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17 de Julio del 2017
Historias
Lectura: 19 minutos
17 de Julio del 2017
Redacción Plan V
Trata: Los cuerpos desechables de los mercados ilegales

En Ecuador las cifras sobre trata por explotación sexual son contradictorias y pueden oscilar entre 6.000 y 100.000 personas. 

El libro “Corpografías: género y fronteras de América Latina” analiza desde la antropología de género la trata de personas y el tráfico de migrantes. Es un estudio inédito en el continente, que a través de una revisión de hemerotecas, analiza los llamados “mercados ilegales” en las fronteras de ocho países de América Latina, incluido Ecuador.

 

El libro “Corpografías: género y fronteras de América Latina”  tomó dos años para su elaboración. Es parte de una serie de 12 libros de la colección FRONTeras, que serán publicados a lo largo de 2017.

Los mercados ilegales en las fronteras, las múltiples formas de explotación y los cuerpos desechables que dejan a su paso. La dinámica de las relaciones de poder y la ruptura de los estereotipos de género. Estos son los ejes del estudio “Corpografías: género y fronteras de América Latina” de las investigadoras María Amelia Viteri, Iréri Ceja y Cristina Yépez. Su trabajo es parte del proyecto “Explorando la economía política de la violencia en los sistemas fronterizos de América Latina: hacia una comprensión integral”, que lo llevan adelante FLACSO y la Universidad San Francisco con el apoyo del International Development Research Council (IDRC) de Canadá.

Es considerado como el primer estudio de este tipo en el continente que, con los lentes de la antropología de género, reflexiona sobre lo complejo de fenómenos como la trata de personas, el tráfico de órganos y de migrantes en las fronteras de ocho países de América Latina: México, Guatemala, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil y Argentina. Para ello, equipos en cada país hicieron una investigación en las hemerotecas sobre lo publicado en los últimos 15 años sobre mercados ilegales en las dobles y triples fronteras de los ocho países. La frontera entendida no solo como el espacio geográfico, sino como los poblados que se originan alrededor de ella. Los investigadores no tuvieron autorización para el trabajo de campo por el riesgo que implicaba.

El libro abre una crítica directa a diversos mitos sobre estos temas. Viteri, Ph.D. en Antropología Cultural y catedrática, sostiene que hay más trata de personas por la esclavitud doméstica, que por explotación sexual. Pero por estereotipos y amarillismo de los medios, hay más datos sobre la trata con fines de explotación sexual, en un contexto donde las cifras de estos fenómenos escasean y se contradicen (ampliación más adelante).

El análisis cuestiona que el fenómeno sea solo visto desde una perspectiva de crimen transnacional, cuyas fases son la captación, traslado y destino (cruce de fronteras). “Esto no sólo invisibiliza la trata interna, sino que contribuye a crear un imaginario de enormes redes criminales transnacionales que son antagónicas al Estado y la ley”. En este sentido, las autoras explican que las políticas antitrata corren el riesgo de dirigirse hacia la restricción de la movilidad, cuando en América Latina la trata depende de redes sociales más cercanas. Vale la pena citar la siguiente reflexión de Martha Cecilia Ruiz, investigadora de FLACSO, que consta en el libro:

“Específicamente en el tema de trata, en el año 2006, comprobamos que la gran mayoría de los casos no eran de grandes bandas de crimen organizado, sino de caseros, del novio que lleva a la menor de edad al prostíbulo, y la mayoría era de pequeños grupos. Sin embargo el discurso siempre es mostrar a las grandes bandas criminales porque eso genera más alarma y se justifica que el estado tome medidas de sanción, represión y vigilancia”.

¿Cuáles son las fronteras más violentas además de México? Para la investigadora María Amelia Viteri, Centroamérica es la zona más peligrosa, especialmente Guatemala y Honduras. Las mismas rutas que usan las bandas criminales para movilizar estupefacientes, las usan los tratantes. “Todas las fronteras son violentas para las mujeres”.

El estudio encuentra diferencias y similitudes en las fronteras estudiadas. En el caso particular de Ecuador, según Viteri, en la frontera Ecuador-Perú el mercado de trata es mayor que en la frontera norte, donde hay más tráfico de combustibles y estupefacientes.

