

Neisi venció a la estadounidense Katherine Nye (plata) y a la mexicana Aremi Fuentes (bronce), las mismas rivales que tuvo en los Juegos Panamericanos de 2019. En ese evento también se quedó con la medalla dorada. Foto: Reuters
Neisi Dajomes estuvo a punto de renunciar al levantamiento de pesas. A sus 11 años, la niña de piel canela y cabello ensortijado recibió sus primeras críticas. Apenas empezó su entrenamiento, le dijeron que si se dedicaba a ese deporte su cuerpo se parecería al de un hombre y que se quedaría pequeña. Mayra Hoyos, su entrenadora desde la infancia, tuvo que visitarla en su casa por dos ocasiones para convencerla de que aquello eran mitos y que las pesas podrían ser su futuro.
Para animarla, Hoyos y Walter Llerena, otro de sus mentores, decidieron llevarla a Manabí como parte de la delegación de pesas de Pastaza a un intercambio deportivo. Sus entrenadores corrieron con sus gastos porque no estaba considerada en la comitiva. Querían que Neisi se enamorara de este deporte. La niña participó con solo dos semanas de entrenamiento. En ese viaje, la ahora campeona olímpica conoció la playa y el mar. La niña regresó decidida a convertirse en una gran pesista y viajar por el mundo.
La carrera de Neisi empezó en una humilde escuela de levantamiento de pesas en el barrio 18 de Noviembre de la parroquia Shell, en la provincia de Pastaza. El centro estuvo ubicado bajo las gradas del coliseo mayor de esa ciudad. Hasta allí llegó un inquieto niño, Javier Palacios –hermano mayor de Neisi–, que jugaba por ahí. “Vio el gimnasio, se acercó y nosotros sin dudarlo lo invitamos a entrenar”, recuerda Llerena. Decenas de niños y niñas pasaron por ese gimnasio de solo 18 metros cuadrados, donde los deportistas tocaban el techo con las pesas. El único requisito que les ponían a los menores era que no dejaran sus estudios. “A algunos los obligábamos para que vayan a la escuela o al colegio”, dice Hoyos.
Los hermanos Walter y José Llerena y Hoyos hicieron de ese gimnasio un semillero para los futuros pesistas del país. Walter fue medallista nacional e internacional. Hoyos fue pesista desde los 13 años bajo la tutela del padre de ambos, Gustavo Llerena, quien empezó con este deporte en la Amazonía. Hoyos a sus 20 años se convirtió en entrenadora.
El 1 de agosto, Neisi se convirtió en la primera mujer ecuatoriana en ganar oro en una Olimpiada. En Tokio, festejó aún con las pesas sobre ella: gritó, lloró y erizó la piel de todo un país. Foto: Reuters
“Hay muchos deportistas que se retiran porque no tienen un plato de comida. Y sin comida es difícil que vaya un niño al entrenamiento”,
Mayra Hoyos, entrenadora de Neisi desde su infancia
A Neisi la llevó Javier, quien también fue campeón nacional, cuenta Llerena. En ese gimnasio asentado en esa ciudad petrolera, pero con altos niveles de pobreza, Neisi forjó su futuro por más de una década. Ella quería seguir las huellas de sus entrenadores que recorrieron el mundo por su dedicación y trabajo. Sus mentores la describen como una niña que inició con temor. Pero al poco tiempo observaron su fuerza impresionante y su capacidad de incrementar el peso que levantaba con mayor rapidez que otros niños de su edad.
Pero además de luchar con los estigmas en este deporte a muy temprana edad, Neisi vivió en medio de carencias. Sus padres son refugiados colombianos, quienes llegaron a Ecuador hace más de 20 años y se asentaron en Shell. Se separaron y Neisi vivió con su mamá y sus cinco hermanos hasta sus 11 años. Llerena acogió a la medallista olímpica y a Javier en su casa para aliviar la carga económica de la madre de ellos, quien no tenía trabajo estable. Vivieron con su entrenador más de seis años. Luego, Angie Paola –hermana menor de Neisi y ganadora de un diploma olímpico por su participación en Tokio– vivió cinco años también con este entrenador.
