

Se estima que hasta 500 mil indígenas viven en las cuencas altas del Amazonas en territorio de Ecuador y Perú. Foto: Dolores Ochoa.AP
Un informe de la organización ambientalista mundial, Amazon Watch, denunció el rol de bancos europeos en el comercio del petróleo de la Amazonia ecuatoriana hacia refinerías de Estados Unidos. Según la ONG, los bancos "han otorgado líneas de financiamiento comercial para comerciar aproximadamente 155 millones de barriles de petróleo de la selva amazónica en Ecuador a las refinerías en los Estados Unidos por un valor que bordea los USD 10 mil millones de dólares". El problema radica también en que estos bancos han firmado convenios o son parte de acuerdos internacionales en los cuales se comprometen a financiar actividades que pongan en peligro el ambiente y la integridad de los habitantes de las zonas donde se produce lo que financian.
Este es un extracto del informe:
Este informe presenta hallazgos relacionados con el rol que juegan los bancos europeos en el financiamiento del comercio de petróleo proveniente de la región de las Cuencas Sagradas del Amazonas en Ecuador hacia los EE. UU. Las Cuencas Sagradas están ubicadas en el Occidente Amazónico y son una de las nacientes del Río Amazonas. Con una superficie aproximada de 30 millones de hectáreas (74 millones de acres) en Ecuador y Perú, esta área alberga aproximadamente a 500,000 indígenas de más de 20 nacionalidades, incluidos varios pueblos que viven en aislamiento voluntario en sus tierras ancestrales. Es uno de los ecosistemas terrestres con mayor biodiversidad del planeta que representa tanto la esperanza como el peligro de nuestros tiempos.
La expansión petrolera en el “hotspot” más diverso del planeta
La expansión de la frontera petrolera en la Amazonia representa una amenaza inminente a millones de hectáreas en la región de las Cuencas Sagradas que se encuentran en gran parte intactas. La perforación de nuevos pozos petroleros en el bosque tropical con mayor biodiversidad del planeta, un bioma forestal que regula tanto los servicios esenciales del ecosistema planetario como los ciclos hidrológicos y de carbono, es una receta para el desastre.
La extracción actual y futura de petróleo amenaza también los medios de vida y las culturas de los pueblos indígenas amazónicos. La producción de crudo está directamente ligada a la deforestación y demanera conjunta, arrastran una historia de continuas violaciones a los derechos humanos que llegan a amenazar en muchos casos, su supervivencia como pueblo. De manera explícita y repetidamente, los pueblos indígenas han expresado su oposició a la expansión petrolera y otras actividades extractivas en sus territorios.
La pandemia ha exacerbado los riesgos para este bioma y sus habitantes. Por un lado, las compañías petroleras, a pesar de estrictas cuarentenas, continúan operando y, por otro, la ausencia de respuestas sólidas por parte de los sistemas de salud pública, dejan abandonados a los pueblos indígenas y en algunos casos, vulnerables incluso a la extinción.
La amenaza que representa la expansión de la frontera petrolera para los pueblos indígenas, la biodiversidad y los bosques en la región de las Cuencas Sagradas Amazónicas, hace que dejar los combustibles fósiles bajo suelo, sea una prioridad planetaria.
"La amenaza que representa la expansión de la frontera petrolera para los pueblos indígenas, la biodiversidad y los bosques en la región de las Cuencas Sagradas Amazónicas, hace que dejar los combustibles fósiles bajo suelo, sea una prioridad planetaria" dicen los activistas.
Los bancos europeos financian el comercio del crudo de la Amazonia a los EE. UU.
Desde 2009, las instituciones financieras privadas han otorgado líneas de financiamiento al comercio de aproximadamente 155 millones de barriles de petróleo de la selva amazónica en Ecuador a las refinerías en los Estados Unidos por un valor que bordea los USD 10 mil millones de dólares.