Una particularidad de Ecuador, según la investigadora, es que hay secuestros de niñas y mujeres indígenas, quienes por su precariedad económica suelen ser explotadas para trabajos domésticos y sexuales. En estos casos no son necesarios secuestros, sino que los explotadores usan formas más sutiles, donde interviene un amigo. A cambio de un trabajo, ofrecen a las familias de los menores darles educación, así que los padres les dan su consentimiento.

Un ejemplo es lo que sucede en los cantones Colta y Guamote, de Chimborazo. Según una investigación anterior de FLACSO en el 2012, cuyo autor es Diego Cando, los registros mínimos sobre la trata en estas poblaciones no despiertan el interés de instituciones públicas y privadas. A esto se suma que la población de las comunidades en las cuales se ha detectado el problema, no reconoce que la trata de personas sea un delito. Sin embargo tanto en Colta como en Guamote se detectó la presencia de trata interna y externa con fines de explotación laboral, servidumbre y mendicidad con conexiones hasta Colombia y Venezuela.

En este sentido, las autoras del libro de Corporgrafías hace un repaso a lo que denominan “los nuevos esclavismos”. Viteri asegura que en la actualidad hay mayor esclavitud que en la época del comercio de esclavos africanos. “Con la llegada del capitalismo y la globalización esas nuevas esclavitudes están invisibles. Aquí son hombres en extrema precariedad, niños y jóvenes, que con ideas estereotipadas de género, se espera que aguanten hambre, frío, dolor. Entonces los llevan a los trabajos más precarios: plantaciones de plátanos, minas de sal, camaroneras, minería de oro, etc”.

La investigadora aclara que hablar desde una perspectiva de género no solo se refiere a mujeres, sino cómo hombres, mujeres, niños, niñas y jóvenes se convierten en cuerpos desechables para un mercado consumidor, que facilita el negocio de los mercados ilegales y hace que este sea tan lucrativo. “Por eso no va a parar, solo va a incrementar, porque hay demasiado dinero involucrado. Mientras siga la brecha económica siempre va a ver estos cuerpos vulnerables, híper desechables, que van a ser presas de estos mercados ilegales”.

Las autoras sostienen que las distintas formas de explotación no pueden ser contextualizadas sin tomar en cuenta su relación con el sistema capitalista global y su necesidad de cuerpos desechables que “sirven” en tanto son productivos.

El género, en este contexto, es una categoría de desigualdad. Las autoras reflexionan así: “La preferencia por niños, niñas, adolescentes y mujeres para ciertos trabajos se da por la “facilidad” que representa ejercer control sobre sus cuerpos con base en la violencia, que es posible debido a unas condiciones estructurales de desigualdad y exclusión y a la feminización de la idea de “debilidad”. “Lo femenino” se construye en desigualdad y representa vulnerabilidad, por lo cual estos cuerpos son vistos como blancos fáciles de los cuales se puede abusar”.

Las dudas de las cifras

“Específicamente en el tema de trata, en el año 2006, comprobamos que la gran mayoría de los casos no eran de grandes bandas de crimen organizado, sino de caseros, del novio que lleva a la menor de edad al prostíbulo”, Martha Cecilia Ruiz, citada en libro de Corpografías.

No es un caso específico del Ecuador. Pero hay una reiterada escasez de cifras sobre fenómenos como la trata de personas. Viteri explica que siempre habrá cifras ocultas por la ilegalidad, la violencia, la movilidad y la precariedad en la que se desarrollan. “Poner una cifra es imposible”, recalca.

En efecto, llegar a un cifra sobre cuántas mujeres son explotadas sexualmente en Ecuador es una quimera. En una revisión que hiciera Plan V se halló inconsistencias. En 2012, la Defensoría del Pueblo calculó en 6.000 las víctimas por año, pero el proyecto Fomento de Seguridad Integral en la Frontera Norte lanzó ese mismo año la cruda cifra de 100.000 mujeres afectadas por el delito solo en tres provincias ecuatorianas que limitan con Colombia.