Neisi es hija de refugiados colombianos. Vivió con su madre antes de ser acogida por su entrenador, Walter Llerena. Su hermano mayor, Javier, llevó este deporte a su familia. Además de Neisi, Angie Paola también estuvo en Tokio y ganó un diploma olímpico. Foto: EFE
No debió pasar mucho tiempo para que las medallas adornaran el cuello de Neisi. En 2013 fue campeona mundial en la categoría sub-17 y campeona mundial juvenil sub-20 por tres años consecutivos (2016-2018). En 2015, ganó medalla de plata en los Panamericanos de Toronto de 2015, en la categoría juvenil.
Cuando Neisi cumplió 18 años, en 2016, se independizó y dejó la casa de Llerena, quien en esa época viajó a Estados Unidos para asesorar un gimnasio. En ese año, Neisi también participó en su primera Olimpiada, la de Río de Janeiro, y quedó en séptimo lugar. En ese certamen, sus entrenadores fueron enfáticos en decirle que ella debía ser la próxima medallista olímpica del país.
A sus 16 años, la ecuatoriana ganó el título mundial de levantamiento de pesas, división de los 69 kilogramos. Foto: El Universo
Pero además de luchar con los estigmas en este deporte a muy temprana edad, Neisi vivió en medio de carencias. Sus padres son refugiados colombianos, quienes llegaron a Ecuador hace más de 20 años y se asentaron en Shell.
En 2018, hubo un hecho que demostró su carácter como deportista. Durante el calentamiento para el Campeonato Mundial Juvenil en Tashkent, Uzbekistán, le sangró la mano después de que se le salieran los callos que se producen por la fricción con la barra de las pesas. Aún le faltaba media competencia. Pidió seguir y lo logró. Gritó, se arrodilló y se sostuvo de la barra. En ese certamen ganó tres medallas de oro en los 76 kg, sus últimas como juvenil.
Neisi impuso cinco récords mundiales en la división junior en el Mundial de Halterofilia, de 2018, que se realizó en Uzbekistán.
Pero el 2018 no fue un año fácil para Neisi. Su hermano Javier falleció meses antes de esa competencia. Y sin tregua para recuperarse, un año después la pesista perdió a su madre Orfelia Dajomes Barrera, de quien lleva sus apellidos desde los 12 años. Orfelia hizo este cambio para que Neisi pudiera viajar a Estados Unidos, pues su padre estaba en Colombia y no podía dar la autorización.
Neisi Dajomes empezó en la halterofilia a los 11 años. Su hermano la llevó al gimnasio donde entrenaba. Su madre le dio sus apellidos para que pudiera viajar a una competencia internacional. Ambos quedaron inmortalizados en su mano izquierda después de ganar la presea olímpica. En las fotos: El festejo de los familiares tras conocer la victoria de Neisi. Fotos: Cortesía Retrogusto Films. Tomado de Diario Expreso
Neisi fue el soporte de su progenitora. Desde sus 15 años la ayudó con los gastos desde que empezó a recibir aportes económicos por parte del Ministerio de Deporte. El soporte estatal le llegó cuando ganó su primer campeonato mundial en 2013. “Cuando inician allí necesitan el mayor apoyo. Tal vez no algo económico, pero sí con un plato de comida. Y eso hasta les quita de los vicios”, dice Hoyos.
Con su primer sueldo, Neisi se compró un par de zapatos especiales para pesas. Este dinero le servía también para adquirir, sobre todo, sus vitaminas. “Tienes que invertir en ti para llegar a donde quieres”, le dijo Hoyos.
Dos meses después de la partida de Orfelia, haría una de sus participaciones más memorables. En Lima se alzó con el oro en los Juegos Panamericanos de 2019. En esa competencia también alcanzó su mejor marca ya no como juvenil sino en la categoría absoluta: 255 kg solo superada por la que logró en estas Olimpiadas, que fue 263 kg. Coincidentemente, en la capital peruana compartió el podio con la mexicana Aremi Fuentes y la estadounidense Katherine Nye, las mismas rivales que tuvo en Tokio.
En 2020, Neisi cambió su natal Shell por Quito, donde recibió el apoyo de la Concentración Deportiva de Pichincha. Luego de que Llerena y Hoyos dejaran el país, su entrenador ha sido el ruso Alexei Ignatov, quien radica en Ecuador desde hace tres décadas después de casarse con una ecuatoriana. En palabras de Llerena, Ignatov es el mejor entrenador que existe en esta disciplina en Ecuador. Neisi necesitaba un guía más experimentado para llegar a una medalla olímpica.
