
EL miércoles 27 de febrero el comité de supervisión de la Cámara de Representantes de EEUU oyó estupefacta el testimonio de Michael Cohen, por largo tiempo abogado y “fixer” (solucionador de problemas) de Donald Trump.
El testimonio de Cohen, el texto de cuya declaración introductoria fue repartida antes a la prensa, aclaró algunos puntos clave sobre la actuación de su retorcido cliente. Por ejemplo, confirmó que Trump sabía de las conversaciones con WikiLeaks para filtrar por Wikileaks los correos electrónicos relacionados con Hillary Clinton, algo que Trump ha venido negando. Cohen presentó también copia del cheque con que este le reembolsó en agosto de 2017 el dinero que había pagado a una actriz porno y a otra mujer para que no hablaran de las aventuras que Trump tuvo con ellas. Como han subrayado los medios estadounidenses, Cohen ya lo había implicado en violaciones a las leyes que rigen el financiamiento de las campañas electorales, pero la revelación del miércoles demuestra que seguía en estos enjuagues siendo ya presidente, cosa que Trump ha negado repetidamente. En una nota melodramática, el abogado también se mostró arrepentido de haber mentido a Melania Trump, “que no se merecía esto”.
Entre las cosas más graves, Cohen aceptó haber mentido al Congreso por orden de Trump, como lo había revelado hace un mes la publicación BuzzFeed, aunque, según su narración, la orden fue implícita. También confirmó que Trump siempre supo de la reunión en su torre en Nueva York entre directivos de su campaña electoral, incluidos su hijo y su yerno, con agentes rusos en junio de 2016.
Y esto solo sobre los temas legales. Porque Cohen confirmó aspectos del carácter de Trump, como por ejemplo que suele hacer comentarios racistas contra los negros, que usó fondos de la fundación familiar para comprar cosas personales y que los activos de las empresas Trump eran mucho menores de lo que decía públicamente, un tema cuya mención enfurece al actual presidente.
“Trump es racista, estafador y tramposo”, dijo enfáticamente Cohen.
Es obvio que estas revelaciones ya las conoce Richard Mueller, el fiscal especial, cuyo informe sobre si hubo o no pactos secretos entre la campaña de Trump y Rusia se espera para las próximas semanas, y con quien Cohen (que dijo al Congreso que sobre esto no tenía evidencias aunque sí sospechas) llegó a acuerdos de colaboración, por lo que solo deberá pagar una pena de cárcel de tres años.
Aunque Trump niega saber nada sobre las filtraciones de emails dañinas a la campaña demócrata, Mueller ya emitió una acusación fiscal sobre el complot entre el asesor Roger Stone con Wikileaks para filtrar estos emails, que Mueller y el gobierno de EEUU dicen que fueron obtenidos por Rusia y entregados a Wikileaks. El miércoles Cohen declaró: “En julio de 2016, pocos días antes de la convención demócrata, yo estaba en la oficina del Sr. Trump cuando su secretaria le anunció que llamaba Roger Stone. El Sr. Trump puso al Sr. Stone en el altavoz del teléfono. El Sr. Stone le dijo que acababa de hablar con Julián Assange y que este le había dicho que en un par de días habría una filtración masiva de emails que harían daño a la campaña de Hillary Clinton. El Sr. Trump respondió diciendo ‘¿no sería eso grandioso?’”.
Las afirmaciones de Cohen sobre Julián Assange deben llevar a la reflexión no solo a los estadounidenses sino a los ecuatorianos. Como decía el diario El País hace unos meses: “No es una coincidencia que RT, un medio financiado por el Gobierno ruso que funciona como órgano de propaganda a favor del Kremlin, esté empleando su portal en español para difundir noticias sobre la crisis catalana con un sesgo contrario a la legalidad constitucional ... Habitualmente, RT publica informaciones y análisis que transmiten el punto de vista del Gobierno ruso ... Además, suele hacerse eco de los mensajes de activistas como Assange que coinciden con los intereses de Moscú”.
Por su parte, Rafael Correa resulta cómplice de estos manejos al haber protegido a este personaje quien, como queda cada vez está más claro, es un agente ruso. ¿No lo demostraron ya en su momento los viajes y arrumacos de Correa con los países de la órbita rusa? ¿No dice algo sobre la relación de Correa con Rusia el que, a poco de que saliera de la presidencia, hubiera sido contratado por RT para que haga sus pesadas entrevistas?
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