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15 de Octubre del 2018
Ideas
Lectura: 7 minutos
15 de Octubre del 2018
Gabriel Hidalgo Andrade

Politólogo y abogado. Docente universitario.

El error de Nebot
La campaña de Jaime Nebot cometió el mismo error en las dos contiendas presidenciales. Primero subestimó el valor de las coaliciones electorales y después renunció a la expansión de los esfuerzos de la campaña a todo el territorio nacional. Mientras sus contrincantes se propagaron en cada rincón de sus aliados, el socialcristianismo se recluyó en la cuenca del Guayas.

La Historia podría repetirse. Igual que en las elecciones presidenciales de 1992, los comicios de 2021 podrían tener a dos aspirantes conservadores disputando el balotaje para ocupar la primera magistratura del Estado.

Sixto Durán Ballén consiguió ganar la segunda vuelta electoral celebrada el domingo 5 de julio de 1992, con el 57% de los votos, tras imponerse con 14 puntos de distancia al segundo finalista, su antiguo copartidario, el entonces ex diputado Jaime Nebot quien obtuvo el 43% de los votos.

Ambos provenían del Partido Social Cristiano, la organización política de mayor crecimiento electoral en las legislaturas del Congreso Nacional desde retorno democrático en 1979. Tras captar la presidencia de la República en las elecciones presidenciales de 1984, entronar al dirigente empresarial León Febres Cordero en la primera magistratura y conseguir consolidarse como la principal fuerza política de las provincias de la cuenca del río Guayas, el socialcristianismo creció del 4% al 13% y de este al 18% de la representación en los tres periodos legislativos posteriores al retorno democrático.

Después de una leve caída en la captación de curules congresales, el socialcristianismo remonta el 10% que consiguió en la primera legislatura durante el gobierno del socialdemócrata Rodrigo Borja en 1990 y después de las siguientes elecciones, para el último periodo de sesiones, asciende al 22%, pasando al 27% en la siguiente legislatura, que se instaló durante el gobierno de Sixto Durán Ballén, sucesor de Borja en 1992, y alcanzando el 34% de la representación en la siguiente elección, periodo que coincide con el último bienio del régimen republicano, contando desde 1994.

Este fue el mejor momento del Partido Social Cristiano. Desde que consiguiera en las elecciones de 1984 la presidencia del gobierno y la primera mayoría en los Congresos Nacionales a partir de 1990, el socialcristianismo se catapultaba para recuperar la presidencia de la república en las presidenciales de 1992 o de 1996. Pero, siendo tan fuerte ¿por qué perdió en ambas ocasiones?

La carta de presentación socialcristiana siempre ha sido Jaime Nebot. Antes de candidatearse en ambas convocatorias, fue gobernador del Guayas entre 1984 y 1988, diputado entre 1990 y 1992, y presidente nacional del partido entre 1991 y 1992. Nebot tuvo que enfrentar en el balotaje al cofundador de su propio partido, Sixto Durán Ballén, que se había desafiliado tras una disputa interna que le impedía aspirar al sillón presidencial. En 1992, como ya se dijo, Durán Ballén se impuso con el 57% de los votos y con el 14% de distancia.

En las siguientes presidenciales, en 1996 el socialcristianismo volvió a perder el balotaje, esta vez frente al izquierdista Abdalá Bucaram, un populista electrizante que llegó para gobernar a través de un espectáculo de insultos televisado.  

En ambas contiendas, el frente de campaña del socialcristianismo se negó a establecer acuerdos de gobierno en cada uno de los comicios de segunda vuelta. Por el contrario, Durán Ballén consiguió el apoyo del Partido Roldosista Ecuatoriano, que se ubicó en el tercer lugar con el 22% de los votos a favor de su candidato Abdalá Bucaram, y del Partido Izquierda Democrática, que en el cuarto lugar de Raúl Baca, obtuvo el 9%. De esta manera, el 32% del voto republicano de la primera vuelta pudo crecer al 57%, y consiguió derrotar al socialcristianismo con una maniobra que duró hasta conseguir el poder y nombrar a Carlos Vallejo de la Democracia Popular como presidente del Congreso y a Jacobo Bucaram del roldosismo como vicepresidente.

En la segunda vuelta de 1996, Abdalá Bucaram obtuvo el apoyo del independiente Freddy Ehlers que alcanzó el 21% de los votos, apoyado por Movimiento Pachacutik, del democratacristiano Rodrigo Paz que obtuvo el 14%, y del militar izquierdista Frank Vargas Pazzos con el 5%. El roldosismo tuvo el acierto de formar un frente para concentrar el voto de rechazo al aspirante socialcristiano, de juntar a los aspirantes izquierdistas a la presidencia, de incorporarlos a la campaña y de reclutarlos para el gobierno. Con esta maniobra, Bucaram escaló del 26% obtenido en la primera vuelta (a 1% de distancia de Nebot), al 55% en la segunda vuelta, esta vez al 10% de distancia del presidenciable socialcristiano. En esta ocasión, Nebot solo recibió el respaldo del independiente Jacinto Velásquez, un ex republicano que tras inscribir su candidatura presidencial se ubicó en el sótano de la competencia.

La campaña de Jaime Nebot cometió el mismo error en las dos contiendas presidenciales. Primero subestimó el valor de las coaliciones electorales y después renunció a la expansión de los esfuerzos de la campaña a todo el territorio nacional. Mientras sus contrincantes se propagaron en cada rincón de sus aliados, el socialcristianismo se recluyó en el Guayas o en algunas provincias de su cuenca hidrográfica.

Pero la Historia podría repetirse en 2021 porque Guillermo Lasso, otro firme aspirante a la presidencia, comparte una identificación ideológica similar a la de Nebot. E inclusive, el empresario bancario es un candidato fuerte en la Sierra y Amazonía, en casi las mismas provincias que le permitieron tanto a Durán Ballén como a Bucaram acceder al balotaje y derrotar a Nebot tanto en 1992 como en 1996. Además, Lasso es igualmente costeño y guayaquileño como su posible homologo socialcristiano, y se mostrado ser un presidenciable que le apuesta a las coaliciones electorales y que puede crecer en la región de donde es originario.

¿Podrá Jaime Nebot renunciar a su error histórico y saltar el cerco de su cómodo reducto electoral para buscar el voto de las clases medias y populares que existen más allá de la cuenca del río Guayas?

Jaime Nebot ha sido visto por fuera de Guayaquil en muy pocas ocasiones y para ser un buen presidenciable, en su caso, no parece suficiente con haber sido un buen alcalde o un buen líder regional.

@ghidalgoandrade

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