La pesista durante los juegos Suramericanos de Cochabamba, en 2018. Foto: Comité Olímpico Ecuatoriano
Con su primer sueldo, Neisi se compró un par de zapatos especiales para pesas. Este dinero le servía también para adquirir, sobre todo, sus vitaminas. “Tienes que invertir en ti para llegar a donde quieres”, le dijo Hoyos.
Ignatov fue entrenador de Llerena, quien fue seleccionado nacional por 20 años del equipo de pesas. De él, dice, aprendió como deportista y como entrenador. Ignatov trabajó en la Federación Deportiva de Pastaza cuando Llerena fue presidente de esa entidad donde conoció a Neisi. Se lo conoce por haber entrenado no solo a los Llerena sino también al ruso ecuatoriano Boris Burov. Su técnica se caracteriza por combinar las pesas con natación en ríos, trabajos físicos al aire libre y masaje al final. En 2019, el Comité Olímpico Ecuatoriano lo contrató para que trabajara con Neisi.
El ruso Alexei Ignatov, de 60 años y radicado en Ecuador, ha sido su entrenador oficial desde 2019. También entrena a Angie Paola, hermana de Neisi. Foto: @ECUADORolimpico
El equipo técnico de Neisi se ha mantuvo junto incluso hasta antes de los Juegos Olímpicos de Tokio. En junio, ella entrenó en Aruba con Ignatov. Allí reside Llerena, quien es entrenador del equipo nacional de pesas de ese país. Para Tokio, los entrenamientos se enfocaron en poner a Neisi en el podio olímpico.
Hasta este domingo, 1 de agosto, Llerena tenía casi 24 horas sin dormir. Contó que en Aruba la competencia no fue transmitida. En redes sociales capturó algunos momentos y la ansiedad lo desbordaba. El resultado fue lo que esperaba. Neisi hizo –describe Llerena– perfectamente el arranque y eso significó haberse metido en el bolsillo el 60% de la medalla de oro. La ventaja que pudo sacar a sus rivales en esa primera parte de la prueba fue decisiva. Para Hoyos, Neisi lo hizo excelente y la campeona sabía que lo había hecho bien porque estalló de júbilo al final del tercer intento. Ella es reconocida por ser una competidora con una alta eficiencia, que no falla en sus movimientos.
Después del arranque, solo debía hacer un esfuerzo más en el envión. Al tercer intento, Neisi se desbordó en gritos, llantos y se dejó caer al piso porque la medalla era suya. Solo hubo un momento de incertidumbre cuando dos de los tres jueces pidieron una revisión al último movimiento de la ecuatoriana. Según ellos, la pesista flexionó un poco uno de sus codos durante su recuperación. Pero los cinco miembros del jurado –que es una instancia superior a los jueces– revirtieron esa decisión luego de un análisis. Era oro para la mujer, para la madre y el hermano que quedaron inmortalizados en su mano izquierda. Era oro para Ecuador. Y tal vez para todas esas niñas que entrenan en un pequeño gimnasio en algún rincón del país.
Las figuras que inspiraron a la medallista olímpica
Alexandra Escobar. Nació en Esmeraldas, en 1980. Fue campeona en los Juegos Bolivarianos, en los Odesur y Sudamericanos. Ha sido medalla de oro en los Panamericanos de 2001, 2002, 2003 y 2004 y de plata en 2019. Ha participado en cinco Olimpiadas. En Río de Janeiro alcanzó el cuarto lugar. La última fue la de Tokio.
Alexandra Escobar, Seledina Nieves y Tatiana Kashirina.
Seledina Nieves. Nació en Esmeraldas, en 1977. Ha sido medallista de oro y plata en los Juegos Panamericanos, Sudamericanos, en los Odesur y Preolímpicos. En 2012. Fue séptima en los Juegos Olímpicos Londres 2012. En 2017 alcanzó una medalla de bronce en el Campeonato Mundial de Anaheim, Estados Unidos. Ahora es parte de la Comisión de Atletas de la Federación Panamericana de Levantamiento de Pesas.
Tatiana Kashirina. Nació en Noguinsk, Rusia, en 1991. Entre 2009 y 2019, ganó cinco medallas de oro y tres de plata en los campeonatos del mundo de halterofilia. Fue ocho veces campeona europea y en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 ganó la medalla de plata.
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