
Jugar fútbol con cabezas humanas es un deporte que empezó a practicarse en las cárceles ecuatorianas, allá por el año 2019, con la cabeza de alias Cubano.
El once de junio, siete internos del Centro de Privación Regional de Guayaquil ingresaron en su celda, ubicada en el tercer piso del pabellón de máxima seguridad, y lo acribillaron —la Policía encontró trece casquillos de bala y una pistola de nueve milímetros—. Luego arrastraron al muerto y, desde el tercer piso, arrojaron su cadáver a un patio. Ahí lo decapitaron con un machete e incineraron su cuerpo.
La cabeza de Cubano fue lanzada a una cancha de fútbol, donde varios reos fueron vistos usándola como pelota.
Un antropólogo forense, entrevistado por un canal de televisión a propósito del asesinato de quince presos —varios de ellos decapitados— en la cárcel de Latacunga, el cuatro de octubre de 2022, señaló que le llevaría bastante tiempo acoplar las cabezas desprendidas a los cuerpos correspondientes, mutilados y calcinados.
Durante la Revolución Francesa, gracias a la eficacia de un revolucionario invento: la guillotina, en un lapso de aproximadamente dos años fue posible hacer rodar las cabezas de poco más de dieciséis mil personas. Después de la época del terror francés el método cayó en desuso y eso de hacer rodar cabezas se convirtió en una metáfora. Figura que consiste en nombrar una cosa por otra.
Lo mismo hicieron los miembros del grupo subversivo ecuatoriano Comandos Revolucionarios de Liberación, que en el año 1977 asesinaron al empresario Antonio Briz López y dejaron su cabeza, metida en un cartón, en el atrio de la capilla de la Virgen del Consuelo - Quito
Hacer rodar cabezas pasó a significar expulsión, sustitución, dada de baja, despido. Y con este significado entró en el mundo de la burocracia, la política, los negocios. El Estado Islámico prescindió de la metáfora y se dedicó a cortar cabezas de manera literal. Lo mismo hicieron los miembros del grupo subversivo ecuatoriano Comandos Revolucionarios de Liberación, que en el año 1977 asesinaron al empresario Antonio Briz López y dejaron su cabeza, metida en un cartón, en el atrio de la capilla de la Virgen del Consuelo, en el centro de Quito.
En actos como la decapitación, el regreso del sentido metafórico al sentido literal es, al mismo tiempo, un retroceso temporal y civilizatorio. Los motivos detrás del uso de la decapitación son, empero, distintos. Lo que guió el uso de la guillotina en Francia fue la búsqueda de eficacia, mientras que lo que guía el uso de la decapitación en las cárceles ecuatorianas es provocar terror. Provocar terror y profanar.
Separar la cabeza del cuerpo es una manera de deshonrar al enemigo, de quitarle dignidad. Dividido, deja de ser uno, una persona.
Cortarle la cabeza a alguien es impedirle el descanso eterno. En el otro mundo, el fantasma del cuerpo vagará eternamente en busca de su cabeza fantasmal.
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