
Decano de la Facultad de Jurisprudencia de la PUCE y asesor legal de Fundación Pachamama. Abogado del Pueblo Kichwa de Sarayaku y de otras víctimas ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
El 27 de julio del 2023, el Secretario General de la ONU lanzó al mundo un mensaje aterrador: “la era del cambio climático ha terminado y empieza la era de la ebullición global”, dijo y añadió un llamado a evitar lo peor del cambio climático con dramáticas e inmediatas acciones (El Telégrafo, 28 de julio de 2023). No pudo ser más claro. Julio del 2023 terminó siendo el mes más cálido de la historia de la humanidad y los efectos devastadores del aumento global de la temperatura no se hacen esperar.
Se agotó el tiempo para el egoísmo y para los debates estériles. Los habitantes de la Tierra debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que haya un futuro.
Para las ecuatorianas y ecuatorianos, agosto del 2023 llegó con la oportunidad de hacer algo concreto. El 20 de agosto iremos a las urnas y podremos votar SÍ en la consulta que busca suspender la explotación del proyecto ITT que extrae petróleo pesado del núcleo del Yasuní, una zona que por su extraordinaria biodiversidad ha sido declarada Parque Nacional y Reserva de la Biósfera. El Yasuní es parte de la Amazonía, cuyos bosques tropicales resultan claves para el equilibrio climático. Es además el hogar ancestral de los Waorani, Tagaeri, Taromenane y de otros pueblos indígenas en aislamiento cuyo estilo de vida, que les ha permitido vivir desde hace milenios en armonía con la Naturaleza, ahora resulta gravemente amenazado por las actividades petroleras.
El imperativo moral de hacer lo correcto debería ser suficiente para llevarnos a las urnas a votar por el SÍ al Yasuní, pero por si no lo fuera, pongo sobre la mesa dos argumentos adicionales.
El primero es que la pérdida económica anual de dejar de extraer crudo del ITT no alcanzaría ni al 1% del presupuesto de Estado (Acosta, 2023) y no se compara con el beneficio de dejar en paz un santuario del mayor patrimonio que tiene el Ecuador: su gente y la biodiversidad. El temor de que si se deja de explotar el crudo pesado del ITT nos estanquemos en nuestro proceso de desarrollo es infundado por la sencilla razón de que ya estamos estancados, tras cincuenta años de la era petrolera y estando en producción el ITT. Si el dinero del petróleo en medio siglo no ha llevado al Ecuador al bienestar y al desarrollo ¿a dónde se habrá ido? La respuesta es sencilla. Basta revisar la prensa para comprobar cuántos procesos judiciales por corrupción que se ventilan y se han ventilado en los últimos años se refieren al negocio petrolero en cualquiera de sus fases.
El segundo argumento se refiere al origen de la consulta. Los ecuatorianos somos de memoria corta y no es difícil que olvidemos que si se nos consulta ahora y no hace diez años como debió haber sucedido, es porque las entidades estatales encargadas de los procesos de participación social en ese tiempo obstaculizaron gravemente la iniciativa de consulta presentada por el movimiento YASunidos como quedó demostrado ante la Corte Constitucional.
Si oscuros intereses impidieron hace una década que el pueblo se manifieste en las urnas frente a la explotación del ITT, el pueblo debe tomar la oportunidad, ahora, de parar ese proyecto y hacer que la moral triunfe, una vez más frente a la corrupción y al egoísmo.
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