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6 de Octubre del 2020
Historias
Lectura: 19 minutos
6 de Octubre del 2020
Redacción Plan V
Las letanías del gas, la chatarra y las papas se toman Quito
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Más de 600 camiones de gas recorren las calles de Quito diariamente.  Foto: PlanV

 

Se estima que en Quito circulan por los menos 600 camiones que venden gas con perifoneo, muchos de los cuales se resisten a utilizar cualquier otro método que no sea hacer un "barrido" de las manzanas residenciales con altoparlantes a todo volumen. Este portal constató que los niveles de ruido, en el día, se incrementan sustancialmente en el centro norte de Quito por efecto de los camiones que venden hortalizas, ofrecen comprar chatarra o venden gas. Aunque hay una ordenanza al respecto, el Municipio no la aplica.

Un bombardeo indiscriminado. Cada mañana, incluyendo los sábados, una flota de hasta 600 camiones de distribución de gas recorre las calles de Quito. En las calles y avenidas, los vendedores de gas aparecen con altoparlantes con varias canciones. Unas agudas voces infantiles cantan una suerte de interminable letanía: "si en tu cilindro ya no queda más, tranquilo ya llegó el gas". Y reiteran: "el gas". El tema musical suena poco más de 20 segundos, pero se repite hasta el infinito. 

Este portal recorrió algunas de las esquinas de La Mariscal y La Floresta. Entre las 07:00 y las 17:00, pasan por lo menos cuatro camiones  de venta de gas distintos por el mismo punto, en cortos intervalos. Y, cuando tienen suerte, venden un cilindro o dos, que bajan del camión con aparatoso estruendo.

En los tiempos del teletrabajo y las reuniones virtuales, la canción infantil de los vendedores de gas se cola en las conferencias remotas, cuando no aumenta la magnitud del ruido en la ciudad a niveles que superan las normas fijadas por ordenanzas y criterios municipales. En el mismo sector, pudimos contar por lo menos tres camiones de compra y venta de chatarra, que perifonean una grabación a ratos difícil de entender, pero en donde se asegura que "compran" chatarra, como cocinas y lavadoras viejas. Consultado uno de los chaterreros sobre cuánto paga por uno de esos electrodomésticos, informó que apenas el simbólico precio de dos dólares. 

Este portal recorrió algunas de las esquinas de La Mariscal y La Floresta. Entre las 07:00 y las 17:00, pasan por lo menos cuatro camiones  de venta de gas distintos por el mismo punto. Y, cuando tienen suerte, venden un cilindro o dos, que bajan del camión con aparatoso estruendo.

A la flota de vendedores de gas y compradores de chatarra a precio simbólico, se suman vendedores de frutas y hortalizas. La venta de papas, sobre todo, ha encontrado un nuevo nicho en las calles por medio de camionetas de perifoneo. Al igual que sus colegas de las otras flotas, los vendedores de papas y frutas empiezan a peinar los barrios, sobre todo del centro norte capitalino, desde las 07:00 de la mañana o antes y hacen un mercadeo indiscriminado y masivo: pasan varias veces por el mismo sitio aunque no haya habido respuesta de los compradores. 

Subiendo los decibeles

Con la ayuda de una aplicación para medir el ruido en decibeles, pudimos determinar que en algunas esquinas de La Mariscal y La Floresta, buses del transporte público, camiones y motos, pueden elevar el nivel de ruido hasta a los 100 decibeles. Lo mismo ocurre con los camiones de gas y las camionetas que venden productos con perifoneo: si en el interior de una vivienda en esos sectores el ruido ambiental se mantiene entre 45 y 60 decibeles (que puede ser el ruido que genera una conversación), las camionetas de ventas pueden elevarlo fácilmente a 80 decibles en cuestión de pocos minutos. 

Que los camiones de gas hayan dejado el estruendoso pito que usaban en décadas pasadas para cambiarlo por melodías "pegajosas" no ha reducido el impacto acústico, pues los altavoces de los camiones repiten las por los menos tres canciones que usan los distribuidores al máximo volumen. 