A la justicia, el número de casos que llega es dramáticamente marginal: 171 casos entre 2014 y 2015. Aunque han aumentado las denuncias, esa cifra tiene un subregistro incalculable, según lo reconoce la misma Fiscalía. Una solicitud de cifras a la Cancillería sobre el número de ecuatorianos deportados en los últimos años desde México y Centroamérica puede quedar en un eterno limbo.

Las investigadoras agregan que en las cifras que conciernen a trata de personas, existe una variabilidad muy grande que depende de quién obtiene los datos y con qué objetivo, por lo que no es posible hablar de estadísticas “oficiales”.

Pero para Viteri más que las cifras es importante observar el impacto de estos fenómenos en las poblaciones. “Por ejemplo hoy San Lorenzo, en Esmeraldas (frontera norte), está sitiado”.

Según el estudio, los datos sin una contextualización que permita mirar nexos y relaciones, se vuelven datos muertos dado que, adicionalmente, las estadísticas son utilizadas con fines políticos, para medir descensos y ascensos de los indicadores de inseguridad y como una herramienta de estadística criminal.

En este sentido cuestionan que los gobiernos que estos datos van de la mano de las políticas punitivas gubernamentales en donde “todos los caminos terminan en la cárcel”. “El abordaje más grande de los gobiernos para reducir los mercados ilegales es la securitización de las fronteras (militarización y nuevas formas de control migratorio), se incrementa más la violencia y los más afectados son los niños y las mujeres”.

No solo víctimas

El libro buscar romper estereotipos. Uno de ellos es el de víctimas y victimarios. Para María Amelia Viteri, los mercados ilegales tienen eslabones en sus contextos de violencia. Cita, por ejemplo, el caso de una mujer migrante. Ella pone en riesgo su vida al no trasladarse por las vías regulares y por precariedad económica. En ese trayecto se encuentra con actores que la van a incluir en los mercados ilegales. La pueden forzar a trabajos sexuales para que pueda pasar una frontera. Pero también la pueden coaccionar a llevar a dos mujeres más al trabajo sexual como parte de las exigencias para que pueda pasar. Sin buscarlo se convierte en un eslabón de esa cadena, sostiene la investigadora.

Más que las cifras es importante observar el impacto de estos fenómenos en las poblaciones. En trata de personas existe una variabilidad muy grande (de las estadísticas) que depende de quién obtiene los datos.

En este sentido uno de los objetivos del estudio fue identificar cómo funcionan los roles de hombres y mujeres en estos mercados. Por lo general son mercados hipermasculinos, según Viteri. Pero el equipo buscó mujeres líderes también en estos espacios. “Llegan porque al esposo o al padre lo matan o encarcelan. Y heredan el negocio familia. Hacen un papel, dentro de lo problemático, tan bueno como lo haría un hombre. Es un ejemplo para romper que las mujeres son solo víctimas y los hombres solo victimarios”.

El texto cita algunos casos de estos liderazgos femeninos. Por ejemplo la mexicana Sandra Ávila Beltrán, mejor conocida como la “Reina del Pacífico”; y Cantalicia Garza Azuara, La Reina del Golfo o La Canti, ambas vinculadas a grandes capos del narcotráfico. Tambien incluyen eta historia:

“Victoria Eugenia Henao Vallejo, viuda de Pablo Escobar, se mudó con sus dos hijos a Buenos Aires en 1994, un año después del asesinato de su marido. En la ciudad adquirió otra identidad, no tenía ningún ingreso comprobado, sólo 100 dólares que declaró al entrar al país. Sin embargo gastaba un promedio de 12 mil dólares por mes y durante cinco años fue afianzando una fortuna invaluable, hasta 1999 cuando todo se descubrió. Henao planeaba invertir 10 millones de dólares en diez años. Si bien, esta mujer mantuvo un perfil bajo en Argentina, se valió del capital económico, social y simbólico de los negocios de su marido para poder hacer sus propios negocios después de la muerte de él”.

