

Los operativos de rescate terminaron en la mañana siguiente del naufragio. La Armada y los Bomberos estuvieron a cargo de la búsqueda. Foto: AFP
En cuestión de pocos minutos, a las 19:50 del domingo 25 de septiembre, se hundió la lancha Angy, con al menos 37 personas a bordo. El agua les llegó hasta la cintura, la gente entró en pánico, las maletas flotaban. Solo las linternas de los teléfonos alumbraban la oscuridad inmensa del mar. Así se escuchó el hundimiento:
Fueron momentos de horror que alteraron la calma turística de Galápagos. La lancha se hundió en cuestión de minutos y el desastre provocó la muerte de cuatro personas. Una tragedia evitable, por la que aún no hay responsabilidades. Sanciones administrativas y multas no satisfacen a las familias de las víctimas y los afectados.
Según Celmer Guevara, capitán galapagueño, la Angy era una de las más de 30 lanchas de cabotaje que regularmente usan los turistas y moradores de Galápagos para viajar entre las islas habitadas del archipiélago. Se trata de lanchas oceánicas de fibra de vidrio, sus dimensiones son 12,75 metros de largo y 3,50 metros de ancho, están propulsadas por tres motores fuera de borda.
Guevara comenta que la autonomía de ese tipo de lanchas depende del combustible, pero pueden navegar hasta 200 millas náuticas sin problema, “son hechas para navegar”, dice. El trayecto recorrido el día del naufragio fue de 42 millas náuticas. La tripulación está compuesta por al menos 2 personas, y tienen capacidad para 29 pasajeros, pero podía llevar hasta 32. Habitualmente, estas lanchas son el principal medio de transporte entre las islas. Guevara cuenta que la Angy fue traída desde Anconcito, “era una buena lancha, de eso que no quepa duda”, asegura.
Las rutas entre las principales islas toman aproximadamente dos horas. Las lanchas se enfrentan a fuertes olas, a los vientos y las corrientes entre las islas. Pero la tragedia develó que no cuentan con equipos de salvamento, ni operan con tecnología, sino que muchas de ellas aún se ubican por referencias visuales al navegar entre las islas.
La secuencia de los hechos fue la siguiente:
15:14 - Inicio del viaje de Puerto Villamil, Isla Isabela, a Puerto Ayora, Santa Cruz
16:00-16:06 - Motor a estribor fuera de servicio. La lancha frena.
17:05 – Reducción de la velocidad. Nuevas fallas en la lancha.
18:28 – Motor a babor fuera de servicio.
18:50 – Motor central fuera de servicio. La lancha se queda a la deriva.
19:28 – Arriba lancha New Brittany con gasolina. Navegan por 20 minutos.
19:50 – Hundimiento de la lancha Angy y rescate del primer grupo
21:00 – Rescate del segundo grupo
Andrea Chila, sobreviviente, su hermana murió en el naufragio
Andrea había visitado el archipiélago en un tour junto a su hermana Patricia. Andrea es residente en Quito. Junto con su hermana compraron un paquete todo incluído en una agencia turística en la capital. Llegaron a Galápagos el 24 de septiembre, un día antes del naufragio. Habían presupuestado un tour por sobre los $800 por persona.
Su plan el domingo era pasar el día en Isabela para luego retornar a Santa Cruz. Ese domingo, Andrea y su hermana subieron a la Angy para retornar a Santa Cruz luego de un “full-day con snorkeling” en la Isabela, a la que había llegado en la mañana en una lancha de cabotaje.
A las 15:14 del domingo, la lancha Angy partió hacia Puerto Ayora, Santa Cruz. Un recorrido habitual de 2 horas para transportar turistas y locales que cuesta $30 por trayecto. Desde el inicio del viaje hubo irregularidades. La distancia entre ambos puertos es de unos 76 kilómetros o 42 millas náuticas.
Luego de navegar un trayecto inicial, a las 16:00 el motor empezó a fallar nuevamente. Luego de frenar la lancha durante cinco minutos arrancaron, pero los problemas continuaron. Andrea observó un tripulante de tez morena y camiseta roja. La persona señalada era uno de los dos tripulantes de la Angy, el otro era el capitán. A las 17:05 volvieron a parar. Esta vez apagaron los motores. Los pasajeros insistían en retornar a Puerto Villamil, tanto al capitán como al tripulante de la lancha. Pero, según precisan los sobrevivientes, ellos se negaron.
