La Asamblea Nacional se apresta a decidir sobre la continuidad del presidente Guillermo Lasso en el poder.
El grupo de asambleístas que cree obrar bien al empujar la salida del Mandatario están cayendo en un error, que los puede conducir a la fatal noticia de su muerte política.
La salida de Lasso de Carondelet lo único que puede acarrear es la inestabilidad del país. Traducida en desconfianza internacional y el consecuente estancamiento de la economía, cuando la nuestra necesita de mucha confianza en los inversionistas y la banca internacional para ser fiables para el ingreso de dólares.
Es decir, el torpe golpe político que están confabulando golpeará al país entero.
Lo quieren hacer cuando nuestros dos vecinos, Colombia y Perú, atraviesan severas crisis políticas que también han empezado a ahuyentar la inversión. Y en lugar de ayudar a diferenciarnos en la región buscan el retorno al pasado, igualarnos a la fuerza a esas crisis.
Veamos. En Colombia, con el presidente Gustavo Petro, se alcanzó un histórico nivel de deuda, con cerca del 55% del PIB. La devaluación del peso presiona a los más pobres de ese país. Además, suspendieron nuevos contratos de exploración petrolera, lo que conllevará a importar combustibles en mayor cantidad desde el 2028. Lo mismo hizo con las minas. Esto golpeará al presupuesto de esa nación.
La salida de Lasso de Carondelet lo único que puede acarrear es la inestabilidad del país. Traducida en desconfianza internacional y el consecuente estancamiento de la economía, cuando la nuestra necesita de mucha confianza en los inversionistas y la banca internacional para ser fiables para el ingreso de dólares.
A esto hay que sumarle la deriva autoritaria de Petro, al declararse Jefe del Estado y de los poderes de su país. Claro, como en los peores momentos políticos del Ecuador, también se considera un líder de América Latina sin habernos consultado a todos en la región. Habla sin problema, en cualquier foro, a nombre de todos.
El 73% de los colombianos cree que su país va por mal camino. Ya la bronca está creciendo.
En Perú la situación pinta peor. Desde diciembre, cuando Pedro Castillo se declaró dictador, la economía peruana empezó a sentir la crisis política. Todas las perspectivas para este año, incluso las de los gremios empresariales, apuntan a una baja de ingresos y de ventas en ese país.
La nueva presidenta Dina Boluarte no ha logrado consolidar un gobierno de transición y, los cierres de carreteras y las protestas continúan (aunque con menos intensidad). Esto afecta el comercio, en especial el de la construcción, el agropecuario y el de la manufactura. El nuevo Gobierno ha prometido inyectar más dinero a la economía, unos 8000 millones de dólares para obras y los desastres naturales, pero el esfuerzo no levanta los ánimos porque los analistas aseguran que no será suficiente.
Así, Ecuador, con el dólar, estabilidad política, conteniendo la inseguridad y si se respetan las leyes, podrá seguir creciendo.
Por eso, los legisladores que “quieren la cabeza” de Guillermo Lasso están apunto de experimentar la culpa y la fatalidad. Culpa por plegar a una agenda de absoluta inestabilidad que repercutirá en todos. Y fatalidad, porque los votantes no los perdonarán. Finalmente, ya está la foto de los protagonistas: correístas, socialcristanos y seguidores de Leonidas Iza, juntos.
La “obediencia criminal” todavía no se ejecuta. Los legisladores todavía tienen unas horas para que, por el peso de sus conciencias, ya no sean los juguetes de los líderes que creen que poseen títeres.
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