Este volumen de crudo contiene cerca de 66,65 millones de toneladas métricas de CO2, equivalentes a las emisiones anuales de 17 centrales eléctricas de carbón. Las líneas de financiamiento de estos bancos son fundamentales para hacer posible el comercio del crudo amazónico a escala internacional.
El rol de los bancos, sin embargo, no se ha limitado al financiamiento. Las entidades bancarias además
brindan a sus clientes un portafolio de servicios que incluye conocimiento especializado y experticia sobre las cadenas de suministro, actores y obligaciones, que se complementa con el otorgamiento del crédito necesario para llevar el petróleo desde la Amazonía a las refinerías estadounidenses.
Al construir puentes entre compradores y vendedores con diferentes necesidades, riesgos, horizontes de tiempo e incentivos, el financiamiento es el factor que viabiliza el comercio mundial del crudo Amazónico.
Sin embargo, el rol de la banca ha experimentado una evolución adicional. A menudo, el financiamiento al comercio de crudo ha conllevado a que los bancos acepten la entrega física de petróleo. Esta práctica es crucial porque permite a los comerciantes gestionar y cubrir sus riesgos. Recibir la entrega significa que los bancos son consignatarios de los documentos de aduanas como son las guías de carga. Esta información brinda a los investigadores la capacidad de rastrear su participación en el comercio del petróleo proveniente desde la Amazonía en volúmenes (barriles) de petróleo comercializado y el valor financiero de la transacción en términos de coste de aterrizaje (CA) de cada envío.
Los campos petroleros como el bloque 43 se ubican en medio de los bosques amazonícos. Foto Andes Info
Los pueblos indígenas hacen un llamado a los bancos
A finales de 2019, en el marco de la Conferencia de las Partes (COP) 25 en Madrid, los líderes indígenas mediante una declaración pública, exigieron a los bancos que respeten los derechos humanos y el futuro de los pueblos indígenas que habitan la Amazonia y en específico de la región de las Cuencas Sagradas:
“Hacemos un llamado global para el reconocimiento de la Amazonia como un órgano vital de la Biosfera. Hacemos un llamado a los gobiernos de Ecuador y Perú, a las empresas y las instituciones financieras para que respeten los derechos y territorios indígenas y dejen de expandir nuevos proyectos de petróleo, minería, agro industria, ganadería, megaproyectos de infraestructura y vías de acceso en Las Cuencas Sagradas. El legado destructivo de este modelo de “desarrollo”, ha sido una gran deforestación, degradación de hábitats, contaminación y pérdida de biodiversidad; diezmando a las poblaciones indígenas y causando abusos contra los derechos humanos. Desafiamos esta visión errónea que ve a la Amazonía como una región rica en recursos donde se extraen las materias primas en pos del crecimiento económico.”
Sin los bancos, el crudo amazónico no podría fluir tan fácilmente a los mercados internacionales. Sin embargo, estas instituciones financieras han asumido compromisos climáticos, de sustentabilidad, y para la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, los cuales contradicen su rol como financistas del comercio del crudo amazónico.
Comercio en controversia: un derrame petrolero en 2020 ha contaminado ríos e innumerables poblaciones
Los oleoductos transportan petróleo a lo largo de cientos de kilómetros. Su trayectoria se inicia en la Amazonía ecuatoriana y peruana y continúa a través de los Andes para su envío a destinos internacionales. El 41% de las exportaciones está destinado a refinerías en California, Estados Unidos. Existe un largo historial de rupturas de los oleoductos que han resultado en derrames que a su paso han contaminado los ríos y consecuentemente, alterado la vida, la salud y la seguridad alimentaria de las comunidades indígenas.
El último derrame ocurrido en la Amazonía ecuatoriana fue en abril 2020, a inicios de la pandemia. Cientos de kilómetros de los dos ríos principales contaminados, dejaron a la deriva a varias poblaciones indígenas que dependen de éstos para sobrevivir. Este derrame se suma al legado tóxico por parte de Chevron, una empresa responsable de verter cerca de 17 millones de galones de petróleo en Ecuador y dejar a su paso comunidades devastadas. Si a esto se añaden los repetidos derrames de petróleo en Perú, el resultado es una imagen devastadora de lo que está en juego.
