
Las PASO se celebraron en Argentina el domingo 11 de agosto pasado. El acrónimo significa “Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias” que es el procedimiento electoral para definir las candidaturas oficiales y la composición de las listas de cada partido. El umbral para la participación en las elecciones presidenciales es del 1.5% de votos válidos y los candidatos que obtengan menos no podrán participar. Estas elecciones no equivalen a una primera vuelta electoral. Aquí no se elige presidente todavía.
Los resultados atribuyeron un triunfo arrollador al candidato del peronismo, Alberto Fernández, que con el 48% se impuso al actual presidente argentino Mauricio Macri que obtuvo el 32% a casi 16 puntos de distancia. Argentina se da un balazo en el pie porque, al parecer, no votó a favor del peronismo sino en contra de Macri.
Desde la vigencia en 2009 de la Ley de democratización de la representación política que da vida a las PASO, en las primeras primarias presidenciales celebradas en 2011, Cristina Fernández del populista Frente Para la Victoria se impuso con el 50% de los votos, seguido de su principal contendor Ricardo Alfonsín del socialdemócrata Unión Cívica Radical con el 12%.
Los resultados se ratificaron en las elecciones presidenciales de 2011 a favor de Fernández que creció al 54%, seguido por Hermes Binner del Frente Amplio Progresista que obtuvo el 17%, mientras que Alfonsín cayó un punto, al 11%. En 2011 Fernández se convirtió en presidenta en la primera vuelta electoral. En la ocasión, la Argentina votó por la socialdemocracia primero y por el populismo de izquierda después.
En agosto de 2015, el oficialista Frente Para la Victoria cae al 39%, a 11 puntos de su arrolladora victoria de las últimas elecciones, candidateando a Daniel Scioli. El candidato oficialista consiguió una distancia de 15 puntos sobre su principal competidor Mauricio Macri del Frente Cambiemos, una coalición de partidos de centroderecha. En tercer lugar se ubicó Sergio Massa con el 14% del Frente Renovador, también de centro derecha.
Scioli y Macri se enfrentaron en una primera vuelta presidencial celebrada en octubre de 2015 acompañados por cuatro candidatos más que fueran habilitados por las PASO de agosto de ese año. Massa fue el principal de estos últimos candidatos y tercero en las elecciones tras conseguir el 21%. Macri consiguió el 34% a tres puntos por debajo de Scioli que obtuvo el 37%. Los resultados se revirtieron en el balotaje de noviembre en donde Macri consiguió la presidencia con el 51% a dos puntos de Scioli que se quedó con el 49%. En 2015 Macri ascendió a la presidencia en la segunda vuelta electoral. En la ocasión, la Argentina votó por la centroderecha.
En las PASO celebradas el domingo 11 de agosto pasado hay algunos elementos que se deben considerar. De los 10 candidatos, 6 están habilitados para participar en las elecciones presidenciales a celebrarse en el próximo mes de octubre. A diferencia de las anteriores primarias, esta vez cada uno de los frentes presentó un solo binomio electoral. El kirchnerista Alberto Fernández obtuvo el primer lugar con el 48% de los votos válidos, seguido por el centroderechista Mauricio Macri, actual presidente, que consiguió el 32%. A estos le siguen Roberto Lavagna del peronista Consenso Federal con el 8%, un comunista y dos libertarios, cada uno con un apoyo menor al 3%. Estas fueron elecciones para el populismo socialista.
Con estos resultados, en la primera vuelta presidencial los votantes de los candidatos libertarios podrían favorecer a Macri incrementando su intención de voto al 37%, mientras que los votos de Lavagna podrían engrosar las filas de Fernández y asegurar su triunfo, con lo cual el fantasma del populismo reaparecería por causa del deterioro de las condiciones de vida producidas por el mismo populismo cuando tuvo el poder.
Macri sucede a un gobierno demagogo que dejó en bancarrota a la Argentina y tuvo que enfrentar al ajuste heredado por la corrupción. Eso supuso enfrentar una campaña con un electorado molesto por las políticas de austeridad.
Nada tiene que ver el neoliberalismo o la incultura atribuida a los gustos o discrepancias de los electores argentinos. Primó el voto económico sobre el que elaboraron su propuesta los partidos políticos. Macri sucede a un gobierno demagogo que dejó en bancarrota a la Argentina y tuvo que enfrentar al ajuste heredado por la corrupción. Eso supuso enfrentar una campaña con un electorado molesto por las políticas de austeridad.
Fernández hizo una campaña exitosa. Aprovechó la capacidad de organización del peronismo en todo el territorio argentino y capitalizó adecuadamente el voto protesta, polarizando las preferencias como hace hábilmente el populismo, victimizándose y creando la ficción del mesías político; luego captó a los electores decepcionados con la gestión del gobierno en funciones y la reforzó utilizando el recurso demagógico de la repartición de beneficios clientelares en cuanto llegue al poder.
Ese es ciclo económico del populismo: (i) capta el poder vendiendo la imagen de un gobierno mesiánico, (ii) luego instala el despilfarro, pervierte la inversión pública y los subsidios, (iii) después la mediocridad se convierte en política pública, el país se estanca y se generaliza la corrupción, (v) posteriormente la sociedad se cansa y elige a un gobierno no populista que tiene que hacer un ajuste inevitable, (vi) finalmente los demagogos derrotados buscan recuperar el poder encaramándose en el recuerdo del despilfarro y (vii) otra vez gana las elecciones el populismo mesiánico.
@ghidalgoandrade
[PANAL DE IDEAS]
[RELA CIONA DAS]




NUBE DE ETIQUETAS
[CO MEN TA RIOS]
[LEA TAM BIÉN]



[MÁS LEÍ DAS]


