
PhD en Educación por la Universidad Católica de Lovaina, Maestro en Estudios Culturales y Desarrollo, Graduado en Economía. Ex gerente del Proyecto de Pensamiento Político de la SNGP. Docente universitario.
John Conduitt, asistente personal de Newton, nos dice que el físico comenzó el desarrollo de su famosa ley de la gravitación al ver caer una manzana, otros dicen que el fruto cayó encima del pensador. Como fuere, parece que siempre hubo una caída. Y de otra caída se conversa muy lejos de Lincolnshire, donde estaba el manzano de don Isaac.
Con rostro compungido, un joven de clase media, le dice a su amigo también de clase media: parece que va a caer… Este, como respuesta le devuelve la misma frase, pero con el rostro repleto de optimismo: ¡Sí, parece que va a caer! Es en un lluvioso viernes 17 de junio, el quinto día del paro convocado por la CONAIE, que va creciendo en los barrios.
El joven optimista va más allá y desde el entusiasmo comparte su pronóstico de Guga Ayala siglo XXI: “cae máximo el miércoles o jueves por la mañana…” Este último comentario mueve mis cejas hacia arriba y me remite a mis días de estudiante de Economía, frente a un texto de Vilfredo Pareto. Me coloca de nuevo, en ese mismo año en el “Alibar”, en un diálogo con mi amigo Alexéi Páez sobre un aguzado politólogo con apellido de insecto.
El cándido pronóstico de tintes quirománticos, me trae a la memoria que en toda sociedad hay una minoría que posee control de recursos, fuerzas sociales, capital social, parentescos y que más allá de sus contradicciones internas, más en el corto que en el largo plazo generan acciones concertadas y llegan a una comprensión mutua. Son las élites económicas y sobre todo las políticas las que, desde su organización, colocan a este pequeño grupo como aquel que determina los destinos de la sociedad.
Minoría que en países como el nuestro se constituye por un par de centenas de familias culturalmente blancas con imaginarios de democracia y de empresa coloniales, que detentan ambos poderes, el económico y el político. Desde esas premisas y desde los pesos y contrapesos de Gaetano Mosca y aun cuando en estos 5 días el paro -y la represión- han tomado fuerza, no me aventuro a decir que Lasso se irá a su casa luego de las “octavas de corpus”.
Si bien las medidas tomadas por el Gobierno en contra de las clases media y baja, y el incremento de porcentajes en los que están en la pobreza extrema justificarían la salida. Aun cuando decenas de miles de indígenas están en Quito y diversas vías que conectan las principales ciudades de la Sierra están cerradas en puntos estratégicos. Con centenas de manifestantes en Guayaquil y El Oro que piden la cabeza del banquero que ensaya ser estadista, sin conseguirlo, Lasso aún goza de la confianza de las élites. Aún les es funcional, más todavía si el posible sucesor sería solo del gusto de pocos o bastante desagradable a las “familias de bien” dueñas de la mayoría de ese pastel llamado PIB.
Lasso no ha generado descontento de los grupos Wrigth/la Favorita, Zarninski /Mi Comisariato, Pronaca, Eljuri, Ortiz… Estos no ven que el año de Lasso haya afectado directamente sus intereses, los que en la pandemia casi se duplicaron. Las medidas impositivas para estos grupos fueron proporcionalmente ínfimas si se compara con las tomadas contra la clase media. Michel Deller ahora mismo construye una nueva ala del Quicentro y los proyectos de Uribe Schwarzkopf siguen multiplicándose.
El Universo, Ecuavisa, La Posta siguen pautando con alegría; Isabel Noboa del grupo Nobis fue una de las invitadas de honor en la celebración del primer año de gobierno, hace menos de un mes. Las promesas de leyes de flexibilización laboral y zonas francas- que los malos de la Asamblea no dieron paso- tienen tranquilas a las Cámaras. Las petroleras y multinacionales mineras miran con beneplácito los decretos y el mismo Banco Mundial visitó sin alarmas, hace pocas semanas al ministro Simón Cueva y al presidente.
