
El país está muy pendiente de la continuidad del presidente Guillermo Lasso en el poder. Si él y su Gobierno puede sucumbir ante la oposición implacable, con aires de odio y revancha, que busca cobrarle el haber interrumpido un pacto en el que se repartían el poder. Pero también las mafias a las que les han tocado los ingresos.
Todos se preguntan si se romperá. O lanzará el rayo: la muerte cruzada que ya les asusta a los legisladores y a un puñado de abogados iluminados.
En los próximos días tendrán mucho peso los más de 140.000 dólares que perderían los actuales legisladores en los próximos dos años si se arriesgan a que les caiga del cielo la destitución por la muerte cruzada.
Los dólares, a la final, pesarán más que la patria, el pueblo, la supuesta corrupción descubierta y demás enunciados con los que supuestamente muestran su preocupación por el futuro de la nación y la continuidad de un Gobierno al que ya ven caído.
Pero esta entretenida pelea la vemos de lejos. Los ciudadanos estamos observamos esa guerra entre dioses, diosas y titanes ecuatorianos a quienes no les afecta la inseguridad, el desempleo (ya vimos cuánto han percibido en los dos primeros años), la crisis del sistema sanitario. A quienes no les afecta el alto costo de la vida.
En el fondo, como ya es demasiado evidente, no hay un interés en la Asamblea por resolver los mayores problemas que aquejan a los ciudadanos.
no hay un interés en la Asamblea por resolver los mayores problemas que aquejan a los ciudadanos. No hay apoyo para leyes contundentes. para empujar una agenda internacional para armar a la fuerza pública. No hay acompañamiento a la vigilancia a la Justicia y saber cómo fortalecer su independencia y el combate a la corrupción. Solo hay sedición y odio viceral
No hay apoyo para leyes contundentes. No hay apoyo para empujar una agenda internacional para armar a la fuerza pública. No hay acompañamiento a la vigilancia a la Justicia y saber cómo fortalecer su independencia y el combate a la corrupción. Solo hay sedición y odio viceral.
Pero, los ecuatorianos ya se dieron cuenta. Primero porque si fuera como esos legisladores hablan, que “el pueblo ecuatoriano quiere que Lasso se vaya”, ya estarían miles en las calles. Pero no.
Lo mejor sería que se calmen los ánimos virtuales, en redes, en chats, y que de una buena vez los legisladores acompañen a los ecuatorianos en sus preocupaciones.
Ya ni siquiera importa si social cristianos y correístas están unidos por ir contra Lasso, las urnas los premiarán o condenarán próximamente. Tampoco importa si Viviana Veloz se convierte en competencia de los cuadros históricos del correísmo. Ni siquiera si Rafael Correa llega a la Ipiales colombiana y está “aquicito nomás” (por ahora).
Muy distinto y refrescante sería que los ciudadanos presenciemos grandes debates sobre acuerdos para solucionar la inseguridad. Discutir sobre quién lucha más por buscar apoyo internacional para los uniformados o quién visita más los destacamentos militares para dar apoyo a nuestros soldados. Defender y fortalecer la dolarización.
No quién es el “más vivo” para lastimar a un Mandatario que evidentemente está golpeado. No hay mérito alguno en patear a alguien que está caído (posiblemente por pocas semanas).
Los rabiosos opositores no tienen Plan B. No hay propuestas para —si la obtienen— el día despúes de la salida de Guillermo Lasso. Solo hay Plan A: la salida del Presidente.
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