Uno de los puntos importantes del nuevo libro del profesor Luis Verdesoto, Nacen y se reproducen corruptamente, es la participación activa de profesionales, muy capacitados, para ejecutar los actos de corrupción. Este es un episodio que no deja de sorprender y no tiene Justicia. 

El devastador terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter, del 16 de abril del 2016, que afectó al país, en especial a Manabí, fue aprovechado por esos creativos y capaces seres dedicados a delinquir en la función pública. 

Un experto abogado, un conocido desde hace años más atrás, se contactó conmigo y me dijo unas pocas palabras del decreto ejecutivo estrella con el que el correísmo buscaría más recursos para hacer frente a colosal emergencia. 

“Mira esto pana”, escribió. Luego, llegó una foto como mensaje. 

Esta era la captura de la Disposición Reformatoria Primera del Decreto 1073, el Reglamento a la Ley de Solidaridad y Corresponsabilidad Ciudadana que fue creada para ayudar específicamente a Manabí y Esmeraldas luego del terremoto del 2016. 

“Lavaron harto”, finalizó. 

Solamente un especialista en tributación, con mirada afinada, podía determinar el hueco que habían reglamentado o, no lo sé, si conoció que se beneficiaron del hueco.  

El gobierno necesitaba nuevas contribuciones para los damnificados y la vuelta de recursos para esa tributación especial. Pero para ello desactivó el Código Penal. Y se levantaron todos los controles antilavado sobre ese dinero fresco y, también, la revisión de las declaraciones patrimoniales. La contribución era obligatoria para personas que cumplían cierto nivel de ingresos. 

La primera publicación sobre este caso fue en 2017, en este mismo portal de investigación.

El exasambleísta de CREO, César Carrión, tomó el caso. Lo investigó y denunció públicamente. María Arboleda, cuando fue secretaría técnica anticorrupción en el Consejo de Participación, también introdujo la denuncia en el quinto poder. La Fiscalía General recibió la denuncia.

Han pasado seis años y nada pasa.

En definitiva, 5 800 contribuyentes realizaron 8 300 nuevas declaraciones sobre lo que tenían fuera y se beneficiaron de esta ayuda de Rafael Correa. Las nuevas declaraciones y otras sustitutivas revelaron, según las fuentes de esa época, un patrimonio oculto en el extranjero de casi 4.000 millones de dólares.

Según lo que se sabía, personas, del sector privado y público, revelaron patrimonio de USD 40 millones en USD 40 millones, de 20 en 20, de 10 en 10. Y, confirmaron las fuentes, había personas que colaboraron con el correísmo. “Incluso, exfiscales”, aseguraron.   

La corrupción es un crimen de cálculo, de oportunidad. Este caso revela las fallas en todo el sistema.  

Gobernantes “vivos” asesorados por más “vivos”, compromisos innombrables, falta de revisión de entidades de control gubernamental. Falta de seguimiento de los efectos de las normas por la ausencia de departamentos anticorrupción, falta de transparencia en las entidades de control. Desbordamiento de causas y la consiguiente ineficiencia. 

Pero también, falta de fiscalización política y retardo del sistema de Justicia, de todo el sistema.  

Esto aprovechado por estos “creativos cerebros”. Esta es una pequeña consecuencia, son 4.000 millones de dólares que llegaron de fuera, lo que equivale a dos líneas del metro de Quito. 

La opacidad y complicidad nacional con la corrupción es mayor. 

Entonces, para el periodo 2007-2019, el monto total de corrupción llega a 67.729,4 millones de dólares. Serían unos 33 metros tal como lo hemos visto o los que lo vayan a ver, en diciembre cuando, se abra “definitivamente” por tercera vez (tampoco hay que olvidar que esa obra también tiene abierta una investigación por coimas en los tribunales españoles).     

Claro que hay más ejemplos, y pocos con sentencias. Algunos que involucran a esa nueva especie de funcionarios públicos blindados que operan para lucrar ilegalmente del Estado. 

Ahora ya podemos ver que la desmesura ha creado seres insolentemente insaciables que, incluso, mezclan sus relaciones personales con el uso discrecional de los fondos públicos. Traducción: supuestas amantes que, a través de un posible tráfico de influencias, simulan ser empleadas públicas a vista y paciencia de sus coidearios, para contentar a un mimado jerarca político acusado de corrupción. 

Ambición, lujuria, venganza, desmesura, complicidad, desesperación, es lo que hay en el último culebrón de la revolución ciudadana. Ellos claro que han avanzado en sus métodos.

Por eso, aquí nadie va a salir limpio. No los de ese lado, sino de este lado. Hay que ensuciarse, porque nadie saldrá limpio de esto. Incluso, el mismo profesor Verdesoto no salio limpio, fue sacado del gobierno de Guillermo Lasso en medio de una polémica, desprecios y hasta gritos. 

Les he mencionado eso a familia, amigos, colegas, hasta a jueces de la Corte Nacional y de la Constitucional. Y ahora a ustedes. 

Hay que pelear. Inteligentemente, pero hay que dar la batalla. 

¿Cómo? Hay cambio de Gobierno y hay que aprovechar. Primero, tomarle el pulso al nuevo mandatario. Algo -muy poco la verdad- se ha referido a la lucha anticorrupción.

Pero, ¿seguirá con el trabajo de Luis Verdesoto, relatado en el libro, mediante el cuál ha identificado los problemas más serios de corrupción en varios ministerios? ¿Dará fondos para seguir con ese trabajo? ¿Hasta dónde puede o quiere llegar para controlar la corrupción en la Función Ejecutiva? 

¿Despolitizará la UAFE, las Superintendencias, el Sercop, uno de los graves problemas nacionales identificados por los mismos políticos? ¿Revivirá la iniciativa para la compra de sistemas tecnológicos a Israel -para mejorar la Inteligencia-, que quedó en nada al final de este Gobierno? (por cierto, sería muy interesante saber qué o quién detuvo esa compra) 

¿Fortalecerá a la Contraloría, blindará a la Fiscal General ante los apetitos de la revolución ciudadana? ¿Buscará limpiar a la Justicia de jueces y fiscales corrompidos o temerosos? 

¿Tomará la iniciativa de Fernando Villavicencio de militarizar los puertos por donde sale la cocaína de Colombia y Perú?

Si Daniel Noboa decide ofrecer al país respuestas positivas para ese control, que apunten a crear relaciones público-privadas (y privadas) transparentes y seguras, lo van a ensuciar. De seguro. 

Pero también sería el paso necesario para que esos “creativos cerebros de la corrupción” reciban una clara señal de que las cosas van cambiando para ellos. Que gana la razón, la Justicia y la libertad. 

Las gradas se limpian desde arriba. El primer paso: hay que hacer que Noboa agarre la escoba.