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21 de Junio del 2021
Historias
Lectura: 12 minutos
21 de Junio del 2021
Manuel Novik
La peligrosa travesía de los Narco-sumergibles
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José Restrepo interpreta a uno de los tripulantes de un narco sumergible. Fotos: Producción Sumergible / Alfredo León León 

 

El narcotráfico sigue empleando nuevas vías para ampliar sus redes, esta vez debajo del mar. Un director ecuatoriano trae esta realidad al mundo del cine con “Sumergible”. Un repaso a los viajes submarinos que inspiraron esta película.

Entrar es la parte fácil


Alfredo León León

El director, productor y guionista es Máster en Creación de Guiones Audiovisuales, Universidad Internacional de La Rioja.

El nuevo thriller del director ecuatoriano, Alfredo León León, se estrenó este año en medio de una pandemia que afectó al sector artístico. Una historia que relata una realidad social preocupante en el Ecuador. Tres tripulantes llevan un cargamento de droga a bordo de un sumergible, cuya mercancía tiene como destino final Estados Unidos. En altamar se encuentran con sorpresas propias de una navegación de días y hasta semanas.

El director y guionista aclara que a pesar de que la obra está inspirada en la realidad, es una ficción. “Nos dimos ciertas libertades como agrandar el tamaño del sumergible para poder rodar o poner un foco colgado en medio del sumergible. Son cosas que no pasarían en la realidad pero lo pensamos para darle dinamismo y una sensación de movimiento”. Uno de los asesores de guión para la película fue un agente de la DEA que pudo aportar su experticia a los realizadores del filme.

La producción ecuatoriano-colombiana construyó su propio sumergible donde se rodó la trama. Conversamos con el guionista y director de esta obra que relata una de las formas más audaces del tráfico de drogas en los mares latinoamericanos.

Estelas invisibles

El Océano Pacífico es el lugar de tránsito de sumergibles que intentan pasar con un bajo perfil. “Están tan bien diseñados que no dejan estela al navegar. Una lancha deja un rastro visible desde el aire, en cambio un sumergible no va muy rápido pero prácticamente es un punto en el mar”, dijo León León. Esto hace casi imposible la detección de este tipo de naves en alta mar.

Las embarcaciones que llegan a ser interceptadas en el océano todavía tienen un as bajo la manga. Según el director ecuatoriano, “si ves los videos de capturas en alta mar, hay una urgencia en la captura. Al ser interceptados, los tripulantes hunden la embarcación y eliminan la evidencia”. De acuerdo a la Ley Humanitaria Internacional, de no haber pruebas del delito -en este caso, la propia droga- pasan de ser narcotraficantes a náufragos. “La Policía intenta reflotar los vehículos para poder sustentar los arrestos”, añadió León León.

Los viajes se prolongan por semanas en el océano. Ahí los tripulantes deben sortear condiciones adversas y someterse al stress constante de ser capturados. Usualmente, solo un tripulante tiene comunicación con los narcotraficantes de alto rango. Son ellos quienes dan las órdenes de hundir la mercancía en caso de interceptaciones o cualquier cambio de rumbo.

"Los tripulantes no son narcos, son gente humilde. Están siendo juzgados con cargos de narcotráfico, hay cientos de pescadores ecuatorianos presos en Estados Unidos".

Las condiciones que los tripulantes enfrentan son inhumanas. Un “capitán” de nave puede ganar hasta unos 16.000 dólares por viaje. Una cantidad insignificante en comparación a las ganancias de los grandes distribuidores. “Los tripulantes no son narcos, son gente humilde. Están siendo juzgados con cargos de narcotráfico, hay cientos de pescadores ecuatorianos presos en Estados Unidos”, contó León León a Plan V. 

La historia detrás de los sumergibles

En los años 80 del Siglo XX la droga se transportaba en avionetas que aterrizaban en pistas clandestinas. Al poco tiempo las autoridades empezaron a interceptar este método. Luego se empezó a lanzar la carga desde las alturas sin aterrizar. Sin embargo, esto ocasionaba millonarias pérdidas de droga. Nuevamente se encontraron medios y el envío de estupefacientes escondidos en contenedores ganó preponderancia. El narcotráfico a través de contenedores es hasta el día de hoy el que mayor porcentaje de envíos representa.

Paralelamente, la era de las lanchas rápidas tuvo su apogeo. Su ventaja es que eran artefactos pequeños y sin mucha inversión. Lograban llegar  a Centro América, abastecerse y concluir su viaje en los Estados Unidos. Sin embargo, los radares y controles aéreos forzaron un nuevo desarrollo de tecnología en el narcotráfico.

A inicios de los 90, el Comando Conjunto de Occidente de las FARC habría sido el pionero en operar los primeros semi sumergibles. Todavía eran vehículos muy rudimentarios, lanchas adaptadas con un techo y tubos de escape que les permitían sumergirse parcialmente.

El primer narco sumergible se descubrió en 1993 cerca de las islas colombianas de San Andrés. Un semi sumergible que navegaba casi a su totalidad por debajo del mar, pero con su cabina y tubos de escape todavía como señal delatora. Era un vehículo de siete metros de largo y que podía transportar dos toneladas de estupefacientes y dos tripulantes. El cambio con el tiempo ha sido radical. En 2010 se incautó en la frontera entre Ecuador y Colombia uno de 25 metros, de fibra de vidrio, capacidad de carga de 10 toneladas y espacio para hasta cuatro tripulantes.

