Carlos de la Torre es, sin duda, uno de los académicos más importantes del hemisferio en lo que concierne a la teoría del populismo. Esta aseveración se confirma por las sus múltiples publicaciones en los espacios académicos más importantes de Europa y los Estados Unidos orientados a ese el tema. De La Torre, Realizó su doctorado en la New School for Social Research, en Nueva York, un centro de investigación de alto nivel, fundado en la década de los treintas por prestigiosos pensadores que tuvieron que escapar de la persecución y la violencia del nazismo en Europa hacia los Estados Unidos. Fiel a la tradición de la teoría crítica, De La Torre enfocó sus esfuerzos intelectuales al análisis (en el verdadero sentido del término) de una de las principales manifestaciones del autoritarismo de Latinoamérica: El Populismo.
Los aportes de Carlos, son amplios, y su influencia en los debates en torno a regímenes que han erosionado la democracia desde estrategias manipulativas son ampliamente conocidos en el ámbito de la investigación social. Sin embargo, me gustaría enfocarme a uno de los libros editados, por el autor en el Ecuador, y orientados a un público heterogéneo. Una obra que propone visiones panorámicas del fenómeno populista en nuestro país. Me refiero a ¨ De Velasco a Correa. Insurrecciones populismos y elecciones en Ecuador, 1944- 2013, (UASB 2015).¨
En el mencionado trabajo, el autor realiza un ejercicio sincrónico al respecto de varios elementos afines al populismo en diferentes momentos de la historia local. Su libro se divide en siete capítulos: el primero explora las características de los velasquismos. El segundo, describe el poco interés que el liberalismo y la institucionalidad democrática logró despertar en la sociedad ecuatoriana tras el régimen de Galo Plaza, (período al que de la Torre llama ¨experimento democrático¨). El tercer capítulo muestra los imaginarios en torno al político Abdalá Bucarán Ortiz, su éxito para congregar en pos suyo las necesidades de inclusión de amplios sectores de la sociedad, tradicionalmente marginados, y su estigmatización por parte de la élite tradicional como ¨el repugnante otro¨. El capítulo cuarto describe la llegada de Lucio Gutiérrez, y su supuesta concordancia con los movimientos sociales progresistas para terminar analizando el giro autoritario tomado por el coronel, su falta de apego a la institucionalidad democrática así como su final destitución.
Los capítulos restantes están dedicados el gobierno de Rafael Correa Delgado. Así pues, el capítulo cinco describe la primera victoria electoral de Correa, y la instauración de una Asamblea Constituyente de plenos poderes. El capítulo seis explica una característica diferente del correismo con respecto a los otros líderes populistas presentados en el texto, la cual concilia la figura del político carismático, con un novedoso discurso tecnocrático: El capítulo final se enfoca en la características del último triunfo electoral de Correa en el 2013.
Uno de los elementos centrales del trabajo de De La Torre está enfocada a la crítica y confrontación constante del autor contra varias visiones erradas (a su juicio) que han catalogado a los grupos de seguidores de los líderes populistas como masas irracionales, acríticas, y poco democráticas. Al contrario de estas premisas, los seguidores del líder populista obedecen a sus propios razonamientos, procesos organizativos y objetivos racionales, los cuales además ofrecen perspectivas para un entendimiento distinto del orden político. Sin embargo, en todos los casos, el autor termina demostrando como el populismo, una vez salido de la subalternidad de las consignas previas a las elecciones, y convertido en una instancia de poder instituido, tiende a concurrir en prácticas autoritarias y contradice las promesas democratizantes de su discurso inicial.
En efecto, el libro de Carlos de La Torre plantea (en mi opinión) cuatro elementos que se presentan comunes a los casos estudiados, (aunque sean descritos de diferentes formas por el autor): La justificación; la legitimación; el desborde de atribuciones; y en algunos casos la sombra del líder ausente.
En lo que respecta a la justificación, vale decir que todos los líderes populistas estudiados por De La Torre, saltaron a la palestra política impulsados por sonados errores, e incuestionables defectos de la clase política que les precedía. Durante la rebelión de 1944 en contra de Arroyo del Río, los seguidores de Velasco Ibarra justificaron su violencia por las acusaciones de fraude electoral del entonces presidente, su lamentable liderazgo durante la guerra con el Perú, y el creciente autoritarismo de las guarniciones de ¨carabineros¨ que lo resguardaban. Estas circunstancias crearon el ambiente perfecto para justificar uno de los más sonados retornos, de Velasco, como líder mesiánico.
