello debía estar vivo.

Capítulos de Juan Montalvo periodista y Yo, Juan Montalvo

¿Cree que Montalvo pueda tener una dimensión como Martí?

No lo digo yo, lo dice  Pedro Henríquez Ureña, el gran crítico dominicano, quien dice que la historia del pensamiento iberoamericano se lo concibe en torno a tres o cuatro nombres, y el menciona a Martí, Andrés Bello, Juan Montalvo y Sarmiento. En torno a ellos se debe construir la historia del pensamiento americano. Literariamente Montalvo es un precursor del modernismo, tan grande como Martí. Siempre se ha reverenciado de Montalvo la forma, y la prosa, y eso es lo que más conocemos de Montalvo, su dominio de la lengua, su capacidad literaria.

¿Montalvo era un liberal de cepa?

Tenemos una dimensión que se ha descuidado, la de haber sido el principal vocero del liberalismo ecuatoriano, justamente por fuentes francesas y también de publicaciones inglesas como The Espectator, difusora del liberalismo, de la cual tomó El Espectador. Uno de los propósitos claros de Montalvo, todo el tiempo, era el de difundir las ideas liberales. El más grande aporte del liberalismo fue reivindicar la libertad individual frente a las monarquías, en el caso europeo. Además, Montalvo admiraba mucho a la incipiente democracia estadounidense. Decía que eso era factible solamente porque el individuo contaba más que el Estado y ese es el liberalismo clásico que Montalvo se dedica a difundir en sus escritos. Esa es la importancia fundamental de este ambateño para el pensamiento político y filosófico.

Al hacer un balance cuantitativo  tenemos que el 65% de su obra es periodismo. Pero también tenemos un  Juan Montalvo como activista político, que enfrentó a los dos caudillos más poderosos de su época. Ese Montalvo es el hombre convencido de que la palabra era un instrumento de lucha.

La faceta de periodista no está muy arraigada en el imaginario sobre Montalvo... 

Como escritor y periodista político, Montalvo es fundacional. Tenemos Las Catilinarias, la Dictadura Perpetua. Hizo del periodismo un instrumento de lucha. Siempre hablamos que el gran fundador del periodismo en el Ecuador es Eugenio Espejo, cuando tenemos que quien ejerció todos los géneros fue Montalvo. Juan Montalvo periodista te muestra sus diversas facetas en el oficio. Él nunca escribió un ensayo sobre el periodismo, pero si se hace una lectura atenta de sus textos se puede reconstruir lo que pensaba sobre el periodismo. Lo que hace la antología es mostrar las distintas facetas de Montalvo, hay un Montalvo cronista en La Bogotana, que cuenta la elección de la señorita Sudamérica en París; esa crónica tiene argumentación y relato de los hechos y podría publicarse hoy. Hay un Montalvo que es crítico literario que no supo comprender la propuesta de Flaubert y descalifica a Madame Bovary; hay un Montalvo entrevistador, que teoriza sobre cómo hacer entrevistas; está su faceta de analista político. Esto demuestra que ante todo, Montalvo era periodista. Al hacer un balance en términos cuantitativos el 65% de su obra es periodismo.

Pero también tenemos a un Montalvo como activista político, que enfrentó a los dos caudillos más poderosos de su época. 

Ese Montalvo es el hombre convencido de que la palabra era un instrumento de lucha. Montalvo no era un hombre rico, no era un político de tarima; en Juan Montalvo periodista hay el fragmento de una carta que es un discurso que Montalvo debió haber pronunciado en Guayaquil, porque cuando regresa de Panamá lo recibe una multitud gigantesca para nombrarlo candidato a diputado por el Guayas. Guayaquil tenía unos 60 000 habitantes y había 10 000 para recibir a Montalvo bajo el grito de libertad, libertad. Pero Montalvo sufría de pánico escénico, y no dio su discurso, pero lo escribe y lo publica al otro día. Jaime Nebot leyó ese fragmento en la última sesión solemne del cabildo y dijo, en una charla particular, que ese era un texto que cada guayaquileño tiene que leerlo y aprendérselo de memoria, porque eso es lo que hay que defender: la libertad, la democracia y la razón. Montalvo conocía sus límites. No era un político de tarima, no era capaz de enfrentar un debate parlamentario pero sabía escribir; pero tiene una herramienta que usa bien: la palabra. Por eso es que su obra periodística es lo más significativo y lo que más se ha conocido.  Miguel de Unamuno dice sobre la prosa de Montalvo que se iba saltando su prosa perfecta e iba pescando los insultos. Antonio Querejeta dice: lo que menos me interesa de Montalvo son los insultos. Lo que interesa es la estructura de sus textos, cómo plantea sus argumentos, su pensamiento, la relación de una parte con otra.

Correa se ha comparado con Montalvo por su “dotes” de insultador; esa faceta es la que ha permeado todo el imaginario que tenemos sobre el escritor ambateño.

Por supuesto, porque han sido lecturas interesadas y es fácil manipular, sobre todo en algo tan emotivo como puede ser un insulto. En Ecuador la política no es ni ha sido obra de las monjitas de la caridad, pero Montalvo no era solo eso; es más, los insultos fueron muy poco en toda su obra. Lo que nosotros reivindicamos es una lectura actual e integral de Montalvo. Ello también pretende la biografía novelada de Montalvo, de Alejandro Querejeta. Ahí hay una escena muy fuerte, muy potente sobre su agonía en París, cuando tiene que ser operado de una dolencia pulmonar y rechaza la anestesia.  Montalvo valoraba mucho la conciencia y él dice que nunca la había perdido y no la voy a perder en los momentos más difíciles y se hace operar sin anestesia. A partir de esa escena se va reconstruyendo la vida de Montalvo, su pasión fundamental que era la escritura, las relaciones con sus amigos y su  pensamiento. Es una obra intertextual. Montalvo habla con su propia voz, porque no traiciona al personaje.

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