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14 de Julio del 2019
Historias
Lectura: 21 minutos
14 de Julio del 2019
Fermín Vaca Santacruz
Centro Histórico: así fracasó el "barrio diplomático"
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Fotos: Luis Argüello / PlanV

En esta calle, el Gobierno anterior intentó crear el germen de un barrio diplomático, reconstruyendo cuatro casas. Hoy están sin uso. 

 

Los problemas de la ciudad antigua persisten sin que, en criterio de grupos de moradores, las últimas tres alcaldías hayan hecho nada por solucionarlos. Un plan para crear un barrio diplomático es un fracaso, mientras la peatonización crea rechazo. Por lo menos 1200 casas estarían abandonadas, mientras la población se ha reducido a la mitad desde principios de este siglo.

La idea, como muchas otras en el correato, parece un cut and paste traído de algún viaje a Europa y Estados Unidos. Se trataba de convertir una zona del Centro Histórico de Quito, aledaña al Palacio de Gobierno y la Plaza de la Independencia, en una suerte de barrio diplomático, un sector de embajadas y edificios ocupados por organismos internacionales que emulara la Embassy Row de Washington. 

En la capital norteamericana, una amplia avenida en donde en una época vivían en mansiones los ricos de esa ciudad, fue ocupada paulatinamente por varias embajadas, que prácticamente funcionan unas junto a otras. 

El Gobierno correísta miró alrededor del Palacio y decidió, con el habitual voluntarismo de la época, convertir un tramo de la calle Manabí, que cruza el casco antiguo de oriente a occidente, en su propia Embassy Row. También, se dispuso el traslado del colegio Simón Bolívar, un antiguo centro fiscal, de las casas de El Beaterio, cuya entrada principal da a la calle Benalcázar, hacia un nuevo local. El complejo, que ha sido un edificio escolar por lo menos durante 150 años, fue cerrado y sobre las cubiertas de teja se colocaron láminas de zinc. En ese sitio, el correato esperaba que todas las oficinas de la Organización de las Naciones Unidas en el Ecuador funcionaran. Las agencias de las Naciones Unidas, 18 en total, tienen por lo menos 400 empleados. 


En la calle Caldas, varias casas antiguas fueron convertidos en condominios modernos a principios del siglo. 

Al parecer el trasfondo del tema, creen algunos moradores consultados por PLANV,  era lograr una gentrificación: que un Centro Histórico deprimido vuelva a ser ocupado por las élites, lo que, en teoría, al elevar el precio de las propiedades y los arriendos, termina expulsando a quienes viven en él actualmente. 

En 2013, el ex canciller Ricardo Patiño hizo el anuncio: las embajadas de México, Palestina, El Salvador y Nicaragua se instalarían en sendas casas restauradas por el Gobierno ecuatoriano, sobre la calle Manabí, entre Cotopaxi y García Moreno. El costo de la restauración de las primeras cuatro casas fue estimada en USD 3’466.357,40, pero el plan era que el Estado adquiera y restaure no menos de 28 casas, ubicadas todas en las cercanías del Palacio presidencial sobre las calles Benalcázar y Cuenca. 

La restauración de las primeras cuatro casas fue estimada en USD 3’466.357,40, pero el plan era que el Estado adquiera y restaure no menos de 28 casas, ubicadas todas en las cercanías del Palacio presidencial sobre las calles Benalcázar y Cuenca.

Un embajador -el de Turquía- ya vivía en el Centro Histórico, en una casona de la calle Benalcazar. “La presencia de las embajadas en el Casco Histórico es una de las varias iniciativas que ha puesto en marcha el Gobierno nacional junto al Municipio de la ciudad para recuperar el valor del patrimonio histórico, para la construcción de una identidad nacional con proyección internacional”, dijo en ese momento Patiño. En el proyecto participaron el Ministerio de Vivienda, el de Cultura, la Cancillería y el Municipio, dirigido en esa época por Augusto Barrera, electo por Alianza PAÍS. 

La restauración de las primeras cuatro casas se produjo. Pero con el cambio de gobierno, se pensó en darles otros usos, distintos al del "barrio diplomático". Así, el ex ministro de Cultura del actual Gobierno, Raúl Pérez Torres, realizó en febrero de 2018 un recorrido por las casas restauradas de la calle Manabí. En el recorrido, el ex ministro no mencionó el proyecto del Gobierno anterior, y se limitó a destacar la recuperación del patrimonio quiteño.


En una casa de la calle Caldas, la antigua fachada fue complementada con un moderno condominio. 

