
Economista y Magister en Estudios Latinoamericanos.
@giovannicarrion
Lo que sucede al interior del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), más allá de las poses tercermundistas, deja en claro el grave deterioro institucionalidad que se advierte en el país, lo cual además es concordante con el pobre balance democrático que presenta América Latina y, con mayor énfasis, el Ecuador, donde el apoyo a la democracia apenas llega a un 33%, con un paupérrimo nivel de satisfacción de solamente el 10%, según lo reporta el Informe Latinobarómetro 2021.
El desencanto con el sistema político actual desvela a una democracia representativa latinoamericana y, sobre todo, ecuatoriana, en profunda crisis en la que los representantes han roto el cordón umbilical que los ataba a su pueblo para terminar trabajando ya no necesariamente en función del bien general sino de acuerdo a los intereses personales, partidistas o de grupos de poder. Tanto es así que, en la región, en promedio, solamente el 22% cree que ‘se gobierna para el bien de todo el pueblo’. En lo que respecta a nuestra realidad nacional un 11% (seguramente de privilegiados del establishment, corifeos de Palacio y uno que otro despistado) acepta que en las actuales condiciones se constata aquello del ‘gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’.
El desencanto con el sistema político actual desvela a una democracia representativa latinoamericana y, sobre todo, ecuatoriana, en profunda crisis en la que los representantes han roto el cordón umbilical que los ataba a su pueblo.
En lo que respecta al CPCCS, como parte de la Función de Transparencia y Control Social, es claro que está muy lejos de haber atendido sus responsabilidades desde la idea fuerza expresada en aquello que el pueblo, es decir, el mandante, es el primer fiscalizador del poder público. De ahí que la participación ciudadana, como la expresión de democracia; el ejercicio del control social sobre lo público; y, la designación de autoridades idóneas en lo que atinente a su ámbito de competencia, son deudas pendientes que presenta ese organismo y que hablan, por lo tanto, de incumplimiento de funciones por parte de sus consejeros y consejeras, de todos y todas...
Ahora mismo, la gente ve absorta como al interior del CPCCS prevalecen los conflictos, los desencuentros, todo por ejercer el control del organismo, entre unos de derechas y otros de izquierdas, entre los que representan al pasado y a los del presente. Lo cierto es que el ciudadano común sigue siendo mudo testigo de las formas más sutiles y otras hasta groseras de la aplicación del maquiavelismo político en la que se refrenda una vez más que el ‘fin justifica los medios’.
Mientras tanto al interior del CPCCS el foco de atención y preocupación está en la disposición de parcelas de mando, quedando postergados los intereses de la población. En la Asamblea Nacional, de su parte, se anuncian acciones de control político frente al incumplimiento de funciones de los consejeros y consejeras, todo esto en medio de lamentos desde la presidencia del Legislativo que comienza a ver fantasmas de la desestabilización por todos lados. Hemos entrado en una peligrosa espiral de pugna de poderes que podría empujarnos a un oscuro callejón sin salida.
A lo lejos, en cambio, los titiriteros, esperan el desenlace para su próxima movida de ajedrez. Así es nuestra democracia de oropel.
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