
Hay una inusitada confianza acerca de que Luisa González, la fiel candidata a la presidencia de Rafael Correa, perderá las elecciones en segunda vuelta.
Consultados algunos estrategas, responden que ese es el escenario. En estos días que quedan de campaña electoral, esa posibilidad, porque todavía es una posibilidad, puede pasar de “alta” a inminente.
Pero eso pareciera que únicamente depende de ella, su gente y sus errores, como si el país ya decidió el rechazo a esa tendencia. Y no hay tal. La derrota del correísmo no depende de los medios ni de los periodistas o la academia. Ni siquiera de la sociedad civil.
Depende, primero, de Daniel Noboa.
Hay que recordar que, si hay un apoyo mayoritario al joven Noboa es, principalmente, porque hay un rechazo a las ideas que ese candidato puede y debe combatir. Ya los encuestadores han dicho claramente que un buen porcentaje de indecisos de la primera vuelta se inclinó a darle el voto porque creían, erróneamente, que el voto por Fernando Villavicencio no servía. Y eso tiene un peso.
Por ello, es inoficiosa la una absurda estrategia de no “pelea”, de no “confrontación”, de creer que el cara a cara del correísmo versus el anticorreísmo es perjudicial. No hay nada más mentiroso, limitado y falso en los últimos años.
La falta de confrontación de ideas provoca el lavado de cara de una tendencia que está plenamente conectada con los cabecillas del totalitarismo latinoamericano, incluso del español. Y sin mencionar a los prófugos, deudas, casos abiertos y los que falta investigar
Suena bien. Pero es, en un inicio, inviable. De hecho, la falta de confrontación de ideas provoca el lavado de cara de una tendencia que está plenamente conectada con los cabecillas del totalitarismo latinoamericano, incluso del español. Y sin mencionar a los prófugos, deudas, casos abiertos y los que falta investigar.
No es suficiente “declarar”, como en los sensibleros videos de TikTok, ser amigos. Para sanar, el país debe ir a un proceso sostenido de Justicia. No borrarlo a partir de las declaraciones de los influencers “de cristal”.
La única sospecha que salta sobre quienes lo sostienen esa estrategia es que trabajan con ellos; trabajaron previamente con es grupo y pueden (quieren) volver a hacerlo; ahora tienen enemigos en común (como la Fiscal General); y, ante todo, tratan de frenar la llegada de la ‘batalla cultural’ mientras puedan.
Los políticos, y en este caso Daniel Noboa, tienen la oportunidad de iniciar un cambio, sin impunidad.
Los enemigos, en este caso, no son otros anticorreístas. Ni siquiera es Luisa González. El verdadero enemigo del país es el sistema que representa el correísmo y quieren volver a implantarlo en el Ecuador. Uno que abusa del pueblo y que es un mal en varios países: el Socialismo del Siglo XXI.
Que busca lastimar la dolarización con la billetera móvil, o la cuarentena de dólares, o los ecuadólares. En poner aranceles a todo pequeño anhelo o gusto del pueblo. A perseguir y espiar a los disidentes. Un sistema que le encanta hacer negocios los que están dentro del círculo, incluso con los supuestos grandes empresarios, que se han acostumbrado a las ‘vacunas políticas’ de ese grupo. Que, pese a que han sido sentenciados por ladrones, son unos ángeles celestiales perseguidos por la malvada derecha, neoliberal e imperialista… Que están prófugos.
Daniel Noboa y su candidata a la Vicepresidencia, Verónica Abad, pueden alejarnos, nuevamente, del Socialismo del Siglo XXI y acercarnos a las libertades, la igualdad y la prosperidad. Ellos son quienes deben liderar ese cambio.
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