Desde hace por lo menos dos años, una veeeduría ciudadana determinó que las canciones del gas son una muestra de contaminación acústica sin control en toda la ciudad. A ello, Danny Gaibor, representante de los comercializadores, dijo que las canciones del gas son de uso "definitivo" y que no tienen la intención de cambiarla o dejarla de usar. Para el representante de los vendedores de gas, en 2018, cambiar el perifoneo por una aplicación o cualquier otro mecanismo era "antitécnico y no va a funcionar aquí en Quito". 

Fausto Andrade, representante de algunos moradores del Centro Histórico y quien participó en esa veeduría, que se ha organizado en Quito desde 2016, lleva por lo menos cuatro años pidiendo que los camiones de gas no infrinjan la ley y la ordenanza municipal que regula el ruido excesivo en las calles capitalinas. Pero hasta la actualidad, la situación sigue siendo exactamente la misma. 

Por lo menos desde julio de 2004 que se aprobó en Quito una ordenanza contra el ruido. Ya en esa época se dispuso que habría sanciones de hasta cuatro salarios básicos en caso de violentar las normas de control de ruido. En las zonas residenciales, la ordenanza de 2004 fijó en no más de 50 decibeles el límite del ruido en las mañanas y de 35 en las noches. Pero como muchas normas en el país, 16 años después y a pesar de las restricciones de circulación impuestas por la pandemia, la norma no se cumple. 

Quito: ciudad de ruido intenso

El año pasado, un grupo de investigadores de la Universidad de las Américas (UDLA) realizó un estudio sobre los niveles de ruido en Quito. Según el profesor Luis Bravo, se pudo determinar que, sobre todo en el centro norte y en el hipercentro capitalino, hay altos niveles de ruido que afectan a la población. Los investigadores publicaron el mapa de ruido en Quito, e identificaron algunas de las fuentes de las que proviene. Bravo señaló que es necesario considerar el ruido en la capital no solamente como contaminación, sino como un problema de salud pública por las afectaciones que puede tener en las personas. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ruido no debería ser mayor a  65 decibeles en el día y 55 decibeles en la noche. Hasta un 38% de los capitalinos están expuestos a más de 55 decibeles en las noches, según un estudio del año pasado hecho por la UDLA.

Entre las conclusiones del estudio, están que 1 de cada 4 personas están expuestos a niveles de ruido de tráfico vehicular que superan los niveles máximos fijados por normas internacionales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ruido no debería ser mayor a  65 decibeles en el día y 55 decibeles en la noche. Hasta un 38% de los capitalinos están expuestos a más de 55 decibeles en las noches. Las zonas más ruidosas, según se puede apreciar en el mapa, son aquellas en donde el tráfico es más pesado a toda hora, como La Marín y los Túneles en el Centro Histórico, mientras el ruido es menor los parques.

El estudio de Bravo reveló que las zonas en donde el ruido supera los 65 decibeles recomendados en el día son por ejemplo todo el Centro Histórico, San Juan, Puengasí, y barrios del centro norte como Iñaquito, Belisario Quevedo, Rumipamba, Jipijapa, entre otros, en donde alcanza entre 68 y 72 decibeles. Según el estudio, en el Centro Histórico, de día, la población potencialmente molesta por el ruido alcanza al 45%, mientras que la altamente molesta no es menor al 25%. En La Mariscal, la población potencialmente molesta por el ruido es el 37%, mientras que la altamente molesta no sería menos del 18%. 


La contaminación acústica fue medida por expertos de la UDLA.  Foto: Ultimas Noticias

En cambio, en las mañanas, los barrios con menos ruidos son los más alejados del centro, como es el caso de El Condado, La Ecuatoriana, Guamaní o Turubamba, en donde se mueven en un rango de entre 60 y 63 decibeles. Las principales avenidas son un foco constante de ruido, pudiendo superar los 80 decibiles, que provienen sobre todo de vehículos pesados, como buses de transporte público, camiones, y también de las motos, cuyos escapes pueden generar hasta 100 decibeles fácilmente. 