A esa altura del viaje, los pasajeros pidieron chalecos salvavidas, pero no obtuvieron respuesta. Algunas personas con frío y mojadas pidieron mantas térmicas, pues ya empezaba a saltar agua dentro de la lancha. Empezaba a oscurecer y el viento y el frío se apoderaban del mar y envolvían a los ocupantes del bote.
El capitán se mantenía en el segundo piso del bote en silencio, ante los reclamos de la gente. Andrea afirma que los pasajeros se contactaron con el 911 por medio de sus celulares. La sobreviviente dice que la gente en la lancha reclamaba a dos miembros de la Armada que estaban “colados” en la lancha, para que pongan orden. Los testigos consultados por este portal confirmaron que es usual ver a funcionarios de la Marina a bordo de las lanchas de cabotaje sin pagar pasaje. Los testigos consultados, residentes en Galápagos, confirmaron que es una práctica común llevar personal de la Marina por fuera de las listas. Andrea llamó al hotel para avisar que iban a demorarse.
Los tripulantes argumentaban que la lancha solo requería mantenimiento y que aún era posible llegar a Puerto Ayora, por lo que insistían en seguir navegando mientras oscurecía. A las 18:30, el motor a babor dejó de funcionar. Siguieron navegando a una menor velocidad hasta que a las 18:50 el motor central dejó de funcionar. La lancha quedó a la deriva y a merced de las olas y el viento.
El GAD de Santa Cruz confirmó que a las 18:58 se reportó un incidente grave con una lancha frente a la playa de Tortuga Bay, cerca de las costas de la isla. Según el GAD la embarcación llevaba 35 pasajeros y 2 tripulantes. A las 19:02 se habría iniciado la operación de rescate, logrando rescatar a 31 pasajeros. Sin embargo, los testigos aseguran que los que los rescataron fueron habitantes de la Isla y no hubo ayuda de los cuerpos de socorro. Cuatro personas no sobrevivieron y los 2 tripulantes se dieron a la fuga.
Los operativos de búsqueda de los cuerpos de los fallecidos se mantuvieron hasta las 7:04 del siguiente día. El ECU 911 de San Cristóbal dijo que se realizó un operativo conjunto con la Armada del Ecuador, la Policía, los Bomberos, el Parque Nacional y el Ministerio de Salud.
Quedaron a la deriva en un punto ubicado a la altura de Tortuga Bay, una playa concurrida de Santa Cruz y cercana a la bahía de Puerto Ayora. De hecho, se veía la costa desde el punto donde quedaron varados.
Videos en redes sociales mostraron los momentos previos al naufragio de la Angy. Capturas de Video
Según las declaraciones de Pablo Caicedo, director de la Dirección Nacional de Espacios Acuáticos (DIRNEA) de la Armada, en la Asamblea Nacional este 9 de noviembre de 2022, el capitán del bote pidió a su armador que enviara otra lancha con combustible para retomar el viaje a Puerto Ayora y no alertó a la Armada de la situación. La Marina dijo que recién a las 19:28 arribó la lancha New Brittany con el combustible. Encendieron las linternas de sus celulares para hacerse visibles para la otra lancha, pues esta no tenía ni una sola luz. Finalmente, la lancha de rescate logró ubicar el bote a la deriva y darle el combustible, pero no quisieron llevar a los pasajeros a los pasajeros a tierra.
Ya con combustible, navegaron otros quince minutos. Pero, por causas no establecidas aún, a la falta de combustible que habría apagado los motores, se sumó que la nave empezó a inundarse. Aunque los tripulantes trataban de sacar el agua con un balde, la lancha se fue a pique en pocos minutos, en medio de la oscuridad y la fría agua del mar. El agua ya llegaba a los asientos de la lancha. Empezó el pánico a bordo.
La gente empezó a nadar para salir de Angy, que empezaba a hundirse por completo. Se ha podido establecer que no había suficientes salvavidas, ni ningún tipo de kit de emergencia, ni luces o artículos de emergencia que pudieran facilitar el rescate.
Ya en el agua, Andrea gritó que había un cadáver. Siguió alertando a su hermana que nade. Luego de unos momentos Andrea se encontró con su hermana en el mar. Intentó acercar un asiento para que su hermana pudiera flotar. Todo el tiempo tenían a la vista a la otra lancha, la New Brittany, pero cada vez se la veía más lejos. El barco de rescate los abandonó en lugar de acercarse a los náufragos, afirman.
Andrea se separó de su hermana, quien ya no respondía ante sus gritos.
