
En febrero del 2021 los ecuatorianos estaremos eligiendo un nuevo Gobierno. Por los estallidos sociales de octubre del 2019, junto a los discursos incendiarios de la revolución ciudadana y las mega ofertas populistas de campaña que se quedan revoloteando en el imaginario social, la principal tarea del próximo Gobierno deberá ser reducir prontamente la desigualdad de oportunidades y la pobreza, so pena de calentar las calles y que luego se convierta en un obstáculo insalvable para la implementación de cualquier plan económico.
Esto se lo podrá hacer solamente si generamos las condiciones para que la economía tenga un crecimiento vigoroso y sostenido, que cree cientos de miles de nuevos empleos. El punto de partida se encuentra muy mal. ¿Qué duda cabe? La estabilidad macro la tiramos al piso desde el 2007, y solamente en el último año bajamos un poco la marcha de esa veloz carrera al despeñadero. El crecimiento se estancó en un decepcionante 0,52% entre el 2015 y el 2019, que en ausencia de reformas estructurales y aún con vientos externos a nuestro favor, no da para soñar en mucho más, y qué decir de la caída prevista del producto en alrededor del 8% para el 2020 por efecto de la Covid 19.
En este escenario, los desafíos para el próximo Gobierno tienen directa relación con producir las condiciones para que el Ecuador dé un salto que nos permita alcanzar sostenidamente tasas de crecimiento por encima del 5% o 6%, mejorar la creación de empleos y disminuir las desigualdades de oportunidades. El crecimiento no es una meta en sí misma; pero es la herramienta más eficaz para erradicar la pobreza. Diversos estudios muestran que el crecimiento económico es mucho más importante que las políticas redistributivas para disminuir la pobreza y la evidencia de Ecuador así lo confirma.
Me parece que estas condiciones están vinculadas con cinco áreas claves:
1) Garantizar la estabilidad macro. La ley de reordenamiento de las finanzas públicas va en esa línea y es positiva. Sin embargo, creo que hay que ir más lejos, siendo necesario apuntar a la eficiencia de las finanzas públicas. La elaboración de presupuestos base cero y la contrastación de estándares de eficiencia entre instituciones similares puede ser un buen camino.
2) Uno de los grandes obstáculos a la igualdad de oportunidades está en la deficiencia en la educación, pero no es solamente un tema de cobertura, sino fundamentalmente de calidad. Basta revisar algunos rankings internacionales para verificar el bajo nivel de nuestra educación. No se puede echar la culpa a la falta de recursos, porque nuestra región gasta más en educación como porcentaje del producto que Asia emergente, mientras que en mediciones de calidad, Asia emergente está muy por encima de América Latina, por lo que debemos poner más grande atención a la forma de asignar recursos, antes que preocuparnos únicamente por una meta cuantitativa del gasto.
Diversos estudios muestran que el crecimiento económico es mucho más importante que las políticas redistributivas para disminuir la pobreza
Un sistema de educación eficiente exige un esquema de incentivos adecuado, sin que ello implique eliminar el esquema de financiamiento estatal y la gratuidad de la enseñanza. El desafío es gastar bien los recursos y mejorar la gestión a través de la competencia entre las instituciones educativas, cuyo presupuesto debe quedar anclado a la cantidad de estudiantes, debidamente ponderada por calidad.
3) Mejorar urgentemente el acceso a un empleo productivo. Hoy cerca del 8.59% de ecuatorianos no tienen empleo y solo un 39,32% tiene un empleo adecuado. Para fomentar la creación de empleo, primero se requiere mayor crecimiento y luego flexibilizar las condiciones de contratación de nuevos trabajadores.
4) En materia previsional, la reforma es imprescindible por necesidad de ahorro e inversión para impulsar el crecimiento, así como hacer frente a los cambios de la estructura demográfica y las propias fallas del sistema que evidencia altísimo niveles de insostenibilidad.
5) Es sabido que las mejoras tecnológicas constituyen la principal fuente de aumentos de productividad en el largo plazo. Para ello, resulta clave fomentar la innovación, lo que requiere potenciar nuestra inversión en investigación y desarrollo (I&D). Como los recursos públicos son escasos, puede implementarse un sistema de créditos tributarios pro innovación, de modo que parte del gasto en I&D debidamente calificada y evaluada, se pueda deducir directamente del impuesto a la renta.
Concluyendo, el Ecuador tiene grandes desafíos en materia de estabilidad macro, educación, empleo, previsión e innovación tecnológica, que puede hacer la gran diferencia para dar dinamismo a nuestra economía y convertir a Ecuador en una sociedad con mayores oportunidades para todos.
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