
Catedrática de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Católica de Quito
¿Para qué perpetuarse en el poder? Es la pregunta que necesariamente aparece cuando nos enfrentamos a la inminente enmienda constitucional que permitirá la reelección indefinida a las dignidades de elección popular, desde su nivel nacional hasta local. Los argumentos que el movimiento gubernamental construye para responder esta pregunta y defender su intención son varios. En esta oportunidad se analizará algunos emitidos por la secretaria ejecutiva de Alianza País, Doris Soliz.
1. Sostiene: “estamos en una situación en que el país está marchando óptimamente y tenemos que decir no, se corta, nunca más Rafael Correa”. Lo primero que se puede contra argumentar es que aquello de óptimo es una lectura particular, ni la única ni la verdadera; depende del locus de enunciación política, depende del proyecto de país que se tenga, depende del destino que como sociedad queremos construir y de hecho no hay una sola opinión, sino múltiples y muchas de ellas contrapuestas. Para exponer algunos ejemplos, no todo el país está de acuerdo con la política económica basada en el extractivismo, no todo el país está de acuerdo con tratados de libre comercio, ni tampoco todo el país está de acuerdo con una forma de gobierno autoritario. No todos los ecuatorianos consideran que el país se encuentre en una óptima situación y, por lo tanto, no consideran la necesidad que el gobierno de Alianza País ni su presidente se eternicen en el poder del Estado.
2. Argumenta: “¿por qué la enmienda es antidemocrática? Dejemos que el pueblo decida en las elecciones del 2017.” ¿Acaso el pueblo, al que tanto apelan, no es capaz de decidir, no por quien votar sino la forma misma de la participación electoral? De hecho, el pueblo ya decidió en el 2008 las reglas del juego electoral, decidió que no haya relección más que por una sola vez. Y sí, sí es antidemocrático que lo que el pueblo decidió, por sufragio universal, ahora se quiera cambiar por la decisión de 100 personas; o quizá crean en serio eso de que la voluntad del pueblo está encarnada en la bancada de Alianza País o, peor aún, en la persona de Rafael Correa.
3. Dice, también, que: es necesario garantizar la continuidad de la Revolución Ciudadana. Se podría contestar a este argumento que es una lástima que un proceso de “semejante envergadura para la historia nacional” dependa de una persona. Si la continuidad de un proceso político depende de una persona quizá es un proceso que tiene serias debilidades, las mismas que debería salir a la luz y no ocultarlas tras la imagen de un caudillo.
4. Uno de los argumentos que parece tener más solidez es aquel que apela a la estabilidad económica y política del país en los últimos 7 años. Ciertamente que ha existido “estabilidad económica”, misma que empezó con la adopción del dólar como moneda nacional y su consecuente pérdida de soberanía monetaria, a lo cual se sumaron los altos precios del petróleo de estos últimos años y, en su momento, las remesas de los migrantes. Esta bonanza económica permitió, sin lugar a dudas, un incremento en el pago de la deuda social, al igual que ocurrió en otros países de Latinoamérica, incluidos aquellos con gobiernos no progresistas. La preocupación en el gasto social responde a la agenda de Naciones Unidas en sus objetivos del milenio y, sobre todo, a las nuevas demandas de acumulación de capital, ligadas a incrementar mercados para realizar la revalorización del valor, ampliando el consumo privado y estatal.
En cuanto a la estabilidad política, también es cierto que en estos años no se ha producido eventos sociales que desestabilicen al gobierno, como sucedió en la década anterior. Lo que no se dice es que la estabilidad política lograda se basa, en gran medida, en un fuerte control político-ideológico de la sociedad, cimentado en el fortalecimiento de un estado autoritario. Una muestra del control político es, justamente, la enmienda constitucional para la reelección indefinida, en razón de que con ella se busca restringir la participación política de la sociedad en su nivel más elemental. La democracia en su dimensión representativa es limitada, si la comparamos con la democracia directa y participativa, y es esta participación ya limitada la que se le quiere empobrecer más con la enmienda constitucional. Cómo va a existir inestabilidad política, si al final se busca una eternización del gobierno en el manejo del Estado, negando un espacio mínimo de incertidumbre política que supondría otro candidato que no sea la marca electoral Rafael Correa.
5. Por último declaran: Si nosotros estuviéramos en una sociedad más madura, donde cada uno cumple su rol, donde no tenemos por un lado partidos de oposición y por otro lado una oposición mediática, absolutamente desproporcionada, que puede manipular la opinión ciudadana, que puede destruir la honra de las personas, de los líderes etc., y tener esa disparidad y esa inequidad probablemente las reglas del juego estaría más clara para múltiples liderazgos que tiene Alianza País. Este último argumento casi no merece comentarios, sin embargo hay que hacerlos. No se entiende aquello de que cada uno cumpla su rol, ¿cuál es el rol que cada uno debería cumplir? ¿Aceptar las reglas de juego establecidas por Alianza País? todas ellas favorables a sus intereses político electorales. ¿Qué partidos de oposición van a existir, si están acabado con ellos a nombre de reglas poco claras aplicadas por el CNE? ¿Una oposición mediática desproporcionada? Nunca antes en el país un gobierno obtuvo tanto poder y control mediático como Alianza País, con el cual puede, sino silenciar, si opacar las opiniones divergentes y manipular la opinión ciudadana. Respecto a destruir la honra de las personas y de líderes, ciertamente no vale la pena ni siquiera comentar, el país entero sabe lo que sucede en cada sabatina. ¿De qué disparidad e inequidad hablan? ¿De la que se ha impuesto para aquellos que no concuerdan con la visión política de Alianza País? Las reglas de juego están absolutamente claras y estarán más claras cuando se realice la enmienda constitucional y se dé luz verde a la reelección indefinida: todo a favor de la marca electoral Alianza País.
Al parecer, más allá de los argumentos construidos, la reelección indefinida va a ser resultado del poder concentrado y acumulado por Alianza País, para concentrar y acumular más poder. Al final sería mejor que cada uno cumpla su rol y deje que “el príncipe” se reelija indefinidamente y agrande su soledad en el poder, quizá de esa manera la apariencia de democracia que simulan caiga por su propio peso, y el poder que han acumulado termine asfixiando al acumulador. Más allá de estos delirios totalitarios, el pueblo, diverso como es, sabe que la política no empieza ni termina en el juego electoral.
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