
Economista y Magister en Estudios Latinoamericanos.
@giovannicarrion
Mediante Consulta Popular realizada el pasado 20 de agosto de 2023, el 58.95% de los ecuatorianos se pronunciaron afirmativamente ante la pregunta: ¿Está usted de acuerdo con que el gobierno ecuatoriano mantenga el crudo del ITT, conocido como bloque 43, indefinidamente bajo el subsuelo? No obstante, para el oficialismo que, de boca para afuera, dice ser demócrata, ahora plantea –al menos eso ha trascendido en redes sociales- una eventual inaplicabilidad del ´sí’, en otras palabras, se estaría despreciando la voluntad popular al intentar buscar dilaciones o convenientes demoras que bien se refleja en esa indignante frase: ‘...vamos a sostener esta posición el mayor tiempo posible’, con lo cual se desconoce abiertamente que en el sistema político en el que nos desenvolvemos, si bien con imperfecciones, se rige por las mayorías o la llamada dictadura del número.
De ahí que los argumentos que apuntan a restar importancia a las cifras alcanzadas en una consulta popular aplicada en el ámbito nacional, frente a los resultados obtenidos en dos provincias petroleras amazónicas, donde el ‘no’ obtuvo una victoria parcial, dejan en claro que la democracia directa se la entiende e interpreta en función de las preferencias no del mandante sino de quienes temporalmente ejercen el poder por delegación del soberano.
Pero la consulta del Yasuní no sólo que termina retirando la máscara a muchos falsos demócratas que pululan en la política nacional, sino también deja un claro mensaje al país y a la comunidad internacional: no se puede ni debe sacrificar al medioambiente y su delicado balance en función de obtener solamente recursos para alimentar las arcas fiscales.
La inconsciencia y el rasgo depredador del hombre están llevando al planeta y a la población a límites en los que cada vez resulta más difícil revertir los daños y consecuencias producidas por el cambio climático y los devastadores efectos del calentamiento global.
En el caso de Ecuador, en lo concreto, la victoria del ‘sí’ en la consulta del Yasuní, indirectamente nos plantea la necesidad impostergable de introducir cambios en las matrices productiva y energética que nos lleve a transitar de un modelo primario a uno de industrialización, posibilitando incorporar valor agregado a nuestra cesta de bienes y con ello diversificar las exportaciones, reduciendo la enorme dependencia que hay en cuanto a fluctuaciones en la demanda y nivel de precios en el mercado.
Verbigracia, si revisamos la balanza comercial total del año 2022, se registró un superávit de 2.324,6 millones de dólares, es decir, en general las exportaciones fueron mayores a las importaciones, lo cual es bueno para el mantenimiento de la dolarización en el Ecuador. No obstante, si observamos la balanza comercial petrolera, ésta obtuvo un superávit de 3.955,2 millones de dólares frente a una balanza comercial no petrolera deficitaria en 1.630,6 millones de dólares. En resumen, el sector externo sigue dependiente del oro negro y de los vaivenes de los commodities, generado incertidumbre sobre los ingresos que financian el presupuesto general del Estado.
Por otro lado, la evidencia muestra que los países caminan en la línea de utilizar cada vez más energías limpias, no contaminantes, por lo que la actividad petrolera, con el tiempo, irá disminuyendo, lo cual también está atado a una reducción en la disponibilidad de reservas de crudo.
Así, los ecos del Yasuní se escuchan nítidamente en todos lados...
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