Abdalá Bucaram, por su parte, ganó la elección presidencial de 1996, respaldado por amplios sectores populares en muchos casos sin acceso a servicios básicos, tradicionalmente excluidos y cuyo descontento, con las élites tradicionales, fue bien explotado. Por otro lado, Lucio Gutiérrez fue parte del pequeño pronunciamiento militar que precipitó la caída de Mahuad en 2000, ganándose de ese modo la simpatía de los movimientos sociales y las organizaciones indígenas. Finalmente Correa, en el 2006, aglutinó el rechazo acumulado a cada acción errónea de la sociedad política ecuatoriana desde el retorno a la democracia, hasta el año de las elecciones, haciéndose ver como la única opción válida de ¨manos limpias y corazones ardientes¨.
En lo que tiene que ver con la legitimación, que podría entenderse como la capacidad del líder populista de mantener su credibilidad una vez en el poder, existen marcadas diferencias entre el ejemplo correísta y los otros casos revisados. Así pues, tanto Velasco Ibarra, Bucaram, como Gutiérrez mantuvieron ejercicios de poder incompletos e interrumpidos por desbordes sociales, y coaliciones de élites políticas disconformes. Todos ellos fueron bastante ineficaces en ganar espacios legitimadores que mantengan a flote sus proyectos. Correa, en contraste, logró articular un discurso que le ha permitido permanecer casi una década en el poder. De La Torre, explica este fenómeno a través de un discurso híbrido usado por el líder, que se define como tecno-populismo. Así pues, Rafael Correa asume el rol de un profesor que adoctrina a su pueblo desde el uso de una jerga tecnocrática, y se ha rodeado de una serie de asesores y técnicos profesionales que hacen aparecer a las decisiones del mandatario como elementos indispensables dentro de un proyecto complejo, altamente organizado y vanguardista. Desde esa perspectiva, quien enfrente al líder no solo será un enemigo de la revolución, sino también un ignorante ajeno a la conveniencia de una administración técnica y objetiva de la administración del Estado.
El desborde de atribuciones, es una categoría en cierta medida compartida por todos los líderes populistas estudiados. Velasco Ibarra tuvo amplios momentos de autoritarismo, llegó a disolver el poder Legislativo en 1970; Bucaram recibió varias denuncias de corrupción e incluso se llegó a saber que utilizó fondos reservados para su propio beneficio; Gutiérrez, con la ayuda de sus allegados en el Congreso, disolvió la Corte Suprema de Justicia en el 2004, imponiendo magistrados afines a su partido; y Rafael Correa manipuló el ordenamiento de las instituciones democráticas a través de la redacción de una Constitución a la medida de su proyecto político reformándola en repetidas ocasiones, de modo que las otras funciones del Estado fueron sometidas paulatinamente bajo su autoridad. El desborde de atribuciones, es compartido de manera constante en todos los ejemplos estudiados, aunque el correismo logró profundizar este proceso mucho más gracias a sus mucho mejor elaboradas estrategias de legitimación.
La sombra de líder ausente. Si bien tanto Bucaram, como Gutiérrez intentaron explotar su figura de víctimas (con cierta justificación) por la interrupción de sus funciones, y su necesidad de dejar el país, solamente Velasco Ibarra logró despertar la fascinación por su sombra mientras se mantenía en diversos exilios. Este elemento aún es ajeno al proceso correista, en el poder hasta esta fecha.
El libro de Carlos De La Torre es importante porque ilustra la manera en que los grupos que apoyan a líderes populistas se mueven desde lógicas racionales, y basados en intereses a los que raramente podrían acceder desde la democracia institucional liberal, aunque demuestra como en el caso ecuatoriano este tipo de liderazgos tienden a devenir en proyectos autoritarios. El texto muestra, además, algunas de las razones por la que ciertos proyectos populistas pueden resistir y legitimarse durante períodos largos de tiempo a través de un proceso de hibridación de discursos, como el caso del tecno populismo de Rafael Correa. Recomiendo la lectura de esta obra, sin ella la comprensión de la crisis política que vive el Ecuador estaría incompleta.
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