Tecnología sofisticada

Existen varios tipos de sumergibles que han sido utilizados con fines de narcotráfico. Los primeros fueron los semi-sumergibles, que usaban el peso de la carga y la gasolina para mantener casi su totalidad por debajo de la superficie. Se encontraron también los completamente sumergibles. Otro tipo de sumergible es el torpedo, un pequeño submarino que se ata a una lancha y se sumerge con la velocidad de la propulsión.

Con el paso del tiempo la tecnología que emplean los sumergibles evoluciona con creces. Han incorporado sistemas GPS y están hechos de madera, acero y fibra de vidrio, este último material dificulta el rastreo por radar y se camufla en el mar. La tecnología que utilizan es tan sofisticada que se parece a la de equipos para detección de submarinos o a los aparatos de investigaciones oceanográficas.

En julio del 2010 se descubrió en la frontera entre Ecuador y Colombia el primer sumergible autopropulsado en el mundo con fines de narcotráfico. Estaba próximo a terminarse. Se lo encontró en un ramal en San Lorenzo, Esmeraldas. Un sector con un manglar muy tupido que hacía muy difícil el acceso del Estado.

Los vehículos submarinos son construidos en astilleros o manglares donde muchas veces se puede llegar solo a través de los ríos. Incluso hay lugares tan recónditos que permiten el acceso solo a limitadas horas del día de acuerdo al caudal de las vías fluviales.

El proceso de construcción requiere de conocimientos avanzados; se necesita ingenieros, soldadores, eléctricos, y expertos en equipamiento y navegación marítima. Se conoce que llegan a la región ingenieros navales de Rusia, Sri Lanka o Pakistán.

Desde Ecuador salen cargamentos hacia Centroamérica con regularidad. Allí, frente a las costas, los esperan nuevas embarcaciones listas para ingresar a los Estados Unidos. Los submarinos vecinos que salen de Colombia rodean territorio ecuatoriano, las islas Galápagos, para luego ir a México.

Un instrumento que aventaja al narcotráfico

El Comité de Seguridad Nacional estadounidense estima que el 80 % del narcotráfico entrante a ese país viene de Latinoamérica y la DEA calcula que los submarinos son por lo menos un 30 % de los mismos. Este es un medio que se ha vuelto preponderante en el narcotráfico. Sin embargo, las capturas son insignificantes en comparación con las ganancias.

Se estima que el costo de construcción de un narco submarino va desde los USD 500.000 hasta los USD 4 millones y tiene un retorno neto de USD 200 millones. Además de la alta tecnología, la ley favorece a estos vehículos. De darse una intercepción, los tripulantes abren las válvulas, hunden la mercancía y el navío. Sin evidencias, pasan a ser náufragos según el Código Internacional humanitario.

En la actualidad emprenden un viaje hasta tres embarcaciones que van tomando la posta en el transcurso. Cuando es este el caso, una puede ir vigilando y sirve como carnada ante alguna interceptación. En el medio va el sumergible con la carga. Hay veces que los acompaña una tercera embarcación que va cuidando cualquier accidente que pueda ocurrir.

El control se hace imposible

En Ecuador los operativos Binacional III – Coast Pacific II, Mega Avalancha 23, Nautilos o Cacería han capturado sumergibles con destino al norte del continente. Solo Colombia reporta 66 capturas hasta la fecha. Pero esta modalidad de narcotráfico está en auge, el costo de producción no supera el 3% de las ganancias.

Según la Policía Nacional, prácticamente la totalidad de producción de cocaína mundial pertenece a Bolivia, Colombia y Perú, entre los tres poseen 165.000 hectáreas de producción. Los sumergibles empezaron transportando una tonelada, hoy transportan hasta 10. El Comando Sur de los Estados Unidos proyecta que en el futuro transporten hasta la mitad del tráfico total en dirección a ese país.

En una entrevista con el coronel de la Policía Antinarcóticos Erick Benítez, este portal recabó información sobre el contexto de los sumergibles en el país. “Desde 2017 no hay más antecedentes, esto puede ser porque se siguen tecnificando y se hacen más difíciles de detectar” dijo el coronel. Según información de la Policía no hay una cabeza visible en el país, sino que nombres en investigación. “Se cree que son emisarios de los carteles de Jalisco Nueva Generación, Sinaloa y fuerzas de la narcoguerrilla de Colombia”.

 

La situación fronteriza

Una de las provincias fronterizas donde el Estado no goza de control total es Esmeraldas. Según la Policía Antinarcóticos es desde aquí donde salen la mayoría de las embarcaciones del narcotráfico. Existe una coordinación con Estados Unidos a través del avión Orion P3 que sobrevuela una vez al día en busca de embarcaciones. La frontera norte representa un problema que viene en parte de la narcoguerrilla del país vecino.

 

Tras la desarticulación de los carteles de Medellín, Cali y del Pacífico, algunos de sus miembros unieron fuerzas con organizaciones guerrilleras. Un ejemplo reciente de esto fue alias Guacho. Según el coronel Benítez, en Ecuador no existen carteles ni producciones masivas de droga ya que el país tiene mayor control del territorio. Algo que según el coronel no sucede en Colombia, donde hay territorios a los cuales el Estado no entra.

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