
“Pido a los asambleístas que no manchen sus manos de sangre, que no voten a favor de un crimen.” Monseñor Alfredo Espinoza, Arzobispo de Quito.
“La Iglesia es una institución criminal, toda su institución está manchada de sangre, de mentira, de falsificaciones, de calumnias y es una institución genocida.” Fernando Vallejo.
El martes 17 de septiembre de 2019 (17S) será recordado como uno de los días más infaustos no solo para el movimiento feminista ecuatoriano sino para todos los que creemos en la libertad del ser humano y en el derecho irrenunciable de la mujer a ser dueña de su cuerpo y de su destino. Éste 17 de septiembre la Asamblea Nacional se opuso a las mujeres y niñas que son violadas a diario y que claman por un aborto digno.
Lamentablemente, somos una sociedad que no ha superado cinco siglos de evangelización y que es capaz de juzgar y estigmatizar a una menor violada por abortar. Lo más triste es que ésta misma sociedad se muestra dócil y pusilánime frente a toda una casta sacerdotal repleta de pedófilos.
Darío Sztajnsraber, filósofo argentino, respecto a la despenalización del aborto en Argentina, propuso trabajar y pensar los problemas políticos alejándolos de la metafísica, es decir de aquello que va más allá de lo físico. Por ejemplo la discusión sobre el inicio de la vida es una cuestión metafísica porque para algunos puede iniciarse desde el momento de la concepción mientras que para otros existe a partir de las 24 semanas, cuando el feto ya es capaz de sentir dolor.
Nunca nos pondremos de acuerdo respecto al tema del inicio de la vida, seguirá siendo un tema metafísico como el de la existencia de Dios o el tamaño de las alas de los ángeles. Lo triste es que mientras seguimos esgrimiendo supuestas verdades filosófico-científicas, existen hechos reales: actualmente 15,6% de las muertes maternas en Ecuador se deben a abortos clandestinos (datos del Ministerio de Salud Pública), 3000 niñas menores de quince años fueron violadas y
quedaron embarazadas en 2018 (SURKUNA), además de que somos uno de los cuatro país con mayor violencia de género. Legislar desde la política implicaba pensar en los segmentos más vulnerables de la sociedad: niñas y adolescentes que en una situación extrema abortan en las peores condiciones, y que en muchos casos mueren. La OMS señala que el embarazo forzado destruye a las niñas, la tasa de mortalidad infantil es 50% más alta en caso de menores de quince años. Son cifras contundentes que acaban con cualquier sermón de los grupos PROVIDA.
Nunca nos pondremos de acuerdo respecto al tema del inicio de la vida, seguirá siendo un tema metafísico como el de la existencia de Dios o el tamaño de las alas de los ángeles. Lo triste es que mientras seguimos esgrimiendo supuestas verdades filosófico-científicas, existen hechos reales.
Paradójicamente, la votación en la asamblea, volvió a encontrar a los polos opuestos luchando por la misma causa: Guillermo Lasso, Jaime Nebot, Rafael Correa, Abdalá Bucaram y Lucio Gutiérrez, los patriarcas de la moral y las buenas costumbres coincidieron con el discurso de los jerarcas de la Iglesia. Asambleístas como Viviana Bonilla, María José Carrión, Wendy Vera, Jeanine Cruz, María Mercedes Cuesta, Cristina Reyes, entre otras, fueron parte de la cruzada de estigmatizadoras a niñas y adolescentes que son violadas y que deciden abortar.
En el mapa de países donde se ha legalizado el aborto aparece Ecuador junto a varios países de África, la decisión de la Asamblea nos aleja de las naciones que tienen claro que una niña no debe ser madre por la cantidad de traumas psicológicos que esto acarrea en su vida, en definitiva obligar a parir a las niñas y adolescentes que han sido violadas es el acto más cruel que puede existir con la vida misma.
La despenalización del aborto apuntaba a terminar con ciudadanas de segunda clase, era un reconocimiento que podía dar el Estado a las víctimas del patriarcalismo y de tanta religión. El resultado es todavía más traumático: las niñas y adolescentes violadas que intentan abortar siguen siendo delincuentes para el sacrosanto Estado de la República del Ecuador. Seguimos legislando con crucifijos y sotanas en esta olvidada Banana Republic.
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