Que el papa no viene a Quito es el rumor que la semana pasada corrió entre los dignatarios eclesiásticos. En realidad, nada es oficial, como no lo ha sido desde que el propio papa Francisco el 19 de enero de 2015 anunciara su visita al Ecuador, Bolivia y Paraguay. Recuérdese que lo hizo en su rueda de prensa informal, al conversar con los periodistas en el avión en que volvía a Roma, tras su intensa gira de una semana por Sri Lanka y Filipinas (país este donde celebró la misa con mayor número de asistentes de toda la historia de la Iglesia católica: seis millones de personas).
Anunciarlo de esa forma ya fue inusual para los cánones del Vaticano, porque con Juan Pablo II se estableció un sistema o protocolo en que se consultaba previamente a las conferencias episcopales de los países, y se planificaba todo antes de anunciar una visita.
Pero el carácter informal de Francisco, que ha sorprendido constantemente con sus actuaciones desde el 13 de marzo del 2013, cuando fuera elegido y empezara su pontificado (esta semana se cumplen dos años), le llevó a explicar los viajes que pensaba hacer en 2015, entre ellos, el ya mencionado, a Bolivia, Paraguay y Ecuador; otro a México y Estados Unidos, y otro a Uganda y la República Centroafricana.
El anuncio sorprendió y creo que asustó a las conferencias episcopales pues no sabían nada y había que prepararlo todo. Luego han salido detalles, de fuentes no eclesiásticas como el presidente boliviano Evo Morales. Este incluso fue quien dio la primicia de que el papa visitaría en julio los tres países sudamericanos. En Paraguay ya la Conferencia Episcopal ha anunciado el programa que seguiría el papa entre el 10 y el 13 de julio. En Ecuador se dice (tampoco en esto hay anuncio oficial), que estaría a partir del 5 de julio.
Las palabras exactas del papa fueron: “Hemos pensado para este año –pero todo aún está en proyecto–, ir a Ecuador, Bolivia y Paraguay. Estos tres países. El próximo año, Dios mediante, me gustaría ir a Chile, Argentina y Uruguay. Ahí está faltando Perú pero no sé dónde lo podemos poner”, comentó Francisco. Que me perdone el papa, pero allí está faltando Perú… pero también Colombia y Venezuela, si es que quería referirse a Sudamérica.
Ahora bien, quienes rumoran que no vendría a Quito explican que se trata de una prohibición médica, por su problema pulmonar. En realidad, el papa fue operado del pulmón a los 21 años, cuando le extirparon una parte del lóbulo superior del pulmón derecho. Recordarán los lectores que al inicio de su pontificado circularon rumores, multiplicados en las redes sociales, de que el papa Francisco tiene un solo pulmón. Diarios argentinos e incluso la Associated Press lo habían afirmado en despachos en 2005, cuando se consideraba que el cardenal Jorge Mario Bergoglio era de los que más opción tenía de suceder al papa Juan Pablo II. Pero cuando salió de nuevo el rumor en el 2013, se comprobó que aquello era falso: se trató, según fuentes cercanas al papa, incluso su hermana que habló al respecto, de una ablación del lóbulo derecho para extirparle tres quistes que le quedaron después de una pulmonía y por los que sufría fuertes dolores. El propio portavoz del papa, Federico Lombardi, dijo en 2013 que la operación no significaba alguna discapacidad para Francisco y que “quienes lo conocen siempre han visto que tiene buena salud”.
Más bien, según Guillermo Marco, quien fue portavoz de Bergoglio en el arzobispado de Buenos Aires, la disminución de la capacidad pulmonar parece aquejar a Francisco menos que otros males que le han llegado con la edad, como la lumbalgia. Por eso el papa utiliza zapatos ortopédicos, a veces lleva bastón y “anda caminando medio torcido”, dijo Marco, según recogió un despacho de la AP en 2013.
Ahora bien, el tema de la altura, por la cual supuestamente no vendría el papa a Quito, ya fue levantado por el propio Evo Morales, quien reveló que había sugerido al papa llegar a Santa Cruz, y que fue el propio pontífice quien le dijo que tenía interés en visitar La Paz, repitiéndoselo incluso “dos o tres veces”.