La hermana de Andrea murió en el naufragio y ella poco a poco perdía las esperanzas de salvar la vida. Resistió durante horas tomando maletas o bolsos para poder flotar en el agua helada. Durante la espera, en medio de gritos de ayuda, se preguntaba si tendría que resistir hasta el amanecer. Pero alrededor de las 21:00 Andrea fue rescatada. Una lancha privada llegó a su auxilio.
Andrea tomó una boya, intentó subir al barco, pero su cuerpo no le respondía. Alertó a los rescatistas que su hermana debía estar cerca, pero argumentaron que no podía estar mucho tiempo en el lugar y volvieron a tierra. En la lancha que la rescató del mar, Andrea vio el cuerpo del turista americano-israelí, una de las víctimas fatales.
El domingo 25 y el lunes 26 de septiembre, en la Capitanía de Puerto Ayora, la ciudadanía se congregó a protestar. Pero, ¿cuál es la causa del naufragio? Se analizan factores como excesivo número de pasajeros, falta de combustible, falta de chalecos salvavidas y daño de un motor. La Fiscalía abrió una investigación.
Los testigos consultados por este portal y el capitán local, Celmer Guevara, confirman que la lancha no se chocó en ninguna parte. Según Guevara el casco inferior de la Angy “estaba sanito”.
Según Guevara el problema fue que al momento de quedar a la deriva todos los pasajeros no supieron que debían mantener el balance de la lancha. Sin embargo, por los mareos y el pánico todos fueron a popa. Además, Guevara indica que el armador, la persona que alquilaba la lancha, debía tener conocimiento de que el motor no estaba en perfectas condiciones y no cargar la lancha con tantos pasajeros. Al perderse el equilibrio del peso en la lancha, habría comenzado el naufragio
Los fallecidos eran dos ecuatorianos, un colombiano y un estadounidense-israelí. Todos los fallecidos fueron turistas, pero en el naufragio estuvieron varios locales. Andrea Chila afirma que no fueron respaldados por las autoridades y que no recibieron ayuda psicológica ni logística para retirar los cuerpos de las víctimas y devolverlos al Ecuador continental.
Por su parte, la Armada delegó dos comisiones investigativas y una tercera en coordinación con la Cancillería y diplomáticos del Estado israelí, de donde proviene una de las víctimas. Según la declaración de Pablo Caicedo, máxima autoridad de la Dirección Nacional de Espacios Acuáticos (DIRNEA) de la Armada, el capitán de la Angy no alertó inmediatamente a las autoridades sobre la emergencia a bordo. En su lugar, pidió el auxilio de otra embarcación. Según la Armada, solo alertaron a las autoridades cuando vieron que el naufragio era inminente.
Tatiana Yépez, sobreviviente
Tatiana Yépez, trabaja en el hospital República del Ecuador para el Ministerio de Salud en Puerto Ayora. Desde hace más de dos años es residente en Santa Cruz. Era la tercera vez que Tatiana viajaba a Isabela. La médica relató una serie de negligencias. Al igual que Andrea Chila, Tatiana confirmó que el viaje de retorno a Puerto Ayora se demoró en salir. La lancha se empezó a llenar de gente y ya que “estábamos todos apretujados se empieza a demorar la salida”, confirmó Tatiana.
Según relata, a las 16:00 el motor a estribor dejó de funcionar. Tatiana también observó a uno de los tripulantes haciendo maniobras para arreglar los motores. Durante las investigaciones se determinó que el maquinista a cargo no era parte de la tripulación de la Angy. Tras una parada de cinco minutos volvieron a navegar. Al poco tiempo se empezó a apagar un motor. Los pasajeros pidieron volver a Puerto Villamil en Isabela, el puerto todavía estaba a 20 minutos. Pero el tripulante “acomodó” el motor y siguieron el viaje.
A las 16:00 hubo advertencias de los pasajeros que afirman llamaron desde sus celulares al 911 y a la Capitanía. El tramo entre Isabela y Santa Cruz tomaba dos horas, a más tardar 18:30 debían llegar equipos de rescate. Pero Tatiana afirma que no tomaron en cuenta las llamadas de auxilio de los pasajeros y el operativo no se organizó.
La lancha se empezó a llenar de agua y finalmente se hundió. Tatiana cuenta que las personas que sabían nadar fueron los que se salvaron. No se veía nada, había muchos gritos y mucho frío. Tatiana recuerda que la New Brittany se fue con el primer grupo al ver que también se estaba llenando de agua.
