La pulsión de muerte, planteada por Freud, es el deseo del ser humano por destruir su entorno social o por auto destruirse.
Lamentablemente, la pulsión tanática, hoy más que nunca, es la piedra angular de un sistema social basado en el consumo indiscriminado de objetos. El consumo como práctica que confiere prestigio o status funciona como una de las tantas pruebas con las que el sistema capitalista desafía a millones de seres humanos carentes de voluntad, para que resuciten extasiados mientras son fagocitados por sus mercancías.
Philipp Budekin, el millenial ruso de 22 años, con su juego suicida de la ballena azul ha creado una metáfora trágica sobre los avatares comunicacionales de la sociedad on line, globalizada e internautizada del siglo XXI.
Uno de los conceptos que mejor describe esta preocupante avalancha de suicidios, es el de violencia simbólica, desarrollado por Pierre Bourdieu.
De acuerdo con Pierre Bourdieu, la violencia simbólica es casi siempre impuesta sin ser percibida por sus propias víctimas: “la violencia simbólica, violencia amortiguada, insensible, e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento” (1)
Esta claro que las víctimas de este juego fueron adolescentes de la generación Z (post milenio) hábiles para la comunicación virtual pero extremadamente vulnerables por su incapacidad para crear lazos afectivos con el mundo real. Por ello, estos chicos convirtieron a un psicópata—virtual en un profeta que les estaba enseñando a vivir mientras avanzaban en la cadena de retos propuesta por Budeikin.
La viralización tanática de Ballena Azul construyó una tragedia donde lo único real fue la muerte.
No debería sorprendernos el hecho de que un psicópata de 22 años como Philipp Budeikin, ex estudiante de psicología, haya logrado controlar la conciencia de cientos de jóvenes para hacerlos suicidar.
Vivimos una era virtual, pulsionar, inmediatista, donde Facebook administra nuestras relaciones interpersonales. Zuckerberg logró que 2000 millones de personas se relacionen en una red social que administra likes, dopamina y egos. ¿Por qué Zuckerberg fue la persona del año para TIME? ¿Acaso no es tan mórbido y aterrador como Budeikin?
Facebook y la secta de la Ballena azul navegan por un océano comunicacional de aguas turbias donde cada día es más difícil reconocer latidos humanos. Hoy, la gente, se enamora mirando pantallas y no pupilas.
Bibliografía:
Bourdieu, Pierre (2003). La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.
Baudrillard, Jean (1994). Cultura y simulacro. Barcelona:Anagrama.
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