SHOT UNO

Sí, necesita custodia

En un breve chispazo de lucidez el Presidente saliente ha decretado que el Estado debe destinarle un contingente de seguridad incluso luego de terminar su mandato. Luego de diez años de corrupción rampante, demostrada su capacidad para quebrar el país que tuvo en su gobierno los mayores ingresos de la historia petrolera. Habiendo desmantelado una República para convertirla en organización delictiva y mantener secuestrados a punta de jueces y Fiscalía a dieciséis  millones de ecuatorianos. Ahora que no queda ni sombra de duda de que es un peligro para sí mismo y para los demás; es imprescindible que el Estado se haga responsable de su engendro y le destine custodia permanente para evitar que cause otra catástrofe y, por razones humanitarias, se debe procurar seguridad para su familia que será, de ahora en adelante, el único pueblo bajo su sombra.

SHOT DOS

El tiempo de los secuaces

Con el capo de vacaciones indefinidas, llega el tiempo de los secuaces. Preside el cuadro un hombre florero cuyas funciones serán repartir indultos, moderar escaramuzas domésticas y convencer al pueblo de que hay que reírse de la tragedia y no llorar sobre la leche derramada. Luego están los lugartenientes recién ascendidos, esos a los que el mismísimo padrino teme porque sabe bien que su codicia es tan larga como cortas sus lealtades. Oficiarán la misa de la impunidad los adláteres a prueba de todo asco en la justicia, fiscalía y contraloría.  Les siguen los funcionales siempre risueños y resbalosos aferrados a sus sueldos, atentos a los trampolines que les procuren méritos de ascenso al reino de los contratos. Cierran filas los legionarios, fanáticos descartables que aúllan, muerden y arañan por defender el derecho al hurto que creen haber ganado en las urnas. Todos ellos orgánicamente unidos bajo la consigna “Agarra lo que puedas que esto se acaba”.