Así, en la primera de las casas, ubicada en Manabí y Cotopaxi, se anunció que funcionaría el núcleo de Pichincha de la Casa de la Cultura. En Manabí, entre Cotopaxi y Cuenca, otra casona supuestamente serviría para el Centro Cultural de la Embajada de México. En la de Cuenca y Benalcázar, en cambio, estaba previsto que opere el Instituto de Cine y Creación Audiovisual, mientras que en la última casona, en Manabí y García Moreno, debería residir la Embajada de Palestina. Las casas no tienen garajes. 

A pocas cuadras de ahí, el complejo de El Beaterio continúa cerrado. El ex ministro no dijo nada sobre qué ocurriría con esas casonas, pero en el Ministerio de Cultura se dice actualmente que se podría instalar en alguno de los pabellones la biblioteca nacional. No obstante, no se pudo confirmar oficialmente ese dato. 

A unas cuantas cuadras de ahí se levanta el antiguo penal García Moreno. Se trata de un panóptico construido en el siglo XIX como la principal penitenciaría nacional. El Gobierno correísta dijo que las antiguas celdas, abandonadas cuando se construyó el penal en Latacunga, podían ser ideales para un hotel de lujo. Pero hasta la fecha, el viejo panóptico sigue cerrado y vacío. Al pasar por fuera, quedan dudas sobre si alguien quisiera pagar para dormir una noche en la siniestra prisión. 


El Beaterio ha sido un edificio escolar por lo menos durante 150 años. Albergó la escuela de los Hermanos Cristianos, el Colegio Mejía y el Colegio Simón Bolívar. Hoy está abandonado. 

En una casona de la calle Benalcázar vive durante 17 años Amparo Tamayo. La mujer tiene una tienda a pocos metros del fallido "barrio diplomático" del correísmo. Junto con otros vecinos del sector, muestra su preocupación por el abandono de un antiguo edificio del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, que en una época fue un dispensario y hoy está cerrado. A pocas cuadras también se puede ver el mismo descuido en el antiguo colegio Simón Bolívar, que fue un edificio escolar de los Hermanos Cristianos en el siglo XIX y que albergó durante sus primeros 40 años a los estudiantes del Instituto Nacional Mejía, que se mudaron a su nuevo edificio en 1937. La ventas en la tienda de Tamayo han bajado mucho desde el cierre tanto del Colegio Simón Bolívar cuanto del edificio del IESS. En la casona en donde funciona la tienda, se dice que vivió Antonio Ante, uno de los próceres de la independencia nacional. 

El fiasco del barrio diplomático

Tamayo y varios de los vecinos acompañan a PLAN V a recorrer las calles en donde se iba a construir el "barrio diplomático". Las agencias de la ONU, relatan, tras el interés inicial, optaron por no aceptar reubicarse en el Centro Histórico, pues las casas de El Beaterio no tienen parqueaderos y ellos necesitaban por lo menos 200. Desde el balcón de un restaurante en Cuenca y Manabí es posible ver el complejo en total abandono, con algunos de los techos en estado ruinoso. 


En el antiguo edificio de la Seguridad Social, sobre la calle Manabí, la acera se ha convertido en urinario. 

Tamayo recuerda que su vecino, el embajador de Turquía, vivió poco tiempo en una casa restaurada sobre la calle Benalcázar, pero con constante temor sobre su seguridad. La nueva representante de Ankara prefirió instalar su sede en una casa moderna en la avenida Portugal, al norte de Quito. Este portal solicitó un comentario al respecto a la diplomática, pero no obtuvo respuesta.

Las agencias de la ONU, relatan, tras el interés inicial, optaron por no aceptar reubicarse en el Centro Histórico, pues las casas de El Beaterio no tienen parqueaderos y ellos necesitaban por lo menos 200.

En cambio, desde su Embajada en plena avenida Naciones Unidas y Seis de Diciembre, el portavoz de la Legación mexicana, Juan Carlos González, aclaró que lo que el anterior gobierno mexicano ofreció mudar al Centro Histórico fue la residencia del embajador. Luego pensaron que sería mejor instalar ahí su centro cultural. Ahora, explica, el diplomático, México no tiene ya interés en la casa de la calle Manabí. 


La Embajada de México funciona en un amplia casa en el sector comercial y bancario del norte de Quito. 

La Embajada mexicana funciona desde hace por lo menos 40 años en una gran casona, frente al Quicentro Shopping, en donde ondea la bandera tricolor con el águila y la serpiente. En la casa hay espacio para las oficinas diplomáticas, el consulado y un salón que funciona como centro cultural, sitio usado para exposiciones y eventos. En la Embajada del país azteca hay un amplio jardín, en donde un busto de Miguel Hidalgo, prócer de la Independencia, puede verse entre las cuidadas plantas y grandes árboles. También cuenta con un acceso vehicular y unos amplios garajes. 

