
La muerte cruzada está muerta. Ya no es una opción o nunca lo fue. Siempre fue una trampa de quienes quieren nuevas elecciones, provocar una crisis interna e instalar una constituyente para indultar los delitos de los prófugos. La salida a este laberinto debe ir en dirección opuesta.
Si se disuelve anticipadamente los poderes representativos del Estado, el legislativo y el ejecutivo se clausurarán temporalmente hasta convocar a nuevas elecciones simultáneas, proclamar resultados y posesionar a las nuevas autoridades. Mientras esto sucede, el Ejecutivo quedará al mando del Estado por unos pocos meses y sin una legislatura que estorbe. Esto resultará muy atractivo para los consejeros del presidente Guillermo Lasso, muchos procedentes del sector financiero, en cuya trayectoria dominan las ideas sobre el riesgo. Ellos estarán insinuando al presidente que se arriesgue por gobernar a sus anchas por unos meses. Pero esto es una inaceptable ingenuidad propia de alguien que no mira con atención el funcionamiento de la política.
El presidente Lasso no necesita prescindir de toda la Asamblea para poder gobernar. Solo necesita prescindir de algunos asambleístas. El concepto es distinto. Eso quiere decir que no es necesario disolver a la Asamblea para recuperar el cauce de la gobernabilidad, sino que solo necesita propiciar la depuración interna de los partidos legislativos.
Guadalupe Llori fue elegida presidenta legislativa con 71 votos. Aquí se armó una mayoría afín al gobierno nacional. Estaba compuesta por el Pachakutik, la Izquierda Democrática, CREO y los independientes. Ahí se formó un equilibrio que se destruyó con la votación al proyecto de la Ley de Inversiones: 89 votaron en contra, 46 votaron a favor, uno faltó y otro se abstuvo. El oficialismo votó con los independientes más los socialcristianos que, al final del día, son opositores. Esto quiere decir que el oficialismo solo tiene 25 votos de 137 o el 18% de la representación legislativa, es decir, nada. Con esto el presidente Lasso no puede gobernar.
¿Quiénes quieren que el presidente no pueda gobernar? Quienes obstruyen cualquier forma de reactivación económica, de generación de empleo, de desbloqueo institucional, de entendimiento entre el Ejecutivo y el Legislativo, de lucha en contra de la corrupción. En otros términos, quienes quieren que fracase el gobierno son los fanáticos que quieren crear las condiciones para una crisis interna y para un nuevo estallido social. ¿Para qué? Para justificar una resolución de destitución del presidente y, en medio de una convulsión, la instalación de una constituyente que anule los juicios por corrupción de los prófugos para restituirlos al poder.
El presidente Lasso debe recuperar el control de la mayoría legislativa formada para la elección de Llori renunciado a la novelería de la disolución anticipada del poder legislativo. Nunca ha sucedido y no estamos para experimentos. Por el contrario, las depuraciones legislativas han sucedido desde siempre en nuestra historia congresal.
El presidente Lasso debe recuperar el control de la mayoría legislativa formada para la elección de Llori renunciado a la novelería de la disolución anticipada del poder legislativo. Nunca ha sucedido y no estamos para experimentos. Por el contrario, las depuraciones legislativas han sucedido desde siempre en nuestra historia congresal.
Si el bloque oficialista tiene 25 de 71, eso da a entender que Pachakutik y la Izquierda Democrática están abandonando al gobierno. ¿Cómo recuperarlos? Primero moderando los términos de la ley de inversiones, o de cualquier otro proyecto de ley, y consensuando sus conceptos con los partidos homólogos. Luego debe buscar que los partidos prescindan de las manzanas podridas de sus organizaciones instalando procesos legislativos de depuración interna. Finalmente, parece conveniente buscar otra voz de interlocución y otro liderazgo en el legislativo que, al parecer, Guadalupe Llorí perdió o no lo pudo cultivar.
¿Quiénes quieren que se celebren elecciones legislativas anticipadas? Los correístas, algunos indigenistas y nos pocos ingenuos: los correístas quieren volver del panteón, encender su millonaria maquinaria política, revivir sus redes adormitadas en la administración pública, en la función electoral y en el internet, y barrer en las elecciones a un oficialismo sin partidos político organizado en ninguna parte; los indigenistas de Leonidas Iza que querrán terminar de fracturar a Pachakutik para apoderarse de las estructuras de campaña y de los resultados electorales de Yaku Pérez; y, por supuesto, los despistados que quieren caer en la trampa de los anteriores.
Los sectores democráticos del Pachakutik, de la Izquierda Democrática e incluso del Partido Social Cristiano podrían integrar un nuevo sector que apueste por la gobernabilidad. Tras la depuración legislativa, la mayoría democrática podría recuperar los 71 escaños y sumar algunos más, redondeando la cifra en los 80 escaños, ahuyentando el fantasma de la inestabilidad, la crisis, la convulsión social y una eventual destitución.
La muerte cruzada está muerta. Está viva solo para aquellos que miran la política desde las catacumbas del destierro. Y si alguien insiste con la necedad de la muerte cruzada en Carondelet, el presidente debe echarlo del palacio.
@ghidalgoandrade
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