Los argumentos en favor del uno o de la otra son válidos, aunque no excluyentes. Desde una perspectiva estratégica se puede optar por el uno o por la otra, dependiendo de las circunstancias y de los objetivos. Y no solamente existen esas dos opciones, también son válidos, el ejercicio de autoridad, la negociación, la concertación. Un gobernante debe preservar su gobernabilidad, pero también contar con un plan de acción para afrontar problemas de alto valor para la sociedad y el estado.

En el inicio de su gestión el presidente Noboa ha echado mano de algunas de estas estrategias. Con la vicepresidenta Verónica Abad aplicó la estrategia de autoridad. No se sabe por qué no la complementó con la de la negociación. La vicepresidencia es parte del Ejecutivo, es una institución no reducible a una persona. El presidente Noboa no solo que alejó a Verónica Abad de sus funciones como vicepresidenta, sino que desmanteló la vicepresidencia.

Los socialcristianos tampoco han plegado a la agenda de la impunidad del correismo. Tanto que el expresidente Correa arremetió contra el presidente de la Asamblea, Henry Kronfle. Sin duda el pacto le permitió a Noboa asegurar estabilidad con la aprobación de la ley económica con la que espera paliar en algo la crisis fiscal.

El caso de la fiscal Diana Salazar revela diferencias entre las bancadas del pacto.  La fiscal ha puesto en evidencia la alianza entre el crimen organizado y Correa tal como se desprende de los chats del delincuente Leonardo Norero. Estas evidencias colocan al presidente Noboa en la disyuntiva de mantener el pacto o de deslindarse claramente de la agenda de la impunidad. Se hace imperativo un respaldo firme a la valiente gestión de la fiscal. El caso Metástasis no puede ser encarado solo en el plano judicial. Abarca el campo político. Exige, por tanto, la combinación de estrategias y un reenfoque de los acuerdos legislativos.   

La lucha contra el crimen organizado también requiere de una visión estratégica. No sólo apelar a la fuerza conjunta de las fuerzas armadas y de la policía, sino también de políticas dirigidas a evitar la lumpenización de la sociedad, de la que se nutre el correísmo y el crimen organizado.

La aplicación de la ley económica también exige una perspectiva más amplia, para que no se quede en medidas aisladas, sino que las articule en un plan coherente que no mire solo el corto plazo sino, en lo posible, el mediano plazo. Ello va de la mano con desistir de una lógica electoralista en busca de una posible reelección para tomar medidas necesarias que, sin embargo, tienen costos sociales y políticos.

La consulta popular debe ser pensada en términos estratégicos. Ello implica partir de un análisis más detenido de las circunstancias económicas, políticas y sociales que vive el Ecuador.  Hay que evitar el inmediatismo y circunscribirse a las urgencias, en desmedro de las importancias.

El presidente Noboa tiene el desafío de demostrar que la juventud que representa es capaz de alcanzar resultados que redunden en un mejoramiento de la compleja situación del país. Su equipo de gobierno, integrado por mujeres y jóvenes, pero sin mayor experiencia, debe responder a una hoja de ruta clara y evitar que la curva de aprendizaje conspire en contra de la eficiencia en la gestión.

La política no es solo confrontación. En la democracia se juegan distintos intereses, convicciones y aspiraciones. Construir acuerdos es más difícil que imponer la voluntad tiránica de quienes se sienten dueños del poder. Si no, veamos lo que está ocurriendo en Nicaragua. La izquierda y la derecha existen, pero en democracia ninguna es propietaria de la verdad. Lo que pesan son los resultados.  Es lo que está en juego en Chile, Colombia, Argentina y Brasil.