Miércoles, 15 de abril de 2020

09:15. Me ha dejado de importar saber en qué día estoy. Todos son iguales, excepto por algún incidente nimio, o no tanto. Uno sin duda es importante: constatar la presencia del viejo fumador, que se ha convertido en ausencia. Sale muy poco. Tal vez él y yo, simultáneamente, comprendimos que la vida dio un vuelco y que, de pronto, somos el grupo de edad prescindible. No solo eso, sino que somos una carga para la seguridad social y eso que la mayoría depende de la solidaridad familiar y que una multitud en estampida nos empuja hacia la salida. No sacamos nada gritando ¡No empujen! He esperado que asome con esa pinta de antihéroe de las películas americanas y francesas de los cincuenta, con el cigarrillo colgando en la comisura de los labios o fumando lentamente como si estuviera escuchando un viejo tango. Pero no asoma. ¿Se enteró de que lo observo? La vida sigue «como las cosas que no tienen mucho sentido», canta Sabina

La solitaria figura del viejo fumador ha sido reemplazada por la aparición en el aire del Rey del Reguetón, el bacán de Bahía. Los bajos de sus poderosos parlantes golpean mis oídos, hacen vibrar los vidrios, se estrellan contra las paredes de la casa y de mi cerebro. ¡Ingenuo! Pensé que luego de su cumpleaños todo volvería a la calma. Me equivoqué. En el sencillo acto de poner reguetón a todo volumen se expresa una insatisfecha necesidad de reconocimiento, también de dominar, de tener poder, de hacer sentir al pequeño mundo del barrio quién es el que manda. Y lo logra.

13:00. He sobrevivido poniendo algo de música a todo volumen y he podido almorzar.

16:00. Con Félix Bombarolo nos vimos y nos tomamos un café en la Estación de Belgrano, Buenos Aires, en agosto del año pasado. Nos conocemos desde hace muchos años. Arquitecto de profesión, se dedicó a proyectos de desarrollo y a la literatura. Tiene una muy entretenida y lograda novela llamada Pixcel. Lástima que no disponga de una versión en ebook. En la mañana recibí un mensaje suyo. Comentaba el último párrafo del diario XVII: «Me estremeció su cierre de ayer, Arcos: "El vacío que deja la muerte sin rito de despedida es tan desolador como la muerte misma". Recordé la tragedia de las madres de plaza de Mayo; atravesamos un genocidio mundial sin soldados que lleva más de 130.000 familias sin despedidas, sin ritos. Ese costado de la pandemia es tremendo, difícil de dimensionar a través de un mapita con círculos que indican cómo evoluciona la cantidad de muertos por país...».

18:00. El miedo en Occidente de Jean Delumeau, que estoy leyendo, relata las reacciones de algunos gobernantes a la presencia de la peste negra. Restaron importancia a los primeros casos hasta que la muerte asoló ciudades y pueblos. Son hombres de la Edad Media. Era una forma, según Delumeau, de sortear el miedo a la muerte, de ignorar a propósito lo que se venía, de preservar su poder. Poco o nada hicieron o actuaron demasiado tarde. La reacción de Trump, de Bolsonaro o de AMLO no es muy diferente. Son políticos de la Edad Media con mucho más poder y recursos que sus antecesores. Crean verdades con base a mentiras y eso los hace infinitamente más peligrosos. Son presidentes electos que se creen reyezuelos y actúan como tales.

Durante muchas décadas los politólogos norteamericanos estudiaron, debatieron y propusieron teorías para entender la fragilidad de las democracias en América Latina. Desde antes de la pandemia Covid-19, la democracia estadounidense estaba sometida a fuertes tensiones por la arbitrariedad de Trump. Con la pandemia, podemos intuir la alocada carrera de la democracia americana hacia una crisis de profundas consecuencias. Se comienzan a escuchar voces sobre una crisis constitucional. No nos sorprendamos de que los politólogos estadounidenses y de todo el mundo, después de poco, se pregunten: «¿Cuándo Estados Unidos dejó de ser una democracia?». Unos argumentarán que nunca la fue, otros que desde la perspectiva clásica de la división de poderes, sí lo fue.

20:15. El Rey del Reguetón, en un acto de infinita generosidad, apagó su poderoso equipo de sonido. Agradezco a la vida estos instantes de silencio.

20:30. Saldré al balcón a mirar la noche. Es todo por hoy.