

Fotos: Cortesía de la Prefectura de Zamora Chinchipe
Esta es la casa donde José Tendetza vivía con su familia. Una juez de Zamora, por pedido del fiscal, ordenó su allanamiento luego de la muerte del líder shuar, para buscar "evidencias" de un posible asesinato.
José Tendenza tenía una hija discapacitada que le dio un nieto. Ella lo cambia de pañal mostrando la pureza de su amor en el piso de la humilde casa donde vivía la familia Tendetza Ushap. José fue asesinado a fines de noviembre y comienzos de diciembre, aproximadamente. Su cuerpo fue encontrado, cinco días de que José había desaparecido, flotando en el río Zamora, amarrado por las manos y la cintura. Como estaba en estado de descomposición, la Fiscalía local habría ordenado su exhumación previa a una autopsia, sin avisar a sus familiares ni compañeros, en silencio y como si José no tuviese hijos, esposa, madre, hermanos… Esa primera autopsia habría dicho que no hubo señales de violencia en el cadáver, y que la probable causa era el ahogamiento, porque según algún policía se fue a pescar. A pescar, cuando lo que hacía Tendetza antes de que lo mataran era ir hasta una reunión con sus hermanos shuar para tratar la situación de las empresas mineras en territorio shuar, especialmente con Ecuacorriente, ECSA, la empresa de los chinos.
A la derecha, debajo de un árbol y con una franja amarilla, se puede vislumbrar la casa de la familia Tendetza.
Al cuadro de una vida de pobreza, sin los servicios básicos elementales, se suma el río contaminado por la minería.
Los niños del lugar se bañan con el agua contaminada por los residuos de la actividad minera.
El hermano de José Tendetza explica las circunstancias de la muerte del líder shuar antiminero.
Rosa Tendetza con su hijo. Ella es la hija de José con capacidades especiales.
A esa casa humilde, asentada en una ladera deforestada, llegaron hombres uniformados armados, por petición oral del fiscal, Galo Rodríguez Abarca, que conoció la causa. La orden de allanamiento, del 10 de diciembre del 2014, firmada por la jueza, Verónica Rosalía Macas Toledo, encargada del Juzgado Cuarto de Garantías Penales, de Yanzatza, Zamora, dice que el fiscal “solicita el allanamiento o domicilio del local ocupado por los señores José Isidro Tendetza Antun y el domicilio del señor Angel Buele Brito, ubicado en la parroquia Tundaime (…) con el fin de incautar evidencias, vestigios, armas, que podrían constituir elementos de prueba de un presunto delito que se relaciona con el extinto José Isidro Tendetza Antun. (…) Diligencia que la actuará la Fiscalía con la intervención de la Policía Judicial, Nacional u otro cuerpo operativo de la Policía especializado, según amerite el caso.- Practicado el allanamiento, de encontrarse las evidencias serán entregadas al elemento policial para la correspondiente cadena de custodia…).
Raúl Ankuash dijo a Plan V que lo que buscaban las fuerzas policiales eran los documentos de las denuncias que Tendetza había hecho contra la empresa china ECSA. No se explica de otro modo que un fiscal pida el allanamiento en la casa del asesinado, para buscar evidencias de su propia muerte, y no se haya realizado ninguna otra diligencia parecida, que se sepa.
Detalle de la orden de allanamiento a la casa de la víctima, buscando "evidencias".
La casa que allanaron policías y fiscales, buscando hasta armas, está al pie de una deforestada colina. Tiene un solo ambiente, y el piso de es de tierra, con la cocina y el baño fuera de la vivienda campesina. Aunque la pobreza y la humildad se nota a la legua, es una de las pocas de bloque de cemento; las casa vecinas son todas de madera de monte, con paredes desgastadas por los elementos.
Sobre las barandas de la casa se cuelgan algunos niños, como si quisieran lanzarse de cabeza al pequeño río que cruza la comunidad, contaminado por las aguas de residuo de la explotación minera. En esa casa entraron las botas policiales y encontraron una cama vieja, de madera, sin colchón; un piso de tierra apisonada y la protesta de sus hijos, madre y hermanos.
En Tundayme, a las cuatro de la tarde del 14 de diciembre, monseñor Walter Heras ofició una misa en memoria de José Tendetza. Elvia Arébalo, una de las dirigentes, leyó un acuerdo que la comunidad había hecho en recuerdo del líder antiminero. Se lo entregó a su hijo, Jorge, y la madre de José, Rosa Antun, recibió con enorme tristeza un ramo de flores blancas.
Domingo Ankuash, un líder shuar histórico, discute con enviados extranjeros del gobierno nacional, que buscaban ser parte de la comisión investigadora que propuso el regimen. El pueblo shuar se negó.
Rosa Antún escucha en silencio, abrazada del ramo de flores blancas, cuando se lee el comunicado:
La Comunidad Amazónica Cordillera del Cóndor Mirador, Cascomi, acuerda:
1. Expresar nuestra profunda solidaridad a su madre, hijos y demás familiares, por la trágica muerte de nuestro compañero, miembro activo de la comunidad por sus legítimos derechos.
2. Brindar nuestor apoyo y respaldo para exigir al Estado ecuatoriano se conforme una comisión internacional de alto nivel que garantice la investigación y determine las causas de su muerte.
3. Recomendar a las generaciones venideras su liderazgo y espíritu de lucha por la reivindicación de los derechos colectivos y de la naturaleza.