Se fue la lancha de rescate. Tatiana afirma que hubo gente que tuvo que nadar unos 20 minutos para llegar a esa lancha. Se quedó flotando con una colchoneta. Perdió de vista a la lancha. Aunque no hubo fuego, la pasajera tuvo quemaduras químicas de segundo y tercer grado provocadas posiblemente por la cercanía al motor y la fricción del combustible con el agua. Se presume que algunos pasajeros pudieron haber tragado combustible. Otros como Tatiana también sufrieron de quemaduras químicas por el combustible derramado en la zona del naufragio.
Tatiana cuenta que no había oleaje. La marea estaba tranquila. Sin embargo el cansancio después de varias horas en el agua impidió a las personas con menor capacidad en el agua mantenerse a flote. Las personas que no resistieron y no pudieron flotar pudieron haber muerto durante ese tramo.
Tatiana resistió hasta que aproximadamente a las 21:00 fue rescatada. Al igual que Andrea Chila, Tatiana también debió nadar para poder subir a la lancha de rescate. A su llegada al hospital donde trabaja se dio cuenta de que nadie hizo caso a los llamados de auxilio. Testigos consultados en este reportaje aseguran que los tripulantes se fueron en la primera lancha de rescate, su paradero es desconocido.
Tatiana asegura que en los más de dos años como residente en las islas ha vivido en un sistema de transporte entre islas ordenado; con registro de cédula, con registro de carnet, revisión de maletas y papeles. Tatiana indica que en Galápagos no es posible moverse de isla sin que lo sepa el Consejo de Gobierno. El archipiélago lleva un registro adicionalmente estricto al continente debido al control de especies y biodiversidad que requiere Galápagos.
El cuerpo de Tatiana se quemó. Al menos 10 días tuvo olor a combustible. Sentía ardor en el pecho, espalda y abdomen. Tatiana no se dio cuenta de ello hasta que llegó al hospital porque se le empezó a caer la piel del abdomen. Al día siguiente su cuerpo se empezó a llenar de ampollas.
Tardía reacción del COE
El alcalde de Santa Cruz, Ángel Yánez, afirma que la Armada y el 911 son quienes deben actuar primero. Pero la alcaldía es parte del COE cantonal para situaciones de emergencia. Yánez afirma que actuaron enseguida.
El alcalde afirma que su Municipio trabajó como apoyo al COE provincial. Luego de una hora empezaron a llegar rescatados del naufragio a Puerto Ayora. Yánez afirma que inmediatamente se llevó al hospital a los rescatados, confirmó que lanchas privadas ayudaron en el rescate. El alcalde afirma que no pudieron rastrear a los dos tripulantes, que se fugaron.
En el trayecto del muelle al hospital los tripulantes habrían tomado otro rumbo. El hospital queda a una cuadra del muelle. Yánez declaró que habría gente que estuvo fuera de la lista de pasajeros a bordo de la nave.
El alcalde, como presidente del COE, puso una denuncia para que se investigue el paradero de los dos tripulantes. Yanez afirma que uno de ellos incluso estaba con una matrícula prestada. La Marina retiró las matrículas, que son los permisos de trabajo, a ambos tripulantes de Angy. El COE cantonal decidió formar una comisión para fijar un protocolo para los controles y rescates. Yánez afirma que la Armada no controla los zarpes, algo que es de su competencia.
El transporte entre islas es regulado por la Secretaría de Puertos. Las embarcaciones, si bien son turísticas, realizan transporte intracantonal. Yánez admite que no cuentan con equipo adecuado para realizar rescates. Yánez apunta contra la autoridad marítima en el siguiente extracto de audio.
Según Celmer Guevara, capitán y un “hombre de mar”, como se conoce a los más de 4000 personas que se dedican a actividades acuáticas en Galápagos, la lancha perdió las tres máquinas de su motor. Usualmente la lancha debe navegar con los tres motores, al no hacerlo tuvo que utilizar mayor combustible para poder funcionar con menor cantidad de motores.
Guevara afirma que las autoridades nunca llegaron. “Fueron privados los que prestaron ayuda. Las autoridades llegaron cuando no había nada que hacer. Tratan de buscar culpables para no manchar el 911 o la Cruz Roja que no estuvieron y llegaron tarde cuando solo fueron a buscar los cadáveres”, indica el marinero.
“Falta preparación. La Armada no te da un curso exclusivamente de mercante. Te da un curso grosso modo de cuatro semanas. La ESMENA da los cursos. Ahora la gente no sale marino de corazón, sino por necesidad. Es difícil llevar a un marinero que le encante este trabajo. La ley decía que debían recoger a todos los que están en el agua, no se puede dejar a nadie”, agrega Guevara, al comentar el supuesto abandono de los náufragos por parte de la otra lancha
La ESMENA y los cursos de marino
Milton Castillo es abogado en Galápagos y actúa como vocero de seis afectados en el naufragio. Explica en qué consiste el transporte interislas, el transporte cantonal más costoso del país.
