
Leer y releer las cifras de la violencia en los niñas, niños y adolescentes ecuatorianos, sobrecoge. Berenice Cordero, ministra de Inclusión Económica y Social, realizó un encuentro en el que mostró esos números rojos y también cómo están los chicos en el país. Y, la conclusión, es una generación que vive en la violencia en varios ámbitos, expuestos a la droga, al suicidio y a los embarazos tempranos.
La Ministra juntó cifras de varios estudios, realizados desde el 2010 hasta el 2016, y los resultados en su conjunto ofrecen un panorama desolador, que además coincide con la época del populismo correísta.
Uno de cada cuatro adolescentes se ha embriagado alguna vez, el 46% considera que en su centro educativo circulan drogas. El 26% de los adolescentes tiene depresión y el 7% del total ha intentado suicidarse. De hecho, el suicidio es la primera causa de muerte en adolescentes en Ecuador. Por cada 100 000, mueren 10 por esta causa.
El 63% de los niños y adolescentes ha sido golpeado en sus hogares. El 21% sufren de abuso sexual. El maltrato extremo llega al 48%.
Los amigos de un chico, la madre o el profesor son quienes tienen la mayor posibilidad de recibir las alertas de los actos de abuso y violencia.
Ahora, la ministra Cordero quiere los datos actualizados. Para ello emprenderá dos estudios sobre la violencia y abuso sexual en los niños, niñas y adolescentes. Pero hasta que eso se ejecute tenemos una certera radiografía del correísmo y su impacto en una generación entera. Una que tuvo acceso a mayor conocimiento, pero también que vivió un modelo educativo rígido. Con poca creatividad.
El correísmo, ya se ha reconfirmado hoy en día, fue una construcción social que no solo fue dirigida al ámbito político, sino también al de la vida. Donde el cinismo, el servilismo, el silencio y la violencia fueron valores intrínsecos. Esto hay que enmarcar dentro de su ideología difusa, su ideal de refundación, su rechazo a las instituciones y su independencia, el discurso confrontador y antipolítico.
La consecuencia es que quienes no eran parte de sus ideales torcidos… fueron los traicioneros, los sabelotodo, los dueños de las libertades, los mentirosos de turno, los enfermos, los equivocados. Ese fue el ambiente en el que crecieron miles de niños, niñas y adolescentes. Viviendo una división ejercida con violencia.
Pero el control correísta fue estéril. Por eso hay una nueva tarea en la batalla por descorreizar al Ecuador. El país vive una transición en lo político y en lo institucional. Y estas cifras de los niños, niñas y adolescentes también merecen ser enmarcardas dentro de ese proceso de poscorreísmo que vivimos.
¿Cómo? Eliminando los pensadores estándar, y apostando por la paz y la creatividad. La educadora Alegría Crespo ha escrito sobre este tema y un aspecto clave es fortalecer las prácticas docentes que fomenten la creatividad en la educación inicial. Y ha rechazado, categóricamente, la violencia en los establecimientos educativos.
Asimismo, vale la pena considerar las propuestas de la ministra Cordero sobre los futuros pactos contra la violencia. Pero también la empresa privada es necesaria para una nueva inyección de inversión en la educación, es decir, el retorno de los mecenas. Claro, saldrán muchas ideas más…
Las soluciones dentro del poscorreísmo para los niños, niñas y adolescentes dependen de todos. Dentro de 10 años no podemos, como país, mantener las mismas cifras trágicas de hoy en día.
[PANAL DE IDEAS]
[RELA CIONA DAS]




NUBE DE ETIQUETAS
[CO MEN TA RIOS]
[LEA TAM BIÉN]




[MÁS LEÍ DAS]


