
La situación de enfriamiento y ajustes por las que está atravesando la economía ecuatoriana no tiene su origen en el actual gobierno; pero su profundidad y extensión sí que se han visto afectadas por carencias importantes en el diseño y puesta en práctica de la política económica del gobierno del Presidente Moreno.
La más importante sin lugar a dudas fue la continuidad de ese coctel explosivo de indisciplina fiscal y pésimos incentivos a la inversión privada en materia comercial, regulatoria y laboral observados durante el primer año de su mandato, en una suerte de auténtica invitación al desastre.
Por suerte esa situación comenzó a revertirse en mayo del 2018, cuando asume la cartera de finanzas
Richard Martínez, quien trae nuevos vientos a la economía al establecer en su gestión por primera vez en más de una década un programa macroeconómico con objetivos de equilibrio fiscal y sostenibilidad de la deuda pública, racionalización del gasto público, incentivos tributarios y acercamiento a los mercados financieros internacionales, que ciertamente alentó las posibilidades de alcanzar a ver la luz al final del túnel.
Habiendo transcurrido seis meses de este viraje de la política económica pareciera que los mercados financieros todavía no están convencidos del todo respecto a las bondades del programa macroeconómico; si consideramos que el Índice de Riesgo País del Ecuador (EMBI) apenas se ha reducido 12 puntos base durante la gestión del Ministro Martínez, al pasar de 716 puntos el 15 de mayo de 2018 a 704 puntos el 29 de octubre de este mismo año. De igual manera no se prevée que la deuda ecuatoriana cambie mayormente su calificación en torno al B-, esto es “bonos basura” al suponerse altamente especulativa y con un alto riesgo de default. Es decir que, para todo efecto práctico, la consolidación fiscal todavía es un desafío pendiente y solamente cuando estos indicadores de confianza de los mercados financieros mejoren ostensiblemente, podremos respirar un poco más tranquilos en esta materia.
El resto de desafíos tienen que ver fundamentalmente con la capacidad de atracción de capitales en forma de inversión extranjera directa y/o repatriación de capitales nacionales, en tanto representa la única forma de poder dinamizar la economía, ya que la demanda interna representada por el consumo de hogares, la inversión nacional y el gasto público en medio de los ajustes requeridos para recuperar los equilibrios macro, no alcanza para liderar un proceso de recuperación económica vigoroso y sostenible.
Una buena guía para la identificación de los desafíos pendientes en Ecuador y la definición de una buena agenda de crecimiento es cómo mejorar la actual posición del Ecuador en algunos de los rankings económicos internacionales, que en otras palabras significa cómo hacer del Ecuador una niña bonita que gane al resto de países de América Latina en atracción de nuevos capitales:
DOING BUSINESS - BANCO MUNDIAL (2018)
La facilidad para hacer negocios dentro de la economía ubica al Ecuador en la posición 118 entre 190 países y donde solo ganamos a Brasil, Bolivia y Venezuela en América del Sur. Las tareas pendientes son: facilitar la apertura de los negocios, los permisos de construcción, el registro de propiedad, la obtención de crédito y el pago de impuestos, proteger a los inversionistas minoritarios, promover el comercio transfronterizo, mejorar el cumplimiento de contratos y la resolución de situaciones de insolvencia.
INDICE DE LIBERTAD ECONOMICA - FUNDACION HERITAGE, THE WALL STREET JOURNAL (2018)
El Ecuador se ubica en el puesto 165 entre 180 y donde solo ganamos a Bolivia y Venezuela en América del Sur. Los desafíos pendientes son: mejorar la seguridad jurídica, reducir el tamaño del gobierno, mejorar la eficiencia regulatoria, y aperturar los mercados, siendo lo más urgente los temas relacionados con derechos de propiedad, corrupción gubernamental, eficacia judicial y libertad de inversión.
INDICE GLOBAL DE COMPETITIVIDAD – FORO ECONOMICO MUNDIAL (2017)
Ecuador se encuentra en la posición 97 entre 137 donde estamos por delante solo de Paraguay y Venezuela en América Latina. Algunas de las variables a considerar son: la institucionalidad, infraestructura, estabilidad macro, salud, educación, eficiencia del mercado laboral y de bienes, sofisticación del mercado financiero, tecnológica, innovación, respecto de los cuales los aspectos más críticos son lo laboral, impuestos y la estabilidad de políticas.
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