Las casas cerradas 

Tamayo y sus vecinos señalan a este portal las cuatro casas del barrio diplomático. Las cuatro lucen cerradas y vacías. Comentan que por poco tiempo funcionó en una de ellas el Núcleo de Pichincha de la Casa de la Cultura, pero luego se fueron. La casa destinada a México y la del Instituto de Cine y Creación Audiovisual así como la Embajada de Palestina también están vacías. 

En el ministerio de Cultura, se explicó que las casas están bajo control del Ministerio de Vivienda, pero no se pudo precisar qué uso podrían tener en el futuro. 


Fernando López, Pablo Buitrón, Marcela Vinueza y Amparo Tamayo forman parte del colectivo de vecinos que cuestiona algunos proyectos en el Centro Histórico. 

Marcela Vinueza, otra de las vecinas del sector que forma parte del colectivo, destaca que en 2013 se enviaron notificaciones para expropiar 11 de las 28 casas que estimaban necesarias. Una de esas casas alberga actualmente un hotel de lujo, llamado Carlota, en las calles Benalcázar y Mejía. En esa casa había un almacén de ropa, recuerda Vinueza, quien destacó que se llegaron a enviar 11 notificaciones de expropiación por parte de Inmobiliar, pero el Gobierno desistió de seis expropiaciones y persistió en cinco. La casa del hotel Carlota no pudo ser expropiada y ahora alberga el hotel boutique.

De las cinco casas que pasaron al Estado, cuatro fueron restauradas y una quinta, que iba a ser destinada a la Embajada de Venezuela, sigue sin restaurar. 

La polémica por la peatonización

Pablo Buitrón, vocero del colectivo de Defensa del Centro Histórico, tiene otra preocupación además del fracaso del barrio diplomático. Se trata de la peatonización de las principales calles del Centro Histórico, la García Moreno y la Venezuela. Según el vocero, el cierre de las calles ha afectado a los negocios de la zona, ha disminuido las ventas y tiene un trasfondo: promover la gentrificación, es decir, que la gente que hoy vive en el Centro Histórico salga del barrio y que en su lugar se instalen hoteles y otros negocios de lujo. 


Varias cuadras de la calle García Moreno, en donde se ubica el Palacio de Gobierno, han sido peatonizadas, al igual que la calle Venezuela, lo que ha complicado el tráfico en todo el casco antiguo. 

Para Pablo Buitrón, el cierre de las calles ha afectado a los negocios de la zona, ha disminuido las ventas y tiene un trasfondo: promover la gentrificación, es decir, que la gente que hoy vive en el Centro Histórico salga del barrio y que en su lugar se instalen hoteles y otros negocios de lujo.

Buitrón presenta también una gran cantidad de firmas en contra de la peatonización, y cuestiona la forma en la que el Municipio de Quito, durante la gestión de Mauricio Rodas, realizó las peatonizaciones en las calles, sin que haya sido una medida socializada. Para Buitrón, cerrar las principales vías del Centro Histórico ha motivado que haya menos personas en los barrios cercanos a la Plaza de la Independencia, y eso perjudica a los comerciantes de la zona. La congestión se ha mudado a zonas como la Loma y los barrios más altos, y en su opinión, la delincuencia ha aumentado en zonas como Santa Bárbara, San Roque y San Juan. Rechaza también la falta de transporte público en el sector, pues las rutas que servían al Centro Histórico fueron modificadas, lo que perjudicó sobre todo a personas de la tercera edad. 


Pablo Buitrón, del colectivo de Defensa del Centro, cuestiona la peatonización. 

Cree que el Centro Histórico para el Municipio se termina en las cuatro cuadras vecinas del Palacio Municipal. Estima que por lo menos 42 mil personas viven en el Centro Histórico, y que por lo menos 500 mil personas pasan por la ciudad antigua durante el día. Solo entre San Blas y el Panecillo, el colectivo cree que viven unas 20 mil personas. Además, cuestiona que la calle Venezuela haya sido cerrada de forma permanente, y se haya realizado una socialización solo con la participación de 45 locales. 

Pero a pesar de que el barrio diplomático no cuajó, los vecinos del sector, como Buitrón y Tamayo, sostienen que lo que se busca es promover una gentrificación, es decir, que en el Centro Histórico empiecen a funcionar negocios y establecimientos caros que puedan provocar la expulsión de las personas que viven en la zona antigua de la ciudad. Para Buitrón, la falta de parqueaderos y el no poder crear un perímetro de seguridad, que habrían sido pedidos de la ONU condenaron al fracaso el plan de colocar las agencias de las Naciones Unidas en El Beaterio, en fecha tan temprana como 2014. 

¿Pero, es posible la gentrificación?