Cualquier banco comprometido con la protección de los derechos humanos y específicamente, con los derechos de los grupos indígenas, debería estar inquieto por cualquier tipo de financiamiento al comercio de petróleo en esta región.
La destrucción de los tubos de dos oleoductos por efecto del colapso del cañón de un río en las estribaciones de la Cordillera Oriental provocó un derrame de proporciones. Fotos Telmo Ibarburu
El rol de los bancos no solo es el financiamiento
Al financiar el comercio de materias primas de petróleo amazónico, los bancos proveen a sus cliente conocimientos especializados y experiencia en las cadenas de suministros, actores, y obligaciones, y un historial probado de suministros de crédito necesarios para llevar el petróleo de la Amazonía hacia las refinerías estadounidenses.
Este financiamiento viabiliza el comercio global de crudo amazónico a través de la creación de puentes entre vendedores y compradores que tienen diferentes necesidades, riesgos, horizontes de tiempos e incentivos. El financiamiento al comercio como las cartas de crédito, a menudo requieren que los bancos sean capaces de recibir físicamente el petróleo, lo cual es crucial para permitir a los comerciantes gestionar y cubrir sus riesgos.
Las cartas de crédito son típicamente usadas para el comercio global donde la distancia, el riesgo país y variaciones en requerimientos legales son factores.13 Recibir la entrega significa que los bancos son consignatarios de los documentos de aduanas, como son las guías de carga. De esta manera, el petróleo permanece bajo el control del banco para proveer seguridad ante el riesgo de que el comprador no pague. Los compradores son normalmente la “parte notificante” en las guías de carga y pueden tomar posesión del crudo cuando hayan reembolsado el crédito y recibido los documentos del banco para reclamar la propiedad del transportista (tanque de transporte de crudo), quien entonces descarga el petróleo en la refinería. La presencia del banco en las guías de carga brinda a los investigadores la capacidad de rastrear su participación en el comercio del petróleo proveniente desde la Amazonía en volúmenes (barriles) de petróleo comercializado y el valor financiero de la transacción en términos de coste de aterrizaje de cada envío.
Sin los bancos, el crudo amazónico no podría fluir tan fácilmente a los mercados internacionales. Sin embargo, estas instituciones financieras han asumido compromisos climáticos, de sustentabilidad, y para la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, los cuales contradicen su rol como financistas del comercio del crudo amazónico. Mientras por un lado, desechan proyectos petróleo y carbón polémicos en otras regiones; por otro, continúan apoyando la destrucción y degradación de la selva amazónica a través de su financiamiento al comercio.
Financiamiento al comercio vs. Financiamiento de proyectos
Varios bancos examinados para este reporte tenían el compromiso de excluir petróleo y gas no convencionales (por ejemplo carbón, gas de carbón, petróleo de esquisto, arenas bituminosas y petróleo del Ártico) de su portafolio de financiamiento de proyectos. Si bien este es un paso sustancial hacia adelante en los compromisos climáticos de estos bancos, estos han sido menos comunicativos acerca de su voluntad de dar un paso atrás en el financiamiento al comercio. A diferencia del financiamiento de proyectos, donde se realizan préstamos e inversiones para extraer petróleo del suelo y construir oleoductos, refinerías, etc., el financiamiento al comercio funciona para mover el petróleo y el gas desde el origen hasta la refinería, generalmente a través de largas distancias. Los bancos otorgan préstamos a corto y largo plazo para que las refinerías puedan comprar petróleo crudo, lo que facilita un comercio que de otro modo no sería posible. Este informe se centra únicamente en el financiamiento al comercio, pero hace comparaciones entre los compromisos de sostenibilidad de los bancos en la financiación de proyectos de petróleo y gas, frente a su falta de compromiso y transparencia en sus actividades de financiación del comercio.
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