
Periodista. Ha escrito para Revista Vanguardia, La Barra Espaciadora, Diario El Comercio y revista Plan V.

La improvisación parece evidente en la administración brasileña, cuando empezó la cuenta regresiva para los juegos olímpicos.
Brasil atraviesa un mal momento. La crisis política y financiera configura un contexto complejo de cara a los Juegos Olímpicos que se inaugurarán el próximo 5 de agosto, en Río de Janeiro. Es la primera vez en la historia que este magno evento se desarrollará en un país de Sudamérica y muchos ojos miran a la ciudad carioca con recelo, con duda de que pueda asumir el reto.
Río 2016 evidencia un modo muy latinoamericano -y brasileño- de hacer las cosas, en el cual todo queda para el último momento, comenta María Campaña, documentalista ecuatoriana radicada en Brasil. La también periodista tomó un avión el pasado 22 de junio desde el Aeropuerto Internacional Tom Jobim (Galeão) y constató que, a pesar de los esfuerzos, las tareas de remodelación a siete semanas de las Olimpíadas no han concluido. “La ciudad debiera estar preparada y no lo está. En el centro, el tranvía previsto para este evento no está funcionando, las calles están desarmadas, las piedras están levantadas, ciertas estaciones del Metro no van a atender como se anticipó y, ojalá, se inaugure la línea del Metro que funcionaría hasta la Barra da Tijuca (oeste) donde hay algunas pruebas”, dice Campaña.
Para convertir a Río de Janeiro en la primera ciudad olímpica de América del Sur se han invertido USD 12 000 millones de dólares. Esta inversión millonaria conflictúa a la sociedad carioca en un momento en donde se exige se prioricen sus demandas y necesidades. Campaña explica que quienes viven en la ‘Cidade Maravilhosa’ (Ciudad Maravillosa) están pendientes y preocupados por asuntos que son más urgentes y relevantes a largo plazo que las Olimpiadas: la política, el manejo irresponsable y poco eficiente de los recursos, los escándalos de corrupción… Y afirma que la gente está molesta.
Para convertir a Río de Janeiro en la primera ciudad olímpica de América del Sur se han invertido USD 12 000 millones de dólares. Esta inversión millonaria conflictúa a la sociedad carioca en un momento en donde se exige se prioricen sus demandas y necesidades.
El pasado 17 de junio se decretó el "estado de calamidad pública" en Río de Janeiro para poder financiar las justas y los servicios públicos esenciales. El decreto habilita a las autoridades a "adoptar las medidas excepcionales necesarias a la racionalización de todos los servicios públicos, con vistas a la realización de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos Rio-2016". Según recoge un artículo de la AFP, Francisco Dornelles, gobernador del estado de Río, calificó recientemente la situación de "trágica". "Nunca vi nada igual en Brasil ni en todo el estado. Ahora tenemos que actuar junto al Gobierno Federal" para examinar qué se puede privatizar, qué inmuebles se pueden vender, se anota en el artículo. En la publicación también se informa que por falta de recursos el Gobierno hizo recortes en educación, eliminó cinco secretarías y anuló dos programas sociales. Sin embargo, Eduardo Paes, alcalde del municipio de Río y responsable de la mayoría de las obras realizadas para los J.O, aseguró que el decreto emitido por el Gobierno del estado no atrasa las entregas olímpicas y los compromisos asumidos por la ciudad y confía en que los Juegos serán "excepcionales".
Nadadoras del equipo de nado sincronizado de Brasil María Eduarda Miccucci (der) y Luisa Borges. Foto: Reuters
De hecho, la Alcaldía de Río de Janeiro inauguró este domingo 26 de junio el velódromo, que será escenario de las pruebas de ciclismo. "Superamos uno de los grandes desafíos de los Juegos", dijo Paes, al entregar la obra a las autoridades del Comité Olímpico Internacional (COI).
Martha Córdova, periodista deportiva de Diario El Comercio, señala que al tratarse de las primeras justas en Sudamérica tienen una connotación especial. “Brasil se probará en todo, pero ya lo hizo en el Mundial de Fútbol, en 2014. Si bien Río de Janeiro es una ciudad con problemas en seguridad, cuando se organizan esta clase de eventos existen grandes despliegues que garantizan la tranquilidad de los deportistas, turistas, prensa. Hay más de 20 000 periodistas acreditados para esta cobertura”.
En ese sentido, descarta absolutamente la posibilidad de que a menos de 40 días de la inauguración exista la posibilidad de suspender o aplazar las Olimpíadas. “El COI tiene compromisos comerciales con auspiciantes, son más de 206 países, esa inversión no puede botarse”, asegura. En la historia olímpica no hay antecedentes de una cancelación, más si de boicot. Córdova, quien ha cubierto el evento en 2008, 20012 y se alista para este 2016, recuerda que cuando EE.UU. fue el anfitrión los países comunistas se negaron a participar. Algo parecido, del otro lado, ocurrió cuando Rusia fue la sede… La periodista afirma que el reto de Brasil es garantizar la seguridad de los participantes y enfatiza en que la mayoría de la infraestructura ya está lista. “Los atletas ya han probado las pistas, se han hecho pruebas de natación. No hay problema con las instalaciones”, sostiene. Ella no duda en afirmar que las Olimpiadas se van a realizar y deportistas del mundo entero ya están en fase de preparación. Por ejemplo, solo Ecuador invirtió, según Córdova, 50 millones de dólares en este proceso.
María Campaña coincide en que no existe la mínima posibilidad de que se la justas se cancelen. La ciudad está a la espera de que lleguen 500.000 personas, de los cuales unos 10.000 serán deportistas. “Los portales de noticias tradicionales han sido bastante negativos en su cobertura de los preparativos para las Olimpiadas. Magnifican el tema del Zika, de la contaminación en el agua de la Bahía de Guanabara o las demoras en la infraestructura”, reflexiona. Para ella, en efecto, estos Juegos no están hechos “a la europea”, pero reflejan otras formas de hacerlo, en condiciones adversas y en escenarios con otras problemáticas. “Hay muchísimo miedo por lo desconocido y lo que suena periférico, pero aquí (Brasil) las cosas tienen su dinámica”, afirma.
En esa línea, a pesar de las adversidades, Campaña reconoce que los cariocas saben disfrutar y vivir un ambiente de fiesta, y no duda de que cuando empiecen las Olimpiadas será un momento especial, de encuentro. “Serán unas Olimpiadas bonitas… Puede ser que pase como la leyenda de Cantuña y la iglesia de San Francisco, que a las edificaciones les falten la última piedra… pero detrás de todo esto que suena negativo, en el fondo, hay ilusión”, concluye.
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