En la noche, en cambio, el estudio mostró que las zonas más céntricas siguen superando los 55 decibeles que es la recomendación internacional. Así, de noche, se ha registrado en el Centro Histórico, sobre una población de 44 mil habitantes, ruido que alcanza hasta los 66 decibeles, y por lo menos un 36 por ciento de la población con perturbación del sueño por esa causa. 

En otros barrios, como La Mariscal, La Floresta y otros que forman parte de la parroquia Itchimbía, la contaminación acústica nocturna alcanza a los 61 decibeles, afectando el sueño del 28% de las 38 mil personas que ahí habitan. Solo en La Mariscal, donde se estima viven 14 mil personas, el ruido por las noches alcanza a los 60 decibeles e impide dormir al 28% de la población.

De noche, se ha registrado en el Centro Histórico, sobre una población de 44 mil habitantes, ruido que alcanza hasta los 66 decibeles, y por lo menos un 36 por ciento de la población con perturbación del sueño por esa causa.

Las noches son más tranquilas en sectores como El Condado, en donde el ruido nocturno se mantiene por debajo de los 55 decibeles recomendados y las personas afectadas por ruidos en la noche alcanzan al 23% de las 92 mil personas que habitan el sector. 

La resistencia de los barrios

Pero el hecho de que muchas más personas hacen hoy teletrabajo como consecuencia de la pandemia y han abandonado las oficinas, las aulas y otros espacios, para realizar conexiones por internet, ha puesto en evidencia  que el ruido en la ciudad es un problema severo.

En varios barrios del centro norte capitalino, en donde el problema es más grave, varios vecinos se han organizado para controlar las fuentes de ruido que provienen, sobre todo, de los camiones de gas. 

Es el caso de la Gonzáles Suárez. Hace poco más de cuatro meses, el Comité Pro Mejoras del barrio anunció que logró un acuerdo de ocho puntos con cuatro distribuidores de bombonas de gas que operan en la avenida y sus calles circundantes, en donde se ubican sobre todo edificios de departamentos de clase media alta y alta. 

Los vecinos del sector descartaron implementar un aplicación para la compra de gas, sobre todo por el costo de desarrollo y la actualización, pero aprobaron mantener el contacto con los administradores y presidentes de los edificios vía correo electrónico. Resolvieron pedir a los usuarios que el gas se compre a los distribuidores "que han laborado históricamente en el sector". Y además no comprar a quienes pitan y usan la canción de forma indiscriminada. Se implementó también grupos de Whatsapp para que los compradores de gas se puedan comunicar con los vendedores. Se estima que cuatro distribuidores operan en la zona. Otro de los compromisos es que se deje de usar la canción y el pito y se empiece a usar, de manera paulatina, los pedidos por medio del Whatsapp. Y otra cosa que parece obvia: evitar el mercadeo indiscriminado, para que no estén los cuatro camiones al mismo tiempo peinando el barrio sino que se organicen sus recorridos según un horario. 

Los vecinos de la Gonzáles Suárez pidieron a los vendedores de gas una cosa que parece obvia: evitar el mercadeo indiscriminado, para que no estén los cuatro camiones de la zona al mismo tiempo peinando el barrio, sino que se organicen sus recorridos según un horario.

Pero los vendedores de gas son escépticos de que les llamen, y explicaron que en el pasado ya dejaron tarjetas con sus números sin resultados.

Una aplicación en los barrios del Centro

Otra experiencia similar se realiza en algunos barrios del Centro Histórico, como La Tola, El Dorado y las inmediaciones del Palacio Legislativo. Christian Rendón y un grupo de jóvenes han desarrollado la aplicación Click Gas, está disponible en la tienda de Play Store y al momento tiene más de 100 descargas. La aplicación, que funciona de manera similar a Uber, consiste en un sistema de geolocalización que envía el pedido de gas a los distribuidores, que tienen otra versión con funcionalidades específicas. Según explica Rendón, ya  hay por lo menos 60 camiones trabajando con ellos en las zonas del Centro Histórico en torno al Palacio Legislativo, la Alameda y el Ejido. Tras la descarga y el registro, la aplicación permite seleccionar que color de cilindro prefiere el usuario. Actualmente, hay tres marcas de gas distintas, que se diferencian por sus colores: amarillo, anaranjado y azul. 

