
Periodista de Investigación, escritora de poesía y narrativa corta, especialista en perfilación criminal.
Pánico en el mundo por el Covid-19 pues su contagio es muy rápido y aún no hay cura. Pero cada vez que se habla de este problema se termina señalando a los deficientes sistemas de salud pública latinoamericanos. Para hacer esta afirmación no me baso en una encuesta, sino en observaciones. ¿Le parece que exageró? Suba a un bus y pregunte a las personas que opinan del Covid-19 y le van a responder que tienen miedo de contraer el virus y caer en manos del Ministerio de Salud Pública, MSP. Pregunte a quienes regresan de viaje, qué controles les hicieron al ingresar y escuchará todos los adjetivos negativos contra el MSP. Pregunte en la calle, en una cafetería, en un hotel, en el estadio, en la universidad, dentro de su familia o mejor aún, asista a un hospital público y pregunte que si confía en la eficacia de los sistemas de salud pública del país y seguramente le responderán que son una tortura ya que sus citas médicas están programadas para dentro de tres meses, eso, si es que los atendieron o que no tienen medicinas o que no tienen equipos y los exámenes médicos deben realizarlos en otra parte… Como se dice popularmente en el Ecuador: ¡Vaya y pregunta! Se dará cuenta que no exagero.
Vivo en carne propia al sistema de salud pública y en una ocasión publiqué un tuit sobre el Hospital Eugenio Espejo (HEE), y su indolencia para entregar turnos, los mismos que se deben agendar en fechas que los funcionarios encuentren un espacio para la atención. Hasta eso el paciente debe hacer turismo en el hospital regresando cada semana o cada mes, para ver si ya se puede concretar su cita. Ante mi denuncia me cayó una publicación de Falso con letras rojas del HEE con una nota que aseguraba que yo, la usuaria, mentía. A lo que respondí con fotografías y videos. Pero aun así nada cambió. Y quise contar con más testimonios por lo que los pedí a través de mis redes sociales. Me llegaron y me llegan historias que entristecen e indignan, porque a pesar de que la salud es un derecho, nos tratan como seres que no la mereciéramos. Otra vez parece que exagero, pero aquí un ejemplo.
Sofía tuvo un dolor en su vientre que le hizo ir a un centro de salud de Otavalo, allí no la atendieron porque le dijeron que su caso era para emergencia. Fue al hospital del lugar y luego de esperar en la sala de emergencias, le dijeron que aún están bien sus signos vitales, así que vuelva al centro de salud porque el hospital de tercer nivel solo atendía a pacientes realmente graves. Ya sin poder caminar, con el vientre entre sus manos regresó al centro de salud donde nuevamente se negaron a darle atención. Solicitó dinero a amigos y familiares para ir a una consulta médica privada. Allí amortiguaron su dolor pero ahora no tiene dinero para el costoso tratamiento.
Ante mi denuncia me cayó una publicación de Falso con letras rojas del HEE con una nota que aseguraba que yo, la usuaria, mentía. A lo que respondí con fotografías y videos. Pero aun así nada cambió.
A partir del tuit publicado sobre el HEE, su entonces gerenta me recibió en su despacho para contestar algunas preguntas y en aquella entrevista aseguró que su política era de puertas abiertas. Una de sus primeras acciones era incentivar a los médicos y funcionarios del hospital a ser gentiles con los pacientes. Y este es el primer paso, ya que algunos funcionarios de la salud hablan a los pacientes como si la pobreza fuera su peor enfermedad y por eso hay que tratarlos mal. O como si fueran tontos para entender las indicaciones sobre tratamientos y horarios en que deben tomar sus medicinas.
La funcionaria fue cambiada, solo duró cuatro meses y el hospital volvió al silencio, justificándose con “estamos a full” por el problema del Coronavirus. Y es aquí donde el sistema de salud queda desnudo frente a todos los ecuatorianos, porque no está preparado para una crisis. Y no solo el HEE carece de una institucionalidad administrativa eficiente, el resto de casas de salud están en el mismo camino.
En el 2017 cuando se dio el brote de influenza AH1N1, ya se escuchaban “maravillas”, como la que escuché en el hospital de Calderón, al norte de Quito. Una paciente asistió temblando por la fiebre, dijo que le dolía la garganta, los pulmones y no paraba de estornudar. ¿Cuál fue la respuesta de la doctora de turno? Un vuelva mañana porque aún sus pulmones no están con agua.
Ahora con la llamada telemedicina, de la que se mofan en las redes sociales, ¿qué se puede esperar? Se llama al 171, se dan los síntomas, hay una señora que responde como si fuera un computador, dice lo mismo cuando se repregunta y finalmente dice que se debe tomar un turno para que una casa de salud pública revise el caso. Es decir, volvemos donde empezamos, tomar un turno para dentro de un mes, si tenemos suerte.
¿Cómo la gente puede confiar en las casa de salud pública?, si en el HEE, el hospital más grande y mejor equipado, según una fuente que me reservo el nombre, no solo falta el tomógrafo sino también un resonador y otras cosas más que las publicaré según avance mi investigación. “Falta el tomógrafo y es fundamental para cirugías entre otras cosas, dicen que ya tienen uno, pero que no saben dónde ponerlo”. Para comprobar lo dicho por esta fuente he solicitado varias veces entrevistas con los encargados del hospital, pero las puertas están cerradas, a menos que se hable de su extraordinaria gestión combatiendo el Coronavirus. Es que ese virus se ha convertido en pretexto para no responder cuestionamientos elementales, desabastecer mercados, para acabarse el gen antibacterial y las mascarillas, para subir de precio de ciertos productos, etcétera.
Los médicos tanto de centros de salud como de los hospitales de tercer nivel están preocupados, porque si bien algunos ya tienen insumos básicos para atender a sus pacientes, indican que estos se terminarían si es que aumentan los contagiados por el Covid-19. Todo iría para la emergencia. ¿Pero y el resto de necesidades en salud?, parece que para eso nunca hubo ni habrá lo suficiente a pesar de que un Estado puede ser demandado sino cumple con el derecho de prevenir y cubrir integralmente la salud de sus habitantes.
Según cifras del mismo Ministerio de Salud que luego de solicitarlas las emitió, para el 2020 se programó para salud la utilización de más de cinco mil millones de dólares, sin embargo el presupuesto solo llegó a dos mil setecientos cincuenta y tres millones de dólares. Es que todos debemos entender que el país está en recesión, el problema es que de una u otra manera, los más pobres, el sector vulnerable es el que paga las farras de los anteriores y actuales gobernantes. Algún colega que esté cerca al presidente del Ecuador, Lenin Moreno, que le pregunte ¿por qué la salud y la educación en el Ecuador, de verdad, no son prioridad?
Y claro que tienen la culpa las anteriores autoridades, pues no se hicieron planes institucionales, proyectos a largo plazo y la corrupción reinó. Pues ojalá todos entendamos que cuando se roba la plata de un Estado caen vidas por falta de medicina, tratamientos, insumos médicos, equipos, profesionales especializados, es decir, la corrupción tiene sus fatales consecuencias. Solo la semana pasada, nuevamente se denunció al IESS por su falta de antirretrovirales. Pero si cree que exagero, como dije al principio: vaya y pregunte o espere a que el Covid-19 muestre lo mal que estamos.
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