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13 de Enero del 2020
Ideas
Lectura: 8 minutos
13 de Enero del 2020
Ana Minga

Periodista de Investigación, escritora de poesía y narrativa corta, especialista en perfilación criminal.

El peligroso perfil del correísmo actual
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Hasta este momento, ninguna de las figuras correistas ha hecho una autocrítica de su gestión. Parece que son perfectos. Y aquí viene otro detalle, en el victimismo siempre se cree que se ataca a la persona y no a sus acciones.

Las víctimas siempre merecen nuestra atención y ayuda urgente, claro, cuando realmente lo son, sin embargo, el ser humano utiliza maniobras para cumplir con sus objetivos, sin importar que en el camino dañe a su prójimo. Hay gente que se hace pasar por víctima en la vida cotidiana, obviamente esta manipulación también está presente en la política donde se juegan algunos millones de dólares.

Recuerdo en una ocasión, en un canal de televisión ecuatoriano, que Recursos Humanos trató con un perfil victimista, tarde se dio cuenta de la manipulación que ejercía esta persona sobre jefes y otros empleados. Cuando ubicó el problema no sabían qué salida tomar porque avanzado el tiempo ya había hecho que despidan a varios de sus colaboradores, quienes aseguraban que esta persona reía por sus despidos y dieron parte de esto, pero nadie tomo en cuenta los comentarios.

El individuo con este perfil se viste de bondad, es como un animalito tierno y asustado, y hace creer que solo tiene buenos deseos para el resto; aunque este resto, injusto y depredador lo ataque. Es el eterno mártir. Pero todo el tiempo está consciente de su papel, es un artista de la manipulación, su mente no se pierde, por lo que no se pude asegurar que está enfermo, aunque el cuadro es digno para ser atendido por un psiquiatra.

Cuando detectan su victimismo ataca con furia dejando ver quien vivía dentro de esa apariencia de bondad. En el ejemplo que pongo, esta persona enfrentó líos judiciales para sacar una jugosa indemnización del canal, salió bien librada y feliz, lo contrario que podría pasarle a una víctima que debe pasar etapas de duelo para recuperarse. En esta ocasión se trató de una sola persona, pero el victimismo también se da en colectivo para conseguir algo. Este perfil se convierte en una estrategia.

En esta semana es visible el victimismo del correismo representado en los asambleístas que hoy están asilados en México. Gabriela Rivadeneira, expresidenta de la Asamblea Nacional, parece ser su representante por las declaraciones que emite y también lo hace para defender a su padre quien es acusado de supuesto lavado de activos. En el video difundido desde México se observa este perfil del victimista, que a la par desarrolla otros aspectos como la paranoia y la megalomanía. A ella le incomodan las críticas pues cómo una persona con fans que destacan su temprana edad en la política, puede quedar mal… A ella que académicos universitarios ayudaron para que se gradúe, ella la consentida del exmandatario Rafael Correa, cómo la pueden señalar. Esta es otra característica del victimista, creerse importante, a tal punto que todos la persiguen. Y el punto clave dentro del victimismo es la cero autocrítica.

Hasta este momento, ninguna de las figuras correistas ha hecho una autocrítica de su gestión. Parece que son perfectos. Y aquí viene otro detalle, en el victimismo siempre se cree que se ataca a la persona y no a sus acciones.

Hasta este momento, ninguna de las figuras correistas ha hecho una autocrítica de su gestión. Parece que son perfectos. Y aquí viene otro detalle, en el victimismo siempre se cree que se ataca a la persona y no a sus acciones. Aquí, todo un país les pide cuentas por sus actos, independientemente de qué rostro tengan, pero el victimista hace creer al resto que es perseguido por el simple hecho de que respira o que su cabello tiene tal forma o viste de otra.

Ninguno de los correistas que tienen juicios en su contra o son sospechosos de algún acto de corrupción responden por lo que se les acusa, sencillamente todos son perseguidos políticos y punto. Y para derribar su tesis, el canciller del Ecuador, José Valencia, aseguró que el Ecuador no podía impedir que viajen a México porque no son perseguidos y hasta el momento no se les ha comprobado nada legalmente, son personas libres, sin embargo, el correismo manipula a los ecuatorianos con su victimismo pues tienen un solo objetivo: Volver a ser gobierno. Esto en términos delicados, ya que en las calles se escucha. “estos quieren volver a robar”.

La primera idea de que el actual Jefe de Estado, Lenin Moreno, es traidor, ya está implantada. Sea esto moral, bueno o malo, ético o no, quedó en la mente social la imagen de traidor. Ahora lo llaman a él y a su equipo: los perseguidores. Muestran una tensión nerviosa para que el pueblo los ayude. Otra característica del victimista es que a pesar de ser “humillado”, como es importante dentro de un grupo, toma como suyas las causas de otros, en este caso del Ecuador, las protestas sociales de octubre pasado. A los correistas y sobre todo a Gabriela Rivadeneira, le preocupa la situación económica del pueblo, pero nada dice sobre cómo llegamos a esta realidad, ¿quizá por el despilfarro, que en algunas ocasiones se tradujo a robo? Le preocupa el pueblo y el capital de su familia aumentó. Si robaron o no, eso lo determinarán las investigaciones, pero no se puede negar que los negocios funcionan mejor cuando se tiene poder gubernamental y vaya que los correístas ejercieron su poder, desde las instancias más altas hasta funcionarios de bajo perfil. Eso quizá no tenga cárcel pero no es ético.

Finalmente el victimista cuando no convence a todos o su actuación se cae por repetitiva, le surge la rabia y hay ataques contra el otro, violentos, frontales y lo más peligroso, sin culpa, pues la víctima tiene el derecho de dar una ofensiva (como argumentaban en la guerra del Cenepa algunas autoridades militares del Perú frente a la defensa militar ecuatoriana). La culpa está fuera de ellos, existe solo en los otros. Un individuo que actúe sin remordimientos es peligroso.

En un país como el nuestro, que nos gustan los diminutivos y somos asequibles con los afectos, una manipulación emocional a la masa es fácil. Sumado al descontento que existe por el actual gobierno, el pueblo puede ser presa de los llantos correístas, que cínicamente se atribuyen las luchas sociales de octubre, a pesar de que indígenas, universitarios, trabajadores, “les hicieron el feo”.

El victimismo en sí es peligroso por su capacidad de engaño, pero en este caso es aún más, porque es una estrategia política, quizá para ganar tiempo, quizá para llegar a acuerdos, quizá para contratacar; todo encaminado al regreso. Y esta estrategia puede ser válida en medio del actual gobierno que se ve débil política y comunicacionalmente; donde el poder del dinero está facilitando la impunidad. La idea de que éste es un gobierno de transición para ir a uno totalmente distinto al del correísmo, quizá, ahora sí, en algunos incrédulos, ya tambalee. El correismo está ganando tiempo para salir librado de las acusaciones y en el camino suma simpatizantes adictos a creer que con fulano estábamos mejor (en este caso el fulano es Correa).
 

[PANAL DE IDEAS]

Luis Córdova-Alarcón
Jorge Peñafiel C.
Giovanni Carrión Cevallos
Rodrigo Tenorio Ambrossi
Patricio Moncayo
Fernando López Milán
Natalia Sierra
Julian Estrella López
Alexis Oviedo

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