En esa casa, Rosa, la madre de José Tendetza dijo que a su hijo murió defendiendo su tierra, la de sus ancestros y de sus hijos y nietos. Defendiéndola de los extranjeros: “ellos nos insultan, nos maltratan, nos dicen jíbaros salvajes, nos quieren sacar de nuestras casas; a un vecino los chinos lo patearon y orinaron sobre su cabeza”.
Rosa Antun, madre de José Tendetza en su casa. Atrás, uno de sus hijos la mira.
Los policías no encontraron lo que buscaban. Todos los documentos estaban en otras casas. La Fiscalía y los policías, por denuncia de los hermanos shuaras de Tendetza, habrían estado presionando a la comunidad y a los familiares para que no hagan acusación particular ni tengan un abogado. No se dejaron intimidar, y ahí están ahora: dando versiones sobre lo ocurrido, algunos de modo voluntario, otros convocados por el fiscal. Pero no piensan ni por un minuto detenerse hasta cuando encuentren las razones de la muerte de Tendetza y se haga justicia con quienes lo mataron.
Rosa Antun muestra su dolor constante tras la muerte violenta de su hijo.
Que la muerte, causada posiblemente por un estrangulamiento, según el propio ministro del Interior, quede en la impunidad no parece estar tampoco en los planes de las organizaciones nacionales y regionales del movimiento indígena. La Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonia del Ecuador, Confeniae, filial de la Conaie, lo dijo muy claro en un comunicado público:
José Isidro Tendetza Antún fue el síndico de la Comunidad Yaanua, parroquia Tundayme y ex vicepresidente de la Federación Shuar de Zamora, miembro activo de la CONFENIAE y CONAIE. De acuerdo a la información proporcionada por sus familiares, José fue encontrado muerto el pasado 2 de diciembre a orillas del Río Zamora, a la altura de la desembocadura del río Chuchumbleza. Había partido de su casa el 28 de noviembre hacia la sede de la Asociación Shuar de Bomboiza y permaneció desaparecido hasta el 3 de diciembre, día en que ante la noticia de que se había levantado un cuerpo sin identificación, su hijo Jorge Tendetza acudió a la unidad judicial de Yantzaza, encontrando el cuerpo sin un resultado concluyente en la autopsia, había sido enterrado como NN (no identificado).
Todo este proceso deja grandes incertidumbres. Desde el día de su muerte hasta el presente no se han esclarecido las causas y apenas una semana después del suceso, debido a la presión local, nacional e internacional, el estado ecuatoriano anunció el inicio de las investigaciones. Luego, con la supuesta intención de esclarecer los hechos, el día 10 de Diciembre, cerca de 40 miembros armados de la policía nacional junto al Fiscal de Yantzaza, irrumpieron en su vivienda y ante la negativa de los familiares de permitirles el ingreso, irrumpieron por la fuerza con el pretexto de requisar armas y aduciendo ser la ley.
El compañero Tendetza era un reconocido dirigente opuesto a la presencia de las empresas mineras en la zona sur de la Amazonía, habiendo actuado como demandante en varias acciones judiciales, motivo por el cual debía viajar el día 2 de diciembre a Lima para presentar una denuncia en contra de la empresa Ecuacorriente ante el Tribunal de los Derechos de la Naturaleza en el marco de la Conferencia de las Partes COP20 realizada en Perú. Además, acumulaba 8 denuncias de Ecuacorriente por su oposición a abandonar sus territorios, que están dentro de la concesión del Proyecto Mirador. Entre otras acciones de amedrentamiento, en el 2012 la empresa mandó a derribar su casa y dañar sus cultivos.
En el trasfondo están los hechos de violencia que se reproducen desde la presencia de las empresas mineras en el sur de la Amazonía, el asesinato de Bosco Wisum en las movilizaciones de defensa del agua y de Freddy Taish por la incursión militar en Piunts. Todo esto demuestra los lamentables resultados de la expansión de las mineras y por ende del extractivismo en los territorios Shuar y campesinos, convirtiéndose en una indudable amenaza para la forma de vida de los habitantes de nuestra región, fenómeno que lejos de aplacarse continuará agudizándose con el avance de la minería a cielo abierto en Zamora Chinchipe.
Como CONFENIAE rechazamos los actos cometidos contra nuestro hermano Shuar y exigimos al pronto esclarecimiento de los sucesos. Adherimos a los pronunciamientos de la Federación Shuar de Morona Santiago y otras organizaciones locales, regionales y nacionales en el sentido de que estos actos de violencia se derivan de la imposición por parte del estado de proyectos mega mineros, mismos que acarrearán a futuro problemas de violencia, destrucción ambiental y muchos más. En concordancia con los pronunciamientos de las organizaciones y autoridades locales, exhortamos a la creación de una comisión internacional de alto nivel, independiente e imparcial, para el seguimiento de las investigaciones con total garantía.
Por tanto, los planes gubernamentales de explotación minera a cielo abierto están en contradicción flagrante con el Sumak Kawsay y totalmente alejados a una política de estado revolucionario que propenda por un verdadero Buen Vivir. Nos preguntamos cuantos dirigentes más, padres y madres de nuestra Amazonía, tendrán que morir para que el gobierno se de cuenta que nuestra verdadera riqueza esta en conservar la selva amazónica y su biodiversidad y no en la explotación irracional de los recursos.
[RELA CIONA DAS]





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