
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
Que la política sea la continuación de los negocios privados por otros medios no constituye una novedad. Lo que sí alarma es que se lo haga evidente con absoluta desfachatez. Como, por ejemplo, pagar una deuda pública rodeada de incontables suspicacias e irregularidades.
Es lo que acaba de hacer el equipo financiero del gobierno. Desembolsar 324 millones de dólares en medio de la catástrofe económica y sanitaria que vive el país solo se explica por la voracidad de ciertos tenedores de papeles de la deuda externa ecuatoriana que buscan hacer su agosto en medio de la crisis. No es descabellado suponer que esa iniciativa cuenta con la anuencia de funcionarios públicos de alto rango.
Voceros de los más diversos sectores sociales, políticos y económicos han recomendado una moratoria de la deuda externa. Hasta el presidente del Banco Mundial coincide con esta recomendación. En Argentina, el propio Fondo Monetario Internacional ha avalado una medida similar. Reconocidos economistas criollos han señalado que los desembolsos prometidos por el FMI no estaban condicionados al pago de este tramo de la deuda. ¿Entonces?
Desembolsar 324 millones de dólares en medio de la catástrofe económica y sanitaria que vive el país solo se explica por la voracidad de ciertos tenedores de papeles de la deuda externa ecuatoriana que buscan hacer su agosto en medio de la crisis.
Las negociaciones y los pagos de la deuda externa siempre han estado envueltos en misteriosas pestilencias. Las cifras que están en juego son tan elevadas que dan pie a todo tipo de jugadas. Basta un comentario, un mohín o una insinuación de alguna autoridad política para que el valor de los papeles se altere y alguien obtenga jugosas ganancias. Aún tenemos en la memoria el tristemente célebre caso de los pativideos, episodio con el cual el correato se bautizó en las grandes ligas de los chanchullos financieros.
En esa misma línea de opacidad del proyecto verde-flex, el gobierno de Lenín Moreno toma una decisión que, sospechosamente, está vinculada con su antecesor y compañero de fórmula. Porque los Bonos Global 2020 fueron negociados en el anterior gobierno, seguramente desde una lógica del aprovechamiento futuro. Que la imprevista ruptura entre Moreno y Correa se haya producido no implica que los operadores financieros, que siempre actúan a la sombra de todos los gobiernos, dejen de aplicar la misma estrategia de negociación. A fin de cuentas, los negocios carecen de escrúpulos ideológicos.
Justamente por esto la clave del análisis radica en el develamiento de los tenedores de Bonos Global 2020 y de quienes manipularon las decisiones políticas para modificar su valor en las bolsas internacionales. Alguien adquirió bonos a precio de gallina muerta para luego venderlos a su precio nominal. El gobierno pago 324 millones de dólares por algo que valía mucho menos.
Si la deuda externa se ha vuelto perpetua es porque los chanchullos son eternos.
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