Durante la administración de Jamil Mahuad, ex alcalde de Quito, varias casas antiguas del Centro Histórico fueron convertidas en departamentos modernos, manteniendo las fachadas originales, por gestión de la Empresa del Centro Histórico. Estos departamentos atrayeron a algunas personas de las clases medias que migraron desde el norte hacia el Centro Histórico.

Hay algunas de esas unidades en la calle Caldas, vecina de la Basílica del Voto Nacional. En uno de esos condominios vive Alexis Oviedo, catedrático universitario. Su edificio de departamentos mantiene la fechada original, pero el interior está conformado por un bloque totalmente moderno. No hay parqueaderos en el complejo de departamentos en donde vive Oviedo. 


El catedrático Alexis Oviedo ha vivido durante 20 años en la calle Caldas, en un edificio restaurado que mantiene su fachada original. 

Oviedo sostiene que vivir en el Centro Histórico ha sido cómodo para él, pues usa con frecuencia el transporte público. Ha vivido en el sector durante 20 años, aunque creció en el barrio América. Le gusta vivir en el Centro por la cercanía a su trabajo, asi como destaca la relación con los vecinos del sector, como comerciantes y artesanos. En la calle Antepara, también en el sector de San Blas, hay una gran cantidad de hostales y negocios para turistas, lo que ha reanimado la zona. 

A Alexis Oviedo le gusta vivir en el Centro por la cercanía a su trabajo, asi como destaca la relación con los vecinos del sector, como comerciantes y artesanos. En la calle Antepara, también en el sector de San Blas, hay una gran cantidad de hostales y negocios para turistas, lo que ha reanimado la zona.

Como lo malo destaca que hay ruido en ocasiones en las noches, en especial, cuando motoristas ser reúnen ciertos días de la semana en el sector. Para Oviedo, se deberían retomar los planes de repoblamiento del Centro Histórico, pues es una zona con servicios básicos consolidados, pero cree que debe volverse un centro más atractivo. Es escéptico sobre la posibilidad de que haya una gentrificación brusca en el Centro ni siquiera en el mediano plazo. Más bien, piensa que entre Caldas y 18 de Septiembre se podrían retomar proyectos habitacionales. Sobre el fracaso del barrio diplomático, cree que en primer lugar no hubo continuidad entre la administración de Barrera y la de Rodas, así como se evidenció la falta de recursos y crear condiciones de seguridad y servicios que pudieran atraer a los diplomáticos. El nuevo Municipio debería, estima Oviedo, dinaminazar la vida nocturna del Centro Histórico y mejorar la seguridad en el casco antiguo. Apoya quitar la "hora zanahoria" y ampliar los horarios. 

Fernando López Milán es otro catedrático universitario que vive en el Centro Histórico, en el sector cercano a Manabí y Benalcázar. López destaca que no se ha planificado las políticas sobre el centro tomando en cuenta las necesidades de las personas que viven en el sector. Hay que pensar en turismo en función de la gente que vive en el Centro, asegura el catedrático de la Universidad Central. 


​Fernando López cree que la renovación del Centro no debe excluir a los vecinos actuales. 

López Milán vive en un proyecto construido hace 17 años, y sostiene que se debe poblar el Centro sin pensar en la elitización, pues traer diplomáticos y hoteles de lujo, lo que iba a producir es la salida de muchos de los moradores originales y sus negocios. Buitrón, por su parte, explica que el Municipio estaría analizando entregar algunas de las 100 casas que tiene en propiedad para construir hoteles de lujo, lo que sería un nuevo intento de gentrificación. 

Por el momento, la peatonización de las calles y el abandono de los edificios administrativos preocupa a los habitantes del sector, aunque en muchas de las calles cercanas al Palacio de Gobierno y a las principales iglesias y conventos, es muy díficil ver luces en la noche.

La mayoría de los edificios están vacíos, y solamente se usan los locales comerciales de las plantas bajas durante el día. Los que en alguna época fueron los apartamentos de la burguesía local, con sus amplios ventanales y balcones, en edificios de hasta cuatro pisos, hoy tienen las ventanas tapiadas y cerradas. Desde el mirador del Panecillo, las luces que se ven en las noches son las de las luminarias de las calles, pero hay manzanas enteras a oscuras. 

En  un recorrrido nocturno por arterias principales como la Guayaquil, la Rocafuerte, la García Moreno, la Flores, la Benalcázar, y en sitios como las plazas de San Francisco y Santo Domingo, este portal pudo constatar que al Centro lo han despoblado también los comercios, que acabaron por desplazar a los vecinos. 


Se estima que por lo menos 42 mil personas viven todavía en el Centro Histórico, algunas de ellas de la tercera edad, pero las casas de las calles más comerciales solo sirven como almacenes y bodegas. 

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