Entre quiénes ven sus negocios afectados y no necesariamente desde el arribo de Lasso están los agroexportadores y en especial los bananeros. Ya salió Alvarito, siempre elocuente en publicidad paga de Facebook a ilustrarnos sobre esto. Están también incómodos aquellos que gozaron del “tenemos carreteras”, las grandes empresas que durante el correísmo hicieron infraestructura y que no han logrado mantener esta dinamia ni con Moreno, ni en la pandemia, ni en el año “cero obra pública” lassista.
No, no va a caer. Tranquilas élites, tranquilos jóvenes Gucci y florindos en general. Esta manzana no bajará como la Newton a 9.8 m/s², todavía no... A menos que siga cometiendo errores políticos de elefante en cristalería como los realizados, a menos que no tenga más aciertos como el de permitir el ingreso de los indígenas a la Casa de la Cultura.
Importante actor entre este grupo de descontentos, y a quién no le faltan razones para estar en alerta, es el financiero más grande del país, Fidel Egas, quien no ve con buenos ojos, a Lasso “poniéndole el ojo al Banco del Pacífico”. Egas, quien concentra la gran mayoría de depósitos y es dueño de la primera institución bancaria (Banco Pichincha) no quiere que el tercer banco de la lista (Banco de Guayaquil), vía una offshore “tres chanchitos” se apropie del segundo banco más sólido, el estatal Banco del Pacífico, y le dé el golpe de gracia apropiándose luego del fondo de pensiones del IESS.
Las élites políticas, esas que según Mosca se ponen frenos para mantener la esencia del liberalismo y que desde la rotación y circulación paretiana son la sustancia de la historia, tampoco ponen a Lasso en un panorama preocupante.
El PSC, el de los espesos comentarios de su líder Nebot contra don Guillo, en tiempos de paro se apuró a defender la institucionalidad democrática y se opuso como bloque de Asamblea a eliminar el Estado de excepción.
Los “quiteños de bien” desde sus discursos chauvinistas, racistas y de tintes fascistoides (de corte paretiano) en apoyo a la paz se autoconvocan cada día a salir a la Shyris, a “dar su lección a los indios”, salen en sus carros de lujo a disparar contra manifestantes con una policía que hace la vista gorda.
UNES, ese ente difuso, que a veces es un Dr. Jekill progresista y otras un Mr. Hide conservador, se curó en salud diciendo que no comparten ni los métodos, ni la agenda de la CONAIE. ¡Lógico! Votaron por las dos leyes de Lasso, la económica y la de “uso represivo” de la fuerza. Su líder desde Bélgica llamó a la CONAIE y al FUT parte del problema y se desmarcó de ellos pensando, quizás, en las seccionales del 2023, en las que en media campaña nadie acusará a sus candidatos de “dañar piedras patrimoniales”.
La facción oficial de una ID dividida también apoyó a Lasso y el Pk partido que no es parte de las élites, pero sí es brazo político de la CONAIE y que se ha comportado como fiel paje del presidente, deshoja margaritas…
Aventurar una caída de Lasso vía Asamblea como cierto cándido correísta insistía, tampoco cuaja. No solo por los descritos intereses electorales de los partidos, sino por el ethos de los asambleístas que en muerte cruzada se irían a casa. Dejarían de percibir jugosos sueldos y dietas, de gozar prebendas en sus provincias, verían truncados sus futuros políticos, no tendrían con qué pagar favores y deudas de campaña... No lo hicieron antes, peor ahora, que en ese escenario tendrían que convocar a elecciones inmediatas para las cuales tienen más chance los correístas y sobre todo… ¡Iza!, el outsider del momento, que no conviene a ninguno de la élite, no solo por indio, como Yaku Pérez al que el pacto Correa- Lasso- Nebot cerró el paso. Iza es además zurdo radical y, hasta ahora, incorruptible.
No, no va a caer. Tranquilas élites, tranquilos jóvenes Gucci y florindos en general. Esta manzana no bajará como la Newton a 9.8 m/s², todavía no... A menos que siga cometiendo errores políticos de elefante en cristalería como los realizados, a menos que no tenga más aciertos como el de permitir el ingreso de los indígenas a la Casa de la Cultura. Salvo que las masas hoy organizadas, contradiciendo la tesis paretiana, no coman cuento en el próximo diálogo y den certeros empujones al manzano elitista.
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