
Es licenciado en Sociología y Ciencias Políticas por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito; Magíster en Comunicación, con mención en Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación por la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador.
Hablemos del underground de una nueva cultura masiva: el reguetón. ¿Underground? Sí, aunque la escuchamos en taxis y parlantes fuera de los locales, poco conocemos de su influencia en las relaciones interpersonales, en la opinión pública, en la comunicación. Pero de seguro algo está pasando y las letras de sus canciones lo afirman con la fuerza de un yunque. A continuación, algunos fragmentos de artistas reconocidos:
Tokischa, Anuel AA: Ñengo Flow
Metemelo hasta dentro del closet.
Dame lengua, dame de´o, rompemelo en to’ las poses
Muérdeme, jálame, chupame, estrellame
Súbeme la nota, singándome arrebátame
Tengo un delincuente en mi habitación
A vece´me lo mete al pelo y a vece`con condón
Tengo un delincuente en mi habitación
Tokischa, una artista dominicana que combina el trap, el rap, el reguetón y el dembow, que sin miramientos se declara bisexual. Por su parte Anuel AA. Es un rapero y compositor puertorriqueño.
Como varias letras de las canciones de reguetón, esta tiene como protagonista el deseo de la mujer, que se expresa con profunda libertad, digo profunda porque la brutalidad con la que se describe la sexualidad, desenmascara los estereotipos de dignidad femenina como sinónimos de recato.
Si cabe alguna duda de la calidad artística de Tokischa, la mismísima Rosalía la invitó a colaborar con ella en la canción Linda.
El reguetón hace que me pregunte por la apropiación cultural del género, un proceso que circula socialmente como un río subterráneo de insatisfacción y ansia de libertad, una crítica a lo políticamente correcto, a la imposición de las élites culturales o los líderes sociales hechos costra en el pasado.
En este contexto son los populismos, que intuyen las emociones sociales y las transforman en contenidos políticos, los que aprovechan las corrientes de cambio cultural. Nuevas mentiras con nuevos mentirosos. Por supuesto cuando ganan las elecciones, son los primeros en moralizar y defender la familia, oponerse al aborto y entregarse a los lujos y placeres del capitalismo que cuestionan.
El reguetón hace que me pregunte por la apropiación cultural del género, un proceso que circula socialmente como un río subterráneo de insatisfacción y ansia de libertad, una crítica a lo políticamente correcto, a la imposición de las élites culturales o los líderes sociales hechos costra en el pasado.
Beauty Brain y Ms Nina: Tu sicaria
Que a ti te gusta
Cuando lo hago lento
Cuanto yo lo siento
Yo no pierdo tiempo
Me guardo la pistola debajo de la falda
No quiero dinero no me hace falta
Cuando me preguntan si lo hago gratis
Claro que no guapi.
Beauty Brain es una pareja de Djs gaditanos, ampliamente conocidos por su fusión del trap y la música electrónica. Ms Nina, artista argentina urbana que hace neoperreo, un estilo que pega mucho en grupos que reivindican la diversidad de géneros.
Un grito a los sordos, un grosero reclamo contra el sexismo y la cuadratura moral de las generaciones de “adultos responsables”; muchos de los cuales, como la ola de jueces podridos por el narcotráfico, sus hijos y familiares son los funcionarios públicos corruptos, los políticos y operadores del narcotráfico. Por supuesto en su vida privada las mujeres circulan como si fueran autos de lujo, alcohol, drogas y un tufo a sangrienta libertad. La violencia no está en la letra de las canciones de reguetón, sino en la hipocresía de los políticos que la facilitan.
Karol G.: Provenza
No sé si te convenza (ey)
Nos damo un rocecito por Provenza
Y si la cosa se pone tensa, en mi cama la recompensa
O viceversa, ¿por qué lo piensas?
Pasamo por el barrio por hierba
Ponla en la hookah pa'que se disuelva
La química todavía se conserva, y yo te lo hago rico
Para que vuelva
Karol G, la cantante paisa de indudable carisma y polifacética se mueve con soltura en géneros como hip-hop, dance o merengue además del trap y el reguetón. Su apodo la Bichota es una versión del nombre “bichote” que hace referencia a una narcotraficante de alta jerarquía.
El jueves 2 de junio de 2022, La Bichota estuvo en el Coliseo General Rumiñahui de la ciudad de Quito, las imágenes que la misma artista compartió en redes sociales son alucinantes, no cabía ni una moncaiba entre la gente, el coliseo repleto, como la mayoría de conciertos de reguetón a pesar del sexismo de las letras o la baja calidad de su composición musical, con prejuicios o sin ellos, el público coreaba con euforia.
La presencia de la clase media en el concierto de Karol G. es indudable, estimulada por una potente industria musical que comercializa, como siempre, las rupturas culturales, con el efecto de normalizarlas.
Vivimos un mundo invertido, pues las enormes transformaciones en la familia, el amor y la sexualidad; también en las formas de interacción social, de aprendizaje, de pensamiento y sensibilidad son como un rizoma, es decir una raíz que se esparce bajo el sistema social, con una dinámica de cambio imparable.
Mientras, en la superficie, hay una ilusión de permanencia, de tradición y negación, como lo demostró Cynthia Viteri, con su gestión adolescente de la alcaldía, o cómo actúa la CONAIE como si el sector rural fuera inmune al Big Data, el Machine Learning, la biotecnología y solo fuera permeable a la pobreza. No conozco demandas de conectividad total a Internet, en el campo, que se ha demostrado impulsa la educación y el desarrollo económico.
Los líderes sindicales continúan con la lucha en las calles, como si la cuarta revolución industrial o la GIG economy (un nuevo formato para generar ingresos) no afectan la posibilidad de mantener los trabajos de por vida. Necios, jalan al pasado.
No es la primera vez, estamos en un cambio cultural, como el de la década del 80 - 90, cuando Madonna lanzó su libro Sex, escándalo que se sumaba a los anteriores, como la masturbación en un escenario o cuando quemó cruces provocando a la Iglesia; pero Sex superó lo anterior, lo tenía todo, bondage, lesbianismo, sexo oral, beso negro, lo único que no tuvo fue sexo explícito, pero ni falta que hizo.
Como en aquella época, no tenemos que estar de acuerdo, pero si queremos avanzar como sociedad debemos evadir los prejuicios para comprender sus efectos sociales; la cultura masiva del reguetón visibiliza mucho más que los cambios en la sexualidad: el hartazgo de las élites, de los discursos sin calle, sin cuerpo, sin realidad. Quizá también sea un aviso de la escasez de racionalidad social y el peligro de hundirnos en la tribu.
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