
Director de Plan V, periodista de investigación, coautor del libro El Gran Hermano.
Ángelo dio en estos días los últimos toques a nuestra nueva adquisición: una cocina de leña. En realidad es solo un fogón, pero mi idea era que sirviera también como un pequeño horno, que aprovechara los rescoldos para la elaboración del demorado pan de masa madre —sin necesidad de prender el gran horno—, otra de las novedades de la antigüedad que se esperan aplicar en esta casa.
Tenemos un horno de leña desde hace quince años. Lo hemos usado mucho, porque el fuego congrega y el horno para hacer pan o cualquier otra cosa junta al matriarcado que constituye mi familia ampliada. Es un horno mediano, inspirado en la cultura lojana y construido por un maestro de Pintag. Ahora lo uso menos que antes, ya no tanto como quisiera. El ejercicio de mover las latas, de controlar la temperatura, partir la leña, vigilar el fuego, ya causa estragos en mis años. Termino muerto. Si queremos un poco de pan, o una pizza o solo un pollo hornado para nuestro pequeño núcleo necesitamos ahora algo más pequeño, a la medida de nuestros esfuerzos.
Entonces se me ocurrió que debíamos aprovechar el espacio casi inútil de una parrilla con base de cemento, de un metro de largo, partirlo en dos, y darle un nuevo hogar al fuego. Eso hizo Ángelo, una estructura de ladrillo, chocoto y panela. Una estructura de antiguas artes y materiales. El chocoto, explico, es una mezcla barro, tierra negra y paja, que se ha usado y se usa en la arquitectura andina y sirve para hacer el adobe, juntar ladrillos y revocar paredes. Si a esto se le incorpora "el dulce", es decir la panela, sale una masa que expuesta al fuego mantiene el calor de cocción de modo uniforme y permanente y es tan dura como el cemento. Este es un material frío, y no sirve para esas cosas, como se sabe, me explica Ángelo.
De chocoto y ladrillo se hizo el nuevo horno y el fogón, como también está hecho el horno grande, además de vidrio molido y limalla. Ángelo cogió las fallas, selló las grietas luego de hacer humo para detectar las rutas de escape de calor, y dio punto final a esta "chaucha", que para nosotros es una nueva oportunidad de juntarnos alrededor del fuego, como antes.
Mientras Ángelo termina de sellar la cocina de leña y me entero que en ese día "ha hecho" unos 50 dólares, trabajando muy duro, pienso en la orden de un juez que decidió que el ex vicepresidente Jorge Glas, condenado por corrupción, tiene derecho a recibir, con retroactivo, su pensión vitalicia cercana a los 5000 dólares mensuales, esto es más de 120 mil dólares
Con eso, Ángelo terminó una larga jornada, que para él empezó a las cinco de la mañana. Cuando llegó a nuestra casa había trabajado ya muchas horas en otras casas. Antes de terminar la cocina de leña, había subido al techo de nuestra casa para cerrar algunas fallas que la lluvia constante ha develado. Este trabajo le tomó un par de horas porque el agua suele tomar caminos de anarquía y penetra incesante por las rendijas. Y luego se dedicó a colocar una barra de ejercicios, en la habitación de nuestra hija, porque ella, que es parte de un equipo de escalada, necesita cierta rutina para fortalecer la musculatura de su abdomen.
Mientras esporádicamente dejo el teclado y acompaño a Ángelo en esas labores, conversamos. ¿Y ahora, el presidente?, me pregunta. Como él cree que yo sé lo que pasa, espera una respuesta esclarecedora. No se la puedo dar. Balbuceo algunas palabras mientras él aplica no sé qué producto sobre el techo de la casa. ¿Usted qué piensa?, le devuelvo la pregunta, de un modo cobarde. Nada, me contesta, yo tengo que trabajar, venga quien venga, para nosotros la cosa no cambia en nada. "Para nosotros", dice, algo que me queda sonando. ¿Quiénes son los nosotros (ellos)? Ángelo sabe de construcción, de plomería, de pintura (pintaba antes las antenas de comunicación y trasmisión de los militares, por todo el país), de electricidad, de hornos y fogones de leña, de calefones, de barras de ejercicio, de metales... Y si no lo sabe, se da modos para hacerlo, porque gana su dinero día a día, con sus manos, con sus conocimientos. Le entra a todo lo que se le pone por delante, y todo le queda bien, aunque a veces, por improvisar se jala, pero aprende. Lo conozco y nos brinda sus oficios profesionales ya un par de décadas. Es incumplido hasta la exasperación pero cumple. Entre mis contactos, es el primero en mi lista de números favoritos. Don Juan Carlos, me dice (le he pedido que quite el Don, pero no me hace caso), a veces resulta duro cuando la gente no tiene plata. Piden que uno les fie hasta los materiales y regatean demasiado. La cosa está dura, pero debo seguir trabajando, dice. A veces no tiene contratos, a veces tiene tantos que le falta tiempo para nuestras pequeñas cosas, pero llega siempre a nuestra casa al final de su jornada, cuando se lo necesita, y trabaja hasta las diez de la noche.
Mientras Ángelo termina de sellar la cocina de leña y me entero que en ese día "ha hecho" unos 50 dólares, trabajando muy duro, pienso en la orden de un juez que decidió que el ex vicepresidente Jorge Glas, condenado por corrupción, tiene derecho a recibir, con retroactivo, su pensión vitalicia cercana a los 5000 dólares mensuales. El vuelto que se le debe a Glas, según el juez, por no haber recibido esa pensión desde septiembre del 2020, supera los 120 mil dólares. Si a Glas se le paga ese monto, significará al menos diez años de trabajo de Ángelo.
Nuestros caminos se cruzan solo cuando lo necesitamos. Pero Ángelo, como muchos otros, los nosotros, ha contribuido a mejorar la vida de mi familia de varias maneras. Le estoy agradecido siempre, aunque a veces nos mate de las iras. ¿En qué ha mejorado nuestras vidas el señor Jorge Glas para merecer diez años de trabajo, de diez a doce horas diarias, de Ángelo, y seguir ganando de por vida cinco veces más de lo que Ángelo "hace" mensualmente (5000 al mes para el señor Glas —y otros—, pagados con la plata del erario nacional, al que también aporta Ángelo cuando paga los impuestos)?
¿Cuál es la razón moral por la que el aporte del maestro Ángelo tiene que mantener a Jorge Glas de por vida? ¿Por qué los nosotros?
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