Castillo confirma que son varios los turistas afectados en el naufragio. El Ministerio de Turismo no tiene competencia en cuanto a la regulación del servicio de transporte, pero sí en cuanto al turismo. Al ser consultado por este medio, el Ministerio de Turismo descartó tener competencias en este caso. Según Castillo, hay una serie de permisos necesarios que necesitan los marineros para operar en Galápagos. El abogado afirma que se desconoce la naturaleza jurídica de la Escuela de la Marina Mercante (ESMENA) y que no está registrado como instituto de educación superior. La ESMENA capacita a la gente de mar y pesca y depende de la Armada. Pero no es un instinto registrado en la SENESCYT, Castillo lo explica a detalle.
Castillo también apunta contra el comunicado emitido por la alcaldía de Santa Cruz en el siguiente audio.
Según el jurista, el concepto de “desaparecido” no es adecuado, asegura que hay testigos que vieron a la tripulación llegar a puerto. Los familiares y afectados se juntaron desde la misma noche del domingo a protestar en las afueras de la Capitanía. Entre los pedidos están dar con un responsable sobre la omisión de los rescates y la autorización del zarpe, ambas tareas competencia directa de la Capitanía de Puerto de la Armada.
La respuesta de la Marina
En la comisión de Biodiversidad de la Asamblea Nacional, el Director Nacional de Espacios Acuáticos, Pablo Caicedo, delegado por el ministro de Defensa informó a los legisladores sobre las causas del accidente. Merlo confirmó la suspensión de las matrículas para el capitán y la cooperativa, así como multas por contravención de primera y segunda clase. Dentro de la Armada se sancionó a dos capitanes de puerto de Puerto Ayora y Puerto Villamil por no dar cumplimiento a consignas militares y por falta de supervisión, con la remoción del cargo. Caicedo confirmó que también se inició un proceso administrativo a los dos miembros de la Armada que los testigos vieron a bordo el día del naufragio.
La Dirección Nacional de Espacios Acuáticos indica que hubo incumplimiento de los procesos de planificación y control de navegación. Se afirma que el capitán incumplió repetitivamente en los procesos y que se pudo haber detectado estos comportamientos por parte del centro de control.
Caicedo adjudicó al error humano el hundimiento, la falta de sistemas de ubicación satelital, la toma de rutas inadecuadas y el factor ambiental. La serie de causas a las que apunta Caicedo se rigen por la Ley de Navegación. La pérdida del primer motor repercutió en el mayor uso de combustible de los otros dos motores, por lo que se quedaron sin gasolina antes de llegar al punto de destino.
“Fueron privados los que prestaron ayuda. Las autoridades llegaron cuando no había nada que hacer. Tratan de buscar culpables para no manchar el 911 o la Cruz Roja que no estuvieron y fueron a buscar los cadáveres”, celmer guevara.
Navegar con motores deficientes, sin dotación mínima de seguridad, exceder la capacidad de pasajeros, navegar sin dispositivos de navegación y salvamento, y realizar maniobras inadecuadas y no acatar normas de navegación son incumplimientos de la Ley en las que estuvo implicado el capitán de la lancha, según el informe de Caicedo.
La DIRNEA afirma que no se emplearon los tres dispositivos de alerta disponibles. Caicedo declaró que los marinos llamaron por radio, pero no recibieron respuesta del capitán. También apunta a la negligencia al no pasar los pasajeros a la lancha que los había abastecido de combustible. Según Caicedo el capitán escogió un track o recorrido incorrecto que ocasionó mayores colisiones con olas.
Por otro lado, el informe indicó que el capitán no se guió a través de equipos electrónicos sino que hizo una navegación rudimentaria a través de referencias visuales. Tanto en la ida, como en el viaje de regreso el capitán navegó con las costas como referencias visuales y no con el recorrido que se otorga en las capacitaciones. Al desviarse también ingresó en lugares con mayor oleaje.
Caicedo agrega a esto el factor ambiental; una época del año con aguaje, con fuerza del viento y niveles verticales de marea. Si bien los motores fallaron, Caicedo indicó que el exceso de pasajeros no influyó en el hundimiento. Aún se desconoce la lista exacta de gente a bordo el domingo 25 de septiembre.
[RELA CIONA DAS]





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