
Catedrática de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Católica de Quito
El 29 de septiembre, en la ciudad de Quito se inauguró el primer Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP 2014), al que asistían alrededor de 35 movimientos de izquierda de América latina y Europa, quienes debatirían la situación de la izquierda y las estrategias para combatir el avance de la derecha, según dice el comunicado oficial.
Sin lugar a dudas, el evento es trascendental en las discusiones políticas de América Latina frente al actual contexto mundial, sin embargo, vale la pena hacer algunos señalamientos críticos a los presupuestos políticos e ideológicos que se plantean como base del encuentro. Esta reflexión la hago en razón de la presencia de muchos movimientos progresistas que no se encuentran administrando ningún Estado latinoamericano y que han asistido a este evento con la seguridad de su carácter progresista y de izquierda.
En el discurso de bienvenida, la Secretaria Ejecutiva del Movimiento Alianza País, organizador del evento, convocó a: "estar siempre alerta, mucho más organizados y no engañarnos" sobre los intentos que las fuerzas conservadoras llevan a cabo contra los progresistas.
¿A qué fuerzas conservadoras se refiere la Secretaria, a las que operan fuera de los gobiernos progresistas o a las que operan dentro? En el caso particular del Ecuador, al parecer dentro del Gobierno de Alianza País existe una poderosa derecha económica que ha llevado adelante la ejecución del proyecto neoextractivista, que ha endeudado al país con la China, ha vuelto a endeudarlo con el Banco Mundial, ha entregado la mitad de la reserva nacional de oro a la financista Goldman Sachs, ha firmado el TLC con la Comunidad Europea. Así también, en el movimiento gobernante opera una poderosa fuerza conservadora que ha dado paso a una neocolonización cultural (Reforma Universitaria, actualización del discurso racista, legitimación del desarrollo capitalista, etc.) ha frustrado la iniciativa Yasuni-ITT en función de la explotación petrolera, ha impedido la ampliación de los derechos de las mujeres (despenalización del aborto) y de la comunidad LGBTI (matrimonio igualitario). Una poderosísima fuerza política autoritaria que ha concentrado todo el poder en el Ejecutivo prácticamente liquidando la autonomía de los otros poderes del Estado, ha criminalizado la lucha social (dirigentes, estudiantes y ciudadanos, perseguidos, enjuiciados y encarcelados), ha instrumentalizado los poderes Legislativo y Judicial para el control social (COIP, decreto 16, Ley de Comunicación, Reforma a la Ley Minera, Reforma Constitucional, etc.), intenta cambiar la Constitución del 2008 -construida por el propio Movimiento Alianza País- en aquellas partes más avanzadas como la garantía de derechos, derechos de la naturaleza, reelección indefinida, etc.
Más adelante, la Secretaria manifiesta que la izquierda latinoamericana tiene que: "empoderarse de las revoluciones de la Patria Grande para que no haya vuelta atrás".
Al parecer, su advertencia llega demasiado tarde, pues con todo lo ejecutado en estos 7 años, el Ecuador no solo que ha vuelto atrás, sino que en varios aspectos ha profundizado el pasado conservador. Basta observar que durante los gobiernos neoliberales en el país no se pudo firmar el TLC con Estados Unidos y ahora ya lo hemos firmado con Europa. En los duros años de neoliberalismo, por sobre ello, la organización social, los movimientos sociales y la izquierda en el país eran fuertes, extendidos y sólidos, de lo contrario no se explicaría que las políticas emanadas por el Consenso de Washington no fueron aplicadas de forma total en el país. Los gobiernos de derecha no pudieron debilitar al mayor y más organizado movimiento indígena, no del país sino del continente. Sin embargo, el gobierno progresista de Alianza País ha golpeado a las organizaciones políticas de los pueblos indígenas como no se pudo hacer en el pasado, en base a todo tipo de estrategias de desgaste. Los nefastos gobiernos neoliberales que quisieron radicalizar el neoliberalismo terminaron defenestrados, por la rebeldía y dignidad de una sociedad políticamente organizada, que no aceptaba que se lesione su convivencia, que no aceptaba que se le impongan políticas desde arriba que perjudiquen su buena vida. Ahora, gracias al progresismo, esa misma sociedad, por efecto de una sistemática propaganda ideológica, de la utilización clientelar de los bonos de la pobreza, de la criminalización de la lucha social -que además funciona como pedagogía de persuasión en base a la amenaza y al miedo-, se encuentra disciplinada, arrinconada, desarticulada, amedrentada. Lamentablemente, el llamado de la Secretaria no tiene sentido, pues de lo único que se pueden apoderar la “izquierda” es de la restauración conservadora que está en marcha y avanza con los propios gobiernos progresistas.
Ojalá que cuando aborden el tema de los “golpes blandos” y los "intentos de desestabilización nacionales e internacionales" puedan explicarse cómo las fuerzas conservadoras que operan dentro de los gobiernos progresistas se tomaron los procesos progresistas, que valga aclarar fueron resultado de décadas de lucha social en todo el continente. Quizá en medio del debate, que van a tener durante estos dos días de encuentro, logren identificar las razones que explican el “raro” hecho por el cual, en la época de los gobiernos progresistas, los movimientos indígenas y campesinos que luchan contra la voracidad del capitalismo extractivo de pronto se volvieron terroristas; o la curiosa “transformación” de los y las defensores de derechos humanos en agentes de la CIA; o desde cuando los movimientos y colectivos de ecologistas, en toda la región, devinieron en enemigos públicos de los gobiernos progresistas y, aún más, la razón de que los jóvenes estudiantes hayan dejado de ser jóvenes rebeldes para convertirse saboteadores, violentos y vagos. Esperemos que puedan explicarse y explicar a la sociedad latinoamericana los intentos de “desestabilización nacional e internacional” que lleva adelante la modernización del capitalismo, no por ello menos salvaje, que se ha extendido en el subcontinente gracias a los gobiernos progresistas.
Finalmente, es de anhelar que cuando en el encuentro debatan las estrategias para “combatir el avance de la derecha” no olviden que el capitalismo no tiene banderas, pues tiene la gran capacidad de adaptar a su ropaje cualquier color, así que ojalá no crean en ningún "cuento chino" ni tampoco aquel del rostro humano del capital. Esperemos que logren entender, si es que el problema es de entendimiento, que no se hacen transformaciones sociales desde arriba y de forma autoritaria sin la participación directa de la sociedad políticamente organizada, y menos encarcelando a los jóvenes. Se les desea también que mediten y tomen en cuenta que las baratijas, tengan la forma y el precio que tengan, no dejan de ser baratijas, y ojalá se percaten que no se construye el buen vivir mercantilizando la vida a nombre del progreso, el desarrollo y el crecimiento económico; que no se construye el buen vivir destruyendo la naturaleza y la vida social que en ella se hospeda.
La mejor estrategia que pueden diseñar para combatir el avance de la derecha es que pongan las direccionales y curven para la izquierda, es decir que asienten los procesos de transformación en la sociedad organizada políticamente y en dirección contraria a la del capital y el autoritarismo político que lo acompaña, si es que no es demasiado tarde.
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