
El doctor César Montaño Galarza asumió, hace algunos días, su merecida posición como Rector de la Universidad Andina Simón Bolívar. Su elección, a plenas luces legítima, debió concretarse hace aproximadamente dos años, pero fue interrumpida por una meticulosa amalgama de jugarretas legales, ataques institucionales, y el uso crudo del poder político. La victoria del correísmo sobre la voluntad del cuerpo docente y estudiantil de aquel centro de estudio fue, sin embargo, pírrica. La Revolución Ciudadana no pudo imponer una marioneta, manejada por los hilos de su agenda política, aunque lo intentó a toda costa. Gracias a una oportuna reacción, un rector afín a la autonomía universitaria ocupó ese cargo hasta que, finalmente, el cargo de César Montaño le fue devuelto por mandato judicial. La nueva autoridad asume el cargo con el antecedente de haber defendido la libertad del pensamiento con dignidad, y haber confrontado de modo valiente las bravatas del poder.
Con Rafael Correa recluido en un ático, en uno de los países con menos influencia académica de Europa, alguien podría pensar que los retos de la Universidad Andina se han aligerado. Esta, por supuesto es, una lectura equivocada. Como primera autoridad de la Universidad que demostró el mayor compromiso político frente a los autoritarismos, César Montaño, deberá enfrentar desafíos cada vez más intensos. Me permito enumerar los que podrían identificarse como los más importantes:
1. Libertad de pensamiento. El correismo, y el socialismo del siglo xxi no son las únicas fuerzas que andan por ahí reclamando histéricamente la censura, y el acallamiento de voces críticas. Vivimos en tiempo turbulentos donde un crisol de discursos intolerantes busca definir cuales voces deben estar autorizadas para pensar y cuáles no. Muchas de estas posiciones se han refugiado en enunciados morales, y tienen poco interés en el ejercicio tradicional de la argumentación objetiva. El nuevo rector afrontará el desafío de discernir los nuevos ataques a la libertad de pensamiento que pueden enmascararse como posiciones intelectuales desde diferentes sectores, especialmente si estos reclaman la represión de ideas diversas.
2. Promoción del debate. Ante pensamientos antagónicos, varias ciudades de la Grecia clásica perfeccionaron uno de los más importantes fenómenos de la civilización: el diálogo. A partir de entonces los debates académicos son espacios donde la única fuerza admisible es el argumento, y donde las diversas falacias lógicas son identificadas y cuestionadas. Las discusiones intelectuales son vitales para mantener encendida la constelación del aprendizaje. El desafío consiste en facilitar espacios públicos de diálogo, especialmente aquellos que levanten la inquietud de sectores conservadores. Cualquier tensión dentro de la sociedad debe ser ubicada en el ámbito de la palabra. Todo aquello que se excluya de la verbalización generará consecuencias negativas para la esfera pública.
3. Compromiso con los protocolos científicos. Las ciencias sociales y las humanidades han entrado a una crisis no solo a nivel regional, sino global. Varios espacios universitarios han permitido que las ideologías, los puntos de vista dogmáticos y los discursos de índole moral reemplacen de manera paulatina la información objetiva, los indicadores, y las teorías (en el sentido epistémico del término). Las facultades relativas a las ciencias de lo humano afrontan intensos retos que consisten en facilitar las legítimas demandas de emancipación de diversos sectores, y los debates en torno a ellas, sin que se deje de lado la rigurosidad científica permitiendo que los datos objetivos hablen por sí mismos. Aunque lo que estos nos digan no coincida con los discursos ideológicos.
4. Posición sostenida frente a los autoritarismos. La Universidad Andina es, sin discusión, el centro de pensamiento que demostró mayor sentido crítico frente al desborde arbitrario del correísmo, y la institución que recibió mayor persecución de parte del poder. La sociedad recuerda agradecida su postura digna. Mantener esta inercia crítica puede considerarse otro de sus retos.
¿Afrontará César Montaño Galarza estos desafíos, frente a una sociedad plenamente necesitada de comunidades epistémicas creíbles? No me queda ninguna duda. Un señor que jamás bajó la cabeza frente a un gobierno abusivo que manejó todas las funciones de Estado a su antojo, y que le sometió a toda suerte de persecuciones, afrontará, sin duda estos retos y aquellos que están por venir.
[PANAL DE IDEAS]
[RELA CIONA DAS]


NUBE DE ETIQUETAS
[CO MEN TA RIOS]
[LEA TAM BIÉN]




[MÁS LEÍ DAS]



