
Existen dos posturas claramente diferenciadas en el plano económico en las elecciones presidenciales del Ecuador.
La primera liderada por Don Temerario, para quien las duras lecciones que nos ha dejado la caída de los precios del petróleo en 2015, y particularmente el mega shock de oferta y demanda de la Covid 19 en 2020, en cuanto a la falta de ahorro y previsión para la reversión de los ciclos económicos y las épocas de vacas flacas, no significan nada, por cuanto insisten en los mismos errores de política económica de su mentor.
Tanto es así que el candidato Temerario propone nuevamente un ritmo frenético de gasto público a efecto de inflar una burbuja de prosperidad económica que le dé rápidamente réditos políticos, sin las más mínimas consideraciones de eficiencia y sujeción a los equilibrios presupuestarios básicos. Inclusive, los revolucionarios esta vez van más lejos, y sin el menor pudor posible anticipan fuentes de financiamiento que son un verdadero polvorín.
La primera alternativa presentada fue de la emisión de dinero electrónico por parte del Banco Central, en una suerte de apuesta por el multiplicador monetario de los bancos comerciales. Supongo que la rápida y contundente reacción de académicos y analistas respecto a los riesgos que conllevaría la emisión de un dólar de dinero electrónico sin respaldo uno a uno de los dólares físicos, hizo que desistieran rápidamente de esta demencial propuesta y opten por otra, aunque no menos perturbada, como es el tomar prestado nuevamente de las reservas del Banco Central. Si sabrán estos genios de la macroeconomía y las finanzas que en un mal escenario, esta medida podrían poner en jaque al mismísimo sistema financiero, al generarse malas expectativas que alienten la posibilidad de corridas bancarias y fuga de capitales por parte de cualquiera de los agentes económicos que tienen depositados sus dólares en el Banco Central.
Debo recalcar que no está mal el aumento inmediato de ciertas partidas presupuestarias del gasto social, como pueden ser las transferencias directas, en tanto representan la respuesta obvia del Estado a los durísimos golpes que ciertas familias han tenido que soportar como efecto de la Covid 19. Pero estas ayudas no pueden ser generalizadas, ni permanentes. Debe establecerse los umbrales de ingreso y demás condiciones para ser acreedor a este tipo de ayudas, la temporalidad de la misma y el debido financiamiento de estas partidas para valorar la pertinencia de las mismas y excluir toda posibilidad de demagogia, a partir del burdo aprovechamiento de la pobreza de la gente.
El candidato Temerario propone nuevamente un ritmo frenético de gasto público a efecto de inflar una burbuja de prosperidad económica que le dé rápidamente réditos políticos, sin las más mínimas consideraciones de eficiencia y sujeción a los equilibrios presupuestarios básicos
La segunda postura viene de don prudente, para quien los fundamentos económicos sanos son claves a la hora de diseñar la política económica por el más elemental criterio de sustentabilidad. Esta propuesta viene de la mano de los principales manuales de economía, y que resulta sorprendente que don temerario, economista de profesión, no tenga conocimiento. No sé si faltó o no entendió esa clase, pero la teoría económica, la evidencia empírica y las propias lecciones de Ecuador en los últimos años, son clarísimas para denotar el sendero por el que debe transitar las finanzas públicas del ecuador, entre las cuales se debe destacar:
• El gasto público debe ajustarse al nivel de ingresos permanentes (promedio de largo plazo) y no a los ingresos corrientes, so pena de tener que hacer ajustes con los consabidos costos sociales y políticos.
En otras palabras, no hay que entrar en euforia excesiva durante los ciclos expansivos, ni tampoco caer en pánico durante los ciclos contractivos, porque son solamente eso, temporales. Tampoco es bueno tener un gasto público excesivo, ya que esto implica necesariamente una presión tributaria más grande, lo cual es incompatible con el bienestar de la población.
• Un buen presupuesto no requiere solamente de una gran inversión pública, sino de fondos de ahorros muy líquidos que permitan compensar cualquier caída transitoria de los ingresos y evite hacer ajustes en los gastos, por cuanto en situaciones de iliquidez, muy poco sirven los activos fijos y además tendrían un gran descuento para hacerlos líquidos.
• No hay que escandalizarse del endeudamiento público, ni siquiera de aquel que permita financiar el gasto corriente en algún momento del tiempo, pero siempre que esté a un nivel razonable y que no sea concebido como una válvula de escape para posponer los ajustes requeridos y necesarios en el gasto público.
• Existe total coincidencia entre los economistas en ciertas regularidades empíricas, una de ellas es que la trayectoria del producto y del empleo de largo plazo no se explica en factores monetarios, sino en el manejo macroeconómico prudente, apertura comercial y financiera, mercados libres, respeto irrestricto de los derechos de propiedad, políticas de educación pública dirigidas a mejorar el capital humano e incentivos a la contratación de trabajo, por lo que no termino de entender por qué tanta añoranza por la emisión de dinero.
Por el bien del país aspiro que gane las elecciones Don Prudente, porque de ganar Don Temerario, mala tos te siento Federico, y eso que solamente hemos hablado de lo económico. Imagínense si sumamos las otras taras y vicios de los revolucionarios.
[PANAL DE IDEAS]
[RELA CIONA DAS]



NUBE DE ETIQUETAS
[CO MEN TA RIOS]
[LEA TAM BIÉN]



[MÁS LEÍ DAS]


