
Economista y Magister en Estudios Latinoamericanos.
@giovannicarrion
Dentro de la legislación nacional, las organizaciones sociales sin fines de lucro pueden estructurarse como corporaciones, fundaciones y otras formas de constitución tanto nacionales como extranjeras. En el caso de las fundaciones, su trabajo apunta a la búsqueda o promoción del bien común, incursionado en diversas áreas, valga decir, el ámbito social, educativo, medioambiental, cultural, deportivo o directamente con la ayuda social, entre otros campos de intervención.
No obstante, más de una vez, fundaciones que estuvieron llamadas a actuar en función del interés general, se vieron penosamente envueltas en escándalos o procedimientos opacos que derivaron en entendibles resistencias y desconfianzas en la propia comunidad, en tanto, el fin loable con el que nacieron, su leitmotiv, de pronto cambió, modificando su esencia, al dejar a un lado el servicio social para aprovecharse de canonjías, subvenciones y de un régimen tributario diferenciado. Es decir, la viveza criolla en acción desenfrenada.
De ahí que resulta grato observar como ciertas organizaciones sociales en el Ecuador, con el pasar del tiempo, no sólo que se han consolidado, superando las dificultades y desafíos que plantea una época conflictiva y cambiante, propia de la sociedad del conocimiento y del uso de las nuevas tecnologías; sino que se mantienen firmes en su misión institucional. Un buen ejemplo de ello es la Fundación Centro de Apoyo Ecuatoriano (CAJE), que nació en la ciudad de Loja, hace 38 años, ejecutando proyectos orientados a la construcción de una comunidad identificada con fuertes valores éticos, democráticos, de transparencia y anclada a un sólido compromiso social.
Cuando se trabaja con base a los principios y valores rectores que definen e impulsan a una organización, cuando se procede conforme al compromiso social asumido, se alcanzan resultados positivos para la comunidad en su conjunto.
Esta fundación tiene el mérito de haber trabajado desde un inicio con la juventud, reconociendo que este segmento de la población no sólo es el futuro de la Patria, sino también su presente y que, por lo mismo, requiere encauzar esa enorme energía, frescura e idealismo que caracterizan a los jóvenes, para involucrarlos en propuestas que posibiliten su formación e identificación con esos hombres y mujeres, productivos, innovadores y con un alto sentido de responsabilidad y solidaridad con sus semejantes.
En esa línea de gestión, además destacan planteamientos ciertamente innovadores que han tenido éxito, como la campaña por la puntualidad que persigue educar a la población, lo que incluye tanto al sector público como privado, para que haga un uso responsable y eficiente del tiempo, lo cual tiene repercusiones favorables en la calidad del relacionamiento social y también en lo económico, pues, no olvidemos el aforismo: ‘time is money’.
A esto se suman otras iniciativas como aquella de proponer elecciones sin agresiones, comprometiendo a los candidatos –precisamente en esta época electoral- a evitar los ataques físicos o verbales y, más bien, profundizar en el debate de ideas y planes de trabajo, con lo cual se coadyuva al mejoramiento de la cultura democrática. Por otro lado, está la implementación del llamado banco del tiempo como mecanismo para intercambiar directamente habilidades y servicios entre las personas, reemplazando el uso del dinero por tiempo.
Sin duda, cuando se trabaja con base a los principios y valores rectores que definen e impulsan a una organización, cuando se procede conforme al compromiso social asumido, se alcanzan resultados positivos para la comunidad en su conjunto.
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