Pero, en realidad, no hay nada confirmado. En algunos templos, como en la basílica de La Dolorosa, inclusive se llegó a pedir a los fieles por escrito, en la hoja dominical de la parroquia, que no especularan sobre la venida del papa porque aún no había algo oficial. Pero el propio párroco, el jesuita Iván Lucero, confirmó hace tres semanas que el Papa sí venía al Ecuador.
Sobre los lugares que el papa visitaría, el secretario de la Conferencia Episcopal, monseñor René Coba, dijo en enero, poco después del anuncio pontificio: “Vamos a proponerle como obispos lo que pensamos. Lo ideal sería en Quito, como ciudad capital, pero el papa da sorpresas y puede decir: ya estuve en Quito, voy a otro lugar”. Sorpresa que, según los rumores, parece haberse confirmado.
En efecto, ya entonces Coba mostró la preocupación por la altura de Quito, y confesó que él habló personalmente con el papa al respecto. “En un diálogo, en la visita pastoral que yo pude hacer, él me lo dijo: la altura me preocupa porque yo llegué a Quito y tenía un dolor de cabeza permanente”.
Si los médicos se imponen y el papa no viene a la Sierra, la Conferencia Episcopal va a tener que organizar alguna reunión con los indígenas y otros movimientos sociales. En Guayaquil seguro que el papa quiere ir al Suburbio. Pero el programa tendría que tener espacio importante con los movimientos populares y los representantes de la plurinacionalidad y diversidad ecuatoriana. Yo sugiero que se haga un gran encuentro con los indígenas y los afroecuatorianos en Esmeraldas. Recuérdese la fabulosa reunión, organizada por monseñor José Mario Ruiz, que tuvo Juan Pablo II en Latacunga, cuando su visita al Ecuador en 1985. 30 años después, y con un Papa tan cercano al pueblo, sería absolutamente apropiada una reunión de este tipo.
RECTIFICACIÓN
Señor Director:
Fuentes municipales y eclesiásticas me han confirmado esta tarde (17 de marzo de 2015) que el papa Francisco sí viene a Quito. Esto contradice las informaciones en que me basé para mi artículo editorial que Plan V publicó en su edición digital el 10 de marzo (El papa no viene a Quito) por lo que es mi obligación aclararlo de inmediato. Más aún, las fuentes me han reconfirmado que el Papa viene solo a Quito y no visitará ninguna otra ciudad del Ecuador.
Según estas versiones, que a mi parecer son definitivas, Francisco llegará la tarde del 6 de julio y permanecerá en suelo ecuatoriano hasta el mediodía del 8 de julio, estando ya prácticamente listo todo el programa. Estoy en condición de informar que la misa campal masiva del papa se celebrará el martes 7 de julio a mediodía en el Parque Bicentenario (antiguo aeropuerto) y que, a lo largo de la visita, tendrá reuniones separadas, por lo menos, con el presidente de la República; los educadores; los laicos y los sacerdotes, religiosos y religiosas. Todos los desplazamientos, incluido el traslado desde y hacia el aeropuerto, serán en automóvil (y no en helicóptero, como alguien ha sugerido).
Debo a los lectores de Plan V una explicación: ¿por qué hace una semana pude decir una cosa tan terminante como que no viene a Quito y ahora todo lo contrario? No es que mis fuentes fallaron, sino que hubo un esfuerzo supremo de varias fuerzas, no eclesiales sobre todo, para que el Papa no viniera a Quito y la última carta que se jugaron fue el tema médico, que mis fuentes dieron como definitivo. Pero, el Papa se impuso: su decisión es visitar las capitales de los tres países sudamericanos a los que viene en julio, es decir Quito, La Paz y Asunción. Y ello porque no puede hacer visitas de más de 40-50 horas a cada uno de los países y, por lo tanto, solo puede visitar una ciudad en cada país, por lo que las capitales son la única opción.
La noticia no puede sino alegrarnos inmensamente a los quiteños y a todos los ecuatorianos. Habrá ocasión de narrar las maniobras para que el Papa no venga a Quito y cómo fueron derrotadas. Por ahora lo importante es reconfirmar su llegada a Quito y que la comisión de avanzada del Vaticano ya se reunió con las autoridades nacionales, municipales y eclesiásticas para dejar alistado todo el programa.
Gonzalo Ortiz Crespo
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