Tras la descarga y el registro, la aplicación permite seleccionar que color de cilindro prefiere el usuario. Actualmente, hay tres marcas de gas distintas, que se diferencian por sus colores: amarillo, anaranjado y azul.

"El problema es que la gente está cansada de los pitos, de que pasan entre cuatro o cinco camiones por día en un solo sector", explica el desarrollador. Tras ingresar el pedido, la aplicación contacta al camión más cercano y este se dirige al punto de entrega. Los cilindros se venden sin recargo, a los USD 3.50 que son su precio oficial, afirma. El joven admite que personas de la tercera edad, o no familiarizados con la tecnología, o sin teléfonos inteligentes, podrían tener dificultades a la hora de usar su aplicación, pero afirma que se ha implimentado un número telefónico para soporte y para coordinar las entregas de las personas con ese tipo de dificultades. 

En Quito hay por lo menos dos grandes asociaciones de vendedores de gas: ASODISGASP y Luz de América. La mayor parte de los gaseros están agremiados en Luz de América, que tiene por lo menos 400 camiones en las calles.  Según afirma el desarrollador, ha tenido poca acogida en la Asociación Luz de América: "les llegan a multar si usan aplicación", pero mayor interés en Asodisgas. 

El problema de la saturación de las calles con vendedores de gas se produce, explica, porque hay distribuidores que tienen rutas, mientras otros simplemente hacen recorridos aleatorios, lo que explica que varios camiones distintos pasan por el mismo punto varias veces al día. 

Los jóvenes aseguran que realizaron un estudio y que "con 180 distribuidores en Quito se puede abarcar toda la ciudad. Pero hay 670 camiones en la actualidad". 

Según el desarrollador, tienen por el momento  250 descargas de usuarios y 120 de transportistas, aunque solo 60 de ellos están activos. 

"Es una solución a mediano plazo al problema. También pensamos en una aplicación para los que venden chatarras, verduras y otros", por lo que tienen previstos contactos con los líderes barriales de la Gonzáles Suárez para promocionar su aplicación.

Por su parte, el presidente de una de las asociaciones de vendedores de gas que hay en Quito, Edwin    Cartagena Herrera presidente de ASODISGASP, confirma que por lo menos 600 camiones que venden gas operan en la ciudad. Según Hidrocarburos, por lo menos 30 mil cilindros de gas licuado de petróleo se despachan diariamente desde las plantas para el consumo en la capital y 10 mil más para el resto de localidades de la provincia de Pichincha. 

Según Cartagena, "tenemos aproximadamente  600 vehículos, más o menos porque de acuerdo a una nueva reforma  se están eliminando algunos". El dirigente precisa que las canciones para vender el gas se usan en Quito y en el interior del país desde hace cuatro años, y que mantuvieron diálogos con la anterior administración municipal sobre la problemática del ruido. 

"Nuestra asociacion está completamente abierta para el uso de tecnología  en la comercialización a domicilio, de hecho, ya hay sectores altos a los cuales se los atiende exclusivamente a través de una aplicacion, WhatsApp  o directamente vía llamadas", destaca. Explica que en toda la provincia de Pichincha están registrados 426 vendedores de gas, pero solo en Quito operan cerca de 300, y que cada uno tiene en marcha dos camiones en promedio. De ahí que estima que 600 vehículos recorren la capital. 

Cartagena precisa que "hemos buscado acercamientos con el actual Municipio pero no lo hemos tenido  y hasta el momento no existen controles", con lo que confirma que ni la Secretaría del Ambiente ni los agentes de tránsito realizan ningún control. El dirigente asegura que su gremio está dispuesto a conversar con las autoridades y la ciudadanía sobre las quejas del ruido: "Estamos buscando  alternativas que beneficien tanto al usuario como al distribuidor conjuntamente con los líderes barriales analizando alternativas para sectores en los que no llegan la señales de las operadoras celulares peor el internet". 

Pero, mientras tanto, las flotas de perifoneo y su letanía interminable continúan recorriendo las calles de Quito desde tempranas horas. 

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