
El ecuatoriano vive de arroz, papa y pan. Es lo que más consumimos según el INEC. Los revolucionarios se apropiaron del nombre de nuestra primera comida y la colorearon de su partido para encubrir el mayor escándalo de sobornos, tráfico de influencias, delincuencia organizada, lavado de activos, doble contabilidad electoral y hasta de un presunto fraude, para financiar sus campañas electorales desde 2011.
Lo revela una reciente investigación de los portales Mil Hojas y La Fuente. Así se cae el mito del mesías. Alianza PAÍS nunca se sostuvo en la popularidad de su líder, en la disciplina de sus militantes, en la movilización de su partido, en ninguna cohesión ideológica o en su fingido compromiso histórico por la patria. Se sostuvo en los millonarios aportes de las transnacionales para sus campañas. Todo el éxito electoral se debe al fraudulento uso de recursos extranjeros. Odebrecht y otras, en dos elecciones, de lo que se ha podido comprobar, o durante las presidenciales de 2013 y las seccionales de 2014, habría regalado 11,6 millones de dólares en esas dos campañas. Y todo a cambio de subyugar la soberanía nacional y su contratación pública.
El problema no es solo del dinero sucio, sino de la profundización de la corrupción, lo que trae consecuencias para el sistema de elecciones y para la conformación de cada uno de los gobiernos que nacen viciados. Cada elección ganada por los aliancistas estuvo manchada por estos dineros sucios y sus dignatarios jamás debieron ocupar esas funciones políticas. El aliancismo y su Revolución Ciudadana institucionalizaron la hipocresía pública.
Desde el 2011 se han celebrado 7 elecciones de representantes financiadas por las transnacionales. En el 2013 sucedieron 2 comicios, uno presidencial y otro legislativo que atribuyó la victoria a Rafael Correa con el 57% de los votos y 100 escaños asamblearios o el 72% de la representación con el 52% de los votos. En 2014 se celebraron 2 elecciones, una para elegir los 68 alcaldes y 10 prefectos del movimiento correista, además de concejales. La trampa consistió en enredar el sistema de elecciones, la competencia electoral y el conteo de los votos.
En 2017 se celebraron 3 comicios, uno presidencial de primer término, otro de balotaje y otro para legisladores. En el primero resultó ganador el actual presidente, el aliancista Lenin Moreno con el 39% y el triunfo se ratificó en el balotaje al conseguir el 51% de los votos, mientras en la tercera elección de la ocasión, en las legislativas, el correismo obtuvo 74 escaños que representan el 54% de la representación asamblearia con el 38% de votos. Con fórmulas torcidas pero legales y una montaña de dinero disponible se maquilló el más grande fraude de la historia republicana. Nos dieron de comer un arroz de fraudes y mentiras.
Aquí nunca gobernó el pueblo, aquí gobernó una camarilla de empresarios internacionales corrompidos que empapelaron en dinero a decenas o centeneras de funcionarios de todo nivel para seguir mandando en esta patria como si fuera una hacienda.
“Receta de Arroz Verde 502” es el nombre utilizado por la empresa Odebrecht y otras multinacionales extranjeras para financiar candidaturas, pagar campañas, presumiblemente costear fraudes electorales y seguramente para falsificar la democracia en una operación jamás vista para secuestrar la representación política en Ecuador. Las transnacionales pusieron presidentes, autoridades de control, jueces electorales, magistrados constitucionales, asambleístas, alcaldes y prefectos.
Aquí nunca gobernó el pueblo, aquí gobernó una camarilla de empresarios internacionales corrompidos que empapelaron en dinero a decenas o centeneras de funcionarios de todo nivel para seguir mandando en esta patria como si fuera una hacienda. El correismo, Rafael Correa, sus clientes y sus fanáticos nos vendieron al oscurantismo como si nuestra dignidad nacional fuera un objeto de apropiación mercantil.
Los lúcidos, limpios y ardientes tuvieron el tiempo suficiente para institucionalizar la corrupción. Esta es la generación políticos que nos heredó un país en donde el 47% de las personas hoy están de acuerdo con guardar silencio ante la corrupción y en donde el 44% también acepta pagar el precio de la corrupción según el más reciente informe del Latinobarómetro de 2018. Lo peor de la presencia de Odebrecht y de otras como esta es que convirtieron a la democracia electoral en un cartel.
La próxima legislatura no puede estar presidida por un aliancista remilgado, convertido en morenista, ni ninguna de las comisiones legislativas. La próxima legislatura tiene que estar presidida por asambleístas sin vínculo alguno con la corrupción pasada o presente. Lo siguiente será ilegalizar al aliancismo, a sus vehículos electorales de alquiler y a todos los dignatarios que secuestraron la democracia representativa y que participaron en el mayor atraco a las arcas públicas de la Historia nacional.
@ghidalgoandrade
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