Otro caso fue el de las Flacas y las Halconas en México. Las primeras eran mujeres delgadas contratadas por los cárteles para matar y que por su apariencia física pueden pasar inadvertidas. Las autoras relatan la historia de Verónica Mireya Carreón, una líder de los Zetas. Fue ex policía ejemplar que se unió a las fuerzas del grupo criminal. Por lo tanto  estaba entrenada en el manejo de toda clase de equipos de radiocomunicación.  Era una mujer con “carácter agresivo, cualidades de líder, seguridad en sí misma, capacidad de adaptarse en el medio ambiente que se desenvolvía" y que "efectuaba reprimendas constantes al personal subordinado a ella”, según el perfil sicológico citado por la revista Proceso de México, el 21 de abril de 2015.

Las  Halconas, en cambio, son mujeres pagadas por determinados grupos criminales para vigilar una zona, ver quién entra y quién sale. De la poca información que se tiene, se puede señalar que aparentemente son señoras de escasos recursos que pueden pasar desapercibidas en el espacio público.

Pero también las investigadoras encontraron el caso de Nestora, quien escapó de Guerrero, México, en 1991, hacia Estados Unidos con sus tres hijas. Su esposo la maltrataba y en EEUU sacó adelante a sus hijas. Pero ella decidió regresar a su pueblo y unirse a las policías comunitarias indígenas donde se volvió comandanta regional. El libro reseña que durante su gestión, se dedicaron a perseguir a la pandilla de Los Rojos. Fue detenina junto 30 policías más por acusaciones de secuestro y delincuencia organizada. Y aunque salío victoriosa de las mismas, sigue detenida en una prisión de Nayarit.

El desafío de la prensa

Ante la falta de estadísticas, ahora los investigadores han recurrido a los medios de comunicación para analizar estas problemáticas. Aunque, según Viteri, no se puede validar 100% la información que contienen son un termómetro para conocer la violencia y la vulnerabilidad. Pero asimismo, las autoras encontraron grandes deficiencias en el abordaje de estos temas.

Concluyen, por ejemplo, que en la mayoría de las notas de prensa se estereotipa a la mujer y su cuerpo en función del crimen al que se esté vinculada. Son vehículos para reproducir lógicas de poder masculino y refuerzan las dicotomías entre víctima y victimario.

“La expresividad que adquiere la violencia en contextos de desigualdades sociales marcadas por el capitalismo global, donde se incrementa el crimen, es de alguna manera reproducida por la prensa que no visibiliza ni la agencia social de las víctimas ni las condiciones estructurales que generan dichos crímenes; por el contrario se revictimiza a las víctimas, volviéndolas cuerpos carentes de identidad”.

Por lo general los llamados mercados ilegales son hipermasculinos. Pero hay casos de mujeres que han llegado a liderar también estos espacios.

Después de revisar miles de notas periodísticas, hallaron que las informaciones sobre la muerte de personas contribuyen a “deshumanizar a las víctimas, convirtiéndolas en cuerpos, sin nombre ni rostro. El patrón se repite a lo largo de los años, un cuerpo yaciendo en el suelo, cubierto y donde solamente se pueden apreciar partes de las piernas y los pies”.

Las autoras cuestionan que el uso de imágenes en los reportes de prensa sobre crímenes y hablan de presentar la muerte como un espectáculo, sin información de contexto de violencia estructural, lo que conlleva solo a la revictimización de los afectados.

Viteri dice que si solo pasara la noticia de una sección amarillista (crónica roja) a una sección principal del medio (como actualidad), cambiaría la mirada de los lectores sobre estas problemáticas. “Le da una mayor responsabilidad al periodista”.

De este tema se hablará el jueves 27 de julio en la Universidad San Francisco en el foro “Tratar la trata: Más allá de la noticia”. En ese espacio se lanzará oficialmente la publicación digital que lleva el mismo nombre. Es una guía de buenas prácticas y recomendaciones para profesionales del periodismo y la comunicación. Asimismo hace un análisis a distintas publicaciones periodísticas. Será a las 16:00 en el salón H116n (Campus Hayek) de la USFQ.

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Trata: Los cuerpos desechables de los mercados ilegales
 


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