Periodista. Ex editor político del diario El Comercio. Ex secretario de Comunicación de la Asamblea Nacional. Asesor parlamentario.
Los últimos papelones en la Asamblea Nacional están muy lejos de ser fortuitos. Los legisladores están en el momento clave de una campaña política que definirá su futuro. Les quedan menos de dos meses para reconfigurar el parlamento y nadie quiere quedarse fuera de la repartición... de comisiones.
En mayo del 2023 se elegirán presidente, dos vicepresidentes y cuatro vocales del Consejo de Administración Legislativa (CAL). Además, presidentes y vicepresidentes de las mesas.
Si bien todas las comisiones son importantes, la de Fiscalización —donde se gestionan los juicios políticos— y las del frente económico, donde se debaten los temas tributarios, convocan más interés.
Los asambleístas, en su esfuerzo por brillar, y posicionarse ante la opinión pública y sus colegas legisladores como presidenciables o vicepresidenciales, han terminado abrazando lo irrisorio.
Su accionar y declaraciones en el Pleno, en las mesas legislativas e incluso ante la prensa, han sido como un imán para el escarnio público. Esto porque han evidenciado un desconocimiento profundo de la normativa vigente, los procedimientos parlamentarios y sus competencias constitucionales.
El voto de cada asambleísta se cotiza en función del cargo que ostenta. En la actualidad, el control político se hace por subasta. Y no faltará quien con la reconfiguración de la Asamblea siga utilizando las presidencias o vicepresidencias de las mesas legislativas para el chantaje
Pese a ello, persisten. El informe del caso #Encuentro pueda que carezca de sustento jurídico para llevar a un juicio político al presidente de la República, Guillermo Lasso. Sin embargo, sus promotores están convencidos de que fue una gran tribuna mediática para posicionar a sus cuadros. Algo hay de verdad.
De otra manera, no habrían logrado tanta atención de los periodistas que se deslumbran fácilmente con los fuegos artificiales de las coyunturas políticas. La consigna es capitalizar el desgaste del presidente Guillermo Lasso.
Eso explica la desesperación por tener presencia pública y venderse como opositores del Gobierno, en momentos en que la popularidad del Primer Mandatario mengua.
Las conversaciones entre las bancadas de oposición se adelantan para concretar esa repartición y el país corre el riesgo de que -otra vez- las mesas legislativas se conformen con cuadros que brillen, pero no precisamente por su capacidad para dirigir de forma diligente una comisión.
El voto de cada asambleísta se cotiza en función del cargo que ostenta. En la actualidad, el control político se hace por subasta. Y no faltará quien con la reconfiguración de la Asamblea siga utilizando las presidencias o vicepresidencias de las mesas legislativas para el chantaje.
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