
Con todo el Gobierno movilizado, empleando todos sus recursos financieros y humanos en la campaña, todo el aparato de propaganda, la concentración de medios de comunicación, los vehículos, los funcionarios públicos, la inauguración de obras; tras convertir a esta en la campaña más sucia que ha visto el país con una acumulación de mentiras y acusaciones… y tras 10 años de Gobierno, sabatinas, derroches, control total de las funciones del Estado, incluida la electoral, lograr un triunfo de apenas 2% en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales (sobre el que subsisten un montón de dudas), es en sí mismo un fracaso.
Recuérdese, de todas maneras que a pesar de que el Consejo Nacional Electoral (CNE), dio como resultado a las 20:40 del domingo que Lenin Moreno había ganado con 51,07% de los votos a Guillermo Lasso, que habría obtenido 48,93%, esos son resultados provisionales y que solo el escrutinio que se realiza en las delegaciones provinciales del CNE, darán los resultados definitivos.
Así lo determina la ley, procedimiento que es mucho más importante cuando el resultado es tan estrecho y hay indicios de que no todo fue transparente.
Uno de esos indicios es la caída de la página de resultados del CNE. A partir de las 17:00, cuando se cerraron las votaciones, dicha página quedó inaccesible, como lo comprobamos todos los que quisimos seguir a través de ella el progreso de los datos reportados, y encontrábamos al tratar de entrar al portal www.cne.gob.ec, el mensaje de que: "No se ha podido encontrar la dirección DNS del servidor de resultados 2017-2v.cne.gob.ec". Según expertos informáticos, consultados por Fundamedios, “esto significa que no se permite el acceso de los usuarios al servidor del CNE o este ha sido desconectado”.
Lo curioso es que el CNE empezó a reportar datos a través de una pantalla ubicada en el centro de mando que instaló en un hotel, cuando ya el porcentaje de actas procesadas era muy alto. Desde las 19:00 aquel progreso fue acercándose poco a poco a las cifras que finalmente fueron anunciadas. ¿Por qué la página web estuvo inaccesible para la ciudadanía? ¿Cómo es que se llegó a ese monto de reporte? ¿Con qué ritmo? ¿Qué provincias iban mandando sus datos? Nada de esto supo la ciudadanía sino solo los montos globales.
El otro indicio es el conteo rápido de Participación Ciudadana: anunciaron que su cálculo daba un resultado tan estrecho, de solo 0,6% de diferencia, que se abstenían de dar un ganador. “No nos toca a nosotros dirimir”, dijo Ruth Hidalgo, dejando la palabra final al CNE.
Es verdad que el conteo rápido de la Escuela Politécnica Nacional, contratada por el CNE, dio ganador a Moreno con una diferencia de 2,3% (51,15% a 48,85%, con un margen de error de 0,7%), y que se trata de una institución respetable y seria. Pero, al igual que el de Participación Ciudadana se trata de una proyección basada en datos reales de una muestra de actas recogida mediante métodos probabilísticos, es decir susceptibles de error.
Por eso, los delegados oficiales de la candidatura de Creo deben exigir el escrutinio acta por acta en cada una de las provincias del país, comenzando en cero. Esto está previsto en la ley, y es la única forma de despejar las dudas sobre el sistema de escaneo-contabilización de datos del CNE, que mediante un algorritmo bien puede introducir distorsiones, ya que se trata de una fase ciega del proceso escrutador, con un software que no ha sido chequeado por expertos independientes a pesar de los pedidos que hubo desde antes de la primera vuelta electoral.
Por lo tanto, los resultados pueden variar: Es verdad que la diferencia de votos es de 200.000, al ser, en lo esencial 4,8 millones de votos los adjudicados a Moreno y 4,6 millones a Lasso, pero con este gobierno hemos visto que se puede freír granizo.
Pero si se confirmara con los escrutinios definitivos el triunfo de Moreno, lo que le espera al país es una ruta plagada de dolores y quebrantos. En primer lugar, por la limitada capacidad del propio Moreno, demostrada a lo largo de la campaña, y por la voracidad de quienes le rodean. En segundo lugar, por el estrechísimo margen de maniobra que le queda para salir del hoyo en que se halla la economía. Es imposible que estando la caja fiscal en el estado en que se encuentra pueda cumplir las desbordadas promesas de los planes de “Toda una vida”, entre otras las 325.000 casas gratuitas o de 20 dólares mensuales, las jubilaciones para quienes no han aportado al IESS y otras por el estilo.
Moreno ha anunciado que cambiará muchas cosas en el estilo de gobierno, que hay que oír a la gente, probablemente porque sintió en la campaña la polarización del país. Este es un país dividido, profundamente erosionado en su unidad y en su dignidad. Si es que finalmente es él el ungido, estará condicionado por un triunfo muy estrecho, sobre el que millones de ecuatorianos mantendrán profundas dudas de ahora en adelante.
¿Implica el triunfo de Moreno el triunfo de la impunidad? Eso es lo que se pretende, pero en junio se revelarán los nombres de quienes recibieron coimas de Odebrecht y el país exigirá una vindicta pública, so pena de perder lo esencial del alma nacional: su